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‘Tigres callejeros’, de Alejandro Bellido

‘Pese a todo, tu vida será digna de elogio,/ de libertad un símbolo, y serás recordado,/ pues digno es tropezar si eliges tú la piedra;/ pues digno es fracasar si lo haces con tu rostro’, dice en el último poema, We never learn, y comienzo destacando estos versos porque resumen la poética que se encarga de unificar muchos de los poemas de este libro, queriendo poner de relieve lo increíble que sugiere y sustenta lo aparentemente cotidiano.

Con el tercero en su haber, el poeta onubense Alejandro Bellido ha querido acercarse a inspiraciones que, de primeras, no se las consideraría enjundiosas como para merecer o dedicar un poema. Pero en su insistencia está el empeño en querer demostrar la dignidad que hay en los tiempos muertos laborales, en el cansancio, laboral también, después de dichas jornadas. En la vida familiar, en la sentimental. Los esfuerzos diarios, podríamos decir. Para amansar a esas bestias, Música para tigres resulta el título más adecuado. Además, resultó ganador del XXIX Certamen de Letras Hispánicas Rafael de Cózar, otorgado por la Universidad de Sevilla, lo cual viene a asentar su carrera lírica, que va ligada a su labor cultural como cocreador y codirector de la revista Centauros, en la que, con pocos números todavía, ya ha ido demostrando dotes y atención suficientes para saber agrupar las diferentes muestras poéticas y críticas de la poesía reciente y sus antecesores.

Desafortunadamente, la lectura de Música para tigres no alcanza la premisa de sus intenciones. Por un lado, si nos fijamos en los referentes líricos que su autor, desde sus anteriores, ha venido honrando con sus alusiones directas o simplemente citadas, nos daremos cuenta de que sus poemas son dignos de alguien que reconoce su predilección por la escritura de Javier Salvago, Víctor Botas, José María Álvarez, entre otros. Pero sus poemas no deberían transparentarse tanto en los suyos. Uno lee algunos de estos —pienso directamente en los evidentes Epifanía de Javier Salvago y Variación sobre un tema de Víctor Botas— y no parece posible decir que no son poemas de uno y otro pero sí de un tercer autor que los reescribe o los varía, sino que el tercer autor en cuestión escribe como ellos, sin permitirse aportar, sin permitirse libertad alguna para sobrepasarlos o distanciarse con su distintivo. Esa emulación, buscada o no, impide disfrutar de la ironía que Bellido sí ha sabido integrar en composiciones previas. Aquí, no obstante, queda una corrección, una muestra de sus lecturas, pero el freno se echa rápido.

Lo prefiero no tanto cuando abraza lo coloquial o la anécdota que tampoco alcanza intensidad, pero sí en las ideas que pueden extraerse de los poemas más personales, pese a lo desgastado del término. Aquellos en los que alude a su madre, su novia, y cierta amabilidad consigue que nos prendemos, igual que en los poemas más engañosamente prosaicos de Joan Margarit, atrayéndonos con ese sentimiento amenazado siempre por la orfandad que deja.

Mejores los dos que cierran, Julien Sorel toma la determinación de conquistar sus sueños, el que, personalmente, me ha parecido sobresaliente respecto a los demás, y el ya mencionado We never learn. Y es cierto que no, nunca aprendemos, ni acertamos de continuo, pero la honestidad del fracaso con el rostro propio enaltece todo aquello en lo que se sigue persiguiendo una aspiración, sea únicamente ‘charlando un rato aquí, contigo,/ a costa de los males que asedian a este mundo.’

Copyright del artículo © Luis Bravo. Reservados todos los derechos.

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Luis Bravo

'Luis Bravo (Madrid,1994) es autor de los libros de poemas 'Triestino' (Cántico, 2021), 'Las horas grises' (Comares, col. La Veleta, 2022), del libro de relatos 'La noche de San Silvestre' (Balduque, 2024) y editor del volumen 'Flores y ruina. Antología de relatos sobre el desamor' (Dos Bigotes, 2024).'
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