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«Speed Spaulding» (1940-1941), de Philip Wylie, Edwin Balmer y Marvin Bradley

Speed Spaulding (enero de 1940-marzo de 1941) fue una oferta ciertamente inusual dentro del mundo de las tiras sindicadas de prensa norteamericanas. En ella se contaba, con algunas modificaciones, la historia que Edwin Balmer y Philip Wylie habían narrado en Cuando los mundos chocan en 1933. En esa novela, un par de planetas errantes se dirigen hacia la Tierra en un choque inminente que destruirá nuestro mundo. Se inicia entonces una desesperada carrera por salvar a parte de la especie humana del cataclismo.

La versión en viñetas añadía a ese escenario de fondo el imprescindible héroe deportista y de mandíbula cuadrada que da título a la tira, así como a su interés romántico, Ann, hija del científico constructor de la nave que tratará de salvar a unos pocos de la destrucción. Junto con el romance, los autores incorporaron otra subtrama de intriga en la forma de una banda de gangsters que trataban de robar los planos de la nave ayudados por un científico traidor de un país no mencionado (aunque su apellido, Mitusiki, apuntaba claramente la dirección).

Lo extraño de la propuesta se puso de manifiesto en que, aunque el sindicato responsable de la misma, John F. Dille Company, comenzó a anunciarla en 1938, ésta no debutó hasta el 8 de enero de 1940, lo que indica que hubo de pasar bastante tiempo hasta que el sindicato convenció a los suficientes periódicos como para que la producción de la tira resultara rentable.

Speed Spaulding era un cómic poco habitual, como hemos dicho, en el sentido de que la mayoría de las adaptaciones de una obra literaria tendían a escoger clásicos (como Dickens o Poe) o best-seller del momento, y no una novela de ciencia ficción, género entonces circunscrito a un público muy concreto. Otro aspecto que la distinguía de otras adaptaciones era que contaba tanto con una tira diaria como con una página dominical que continuaba la línea narrativa del resto de la semana. Esta última comenzó el 14 de enero de 1940.

En la novela original, una nave espacial que hace el papel de Arca, consigue escapar de la Tierra justo a tiempo y aterrizar en uno de los planetas errantes. El pequeño grupo de supervivientes encuentra habitable ese nuevo mundo y el relato termina con una nota optimista, resaltando la posibilidad de comenzar de nuevo. En la versión en cómic, que contabilizó 384 tiras y 63 páginas dominicales hasta el 29 de marzo de 1941, no se ofrece tal conclusión. En la última tira la nave despega, la Tierra explota y nunca llegamos a saber si el héroe y su amada vivirán felices por siempre jamás.

A diferencia de la otra tira de ciencia ficción que distribuía el sindicato de John F. Dille, Buck Rogers, Speed Spaulding nunca gozó de popularidad ni entre los lectores ni entre los propios periódicos que la publicaban. Con la guerra asolando medio mundo, el público americano estaba menos interesado en la colisión de dos planetas errantes que en las menos distantes amenazas para Estados Unidos que se alzaban en el este y el oeste. Las historias sobre catástrofes planetarias no eran ya precisamente una novedad y el enfoque de ésta era particularmente deprimente.

Además, el guión –que aun viniendo firmado por los escritores de la novela original probablemente eran obra de negros a sueldo del sindicato– estaba poco inspirado y el dibujo de Marvin Bradley, aun correcto, era en exceso rígido y deudor del estilo de Milton Caniff (algo que se puede identificar en los rostros de los personajes y un tímido claro oscuro).

Así que apenas un año después de su comienzo, el mundo terminó con una explosión y la tira con un silencioso suspiro. Speed Spaulding fue un triste caso de buenas intenciones frustradas por una aparición en el momento equivocado.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".