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«Tocar los libros», de Jesús Marchamalo

No es la erudición y el coleccionismo ‒del propietario, se entiende‒ lo que más nos agrada en una biblioteca. Más bien, se activa en este caso otro tipo de emociones. Está claro que cuando uno llena de libros su casa, también está administrando recuerdos, agradecimientos y fidelidades.

Lo bueno ‒lo mejor‒ de una biblioteca es que no hay forma de ocultar la identidad de su dueño. Cada libro que este ha leído, comprado o heredado nos habla de su memoria, por supuesto, pero también de manías, proyectos e inquietudes. Una biblioteca puede ser un cauce de investigación, una fuente de placer, una inversión o un simple almacén de caprichos que se encuentran por cuenta y voluntad propia.

¿Tantos significados tiene el hecho de vivir con los libros? Pregúntelo quien lo dude a uno de los autores que mejor han tanteado este misterio, Jesús Marchamalo.

Entre sus obras, hay varias que tocan ese asunto. Quizá la más entrañable sea precisamente esta que hoy les recomiendo, Tocar los libros: una exploración de lo que supone ir llenando estanterías a lo largo de la vida.

Para detallar esa costumbre, el autor relata anécdotas propias, pero sobre todo, nos cuenta cómo conviven los grandes escritores con sus bibliotecas. Al fin y al cabo, estos últimos, como tantos otros lectores que se reconocerán en este libro, también saben lo que es la falta de espacio, lo difícil que es plantearse un expurgo, o lo desesperante que llega a ser imponer el orden cuando los volúmenes ‒ay‒ se acumulan donde no deberían hacerlo.

Es un consuelo, y no precisamente de tontos, saber que muchos novelistas y poetas han pasando por los mismos trances: encajar libros en las baldas como quien hace un trabajo de incrustación ‒ríanse ustedes de la taracea toledana‒. O apilarlos por falta de espacio y por nuestra necesidad de adquirir obras que quizá nunca lleguemos a leer…

En Tocar los libros también salen a relucir placeres únicos. Por ejemplo, redescubrir las novelas que leímos en la infancia. Acumular rarezas como quien esconde un botín bajo la cama. O revisar dedicatorias autógrafas, con mensajes cuyo significado puede enriquecerse con el paso del tiempo.

Marchamalo nos habla de bibliotecas privadas y públicas, y también de bibliotecas que desaparecieron entre ceniza y fantasmas. Créanme, es fácil compartir esa fascinación medio hipnótica, descrita en estas páginas por alguien que sabe transmitir su entusiasmo, y que además de eso, escribe divinamente.

Sinopsis

Decía Marguerite Yourcenar que la mejor manera de conocer a alguien es ver su biblioteca. Y es cierto que los libros hablan de nosotros; de nuestros intereses e inquietudes, de nuestros temas y autores predilectos. Hablan de los lectores que somos, pero también de los que fuimos, y de los lectores que quisimos ser y en los que finalmente no nos convertimos. Tocar los libros, desde su aparición en 2004, se ha convertido en un clásico de los libros que hablan sobre los libros y las bibliotecas personales, y en esta nueva edición, revisada, remozada, ampliada, sigue indagando en nuestra relación con ellos, cómo los acumulamos, cómo los ordenamos, cómo nos deshacemos de los que consideramos prescindibles, y en cómo nuestros libros construyen de algún modo nuestra biografía. Una declaración de amor, repleta de ironía, complicidad y humor, a la lectura y una defensa apasionada de los libros y la literatura.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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