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«Schadenfreude: La dicha por el mal ajeno», de Richard H. Smith

Las neurociencias, la psicología y la antropología cultural conocen desde hace mucho tiempo el problema del mal, y han tratado de definir de qué modo éste introduce patrones en nuestro comportamiento, tanto individual como colectivo.

Sin embargo, cuando nos movemos en ese terreno de los esquemas preestablecidos, que además tienen que ver con la zona de grises del espíritu humano, cae en el olvido un fenómeno singular. Algo que podríamos describir como la alegría ante el padecimiento ajeno.

Encontrar placer en el infortunio de otros es algo frecuente, y sin embargo, hay pocas palabras que lo definan con claridad. Richard H. Smith toma del alemán un vocablo, schadenfreude, que además le sirve para titular este magnífico ensayo en el cual recoge las reglas fundamentales de esta evidencia psicológica. Una emoción que, por otro lado, anticipa otros mecanismos del comportamiento en los ámbitos más variados, desde el deporte y la política hasta la vida laboral, pasando por las trifulcas cotidianas que invaden las redes sociales y la telerrealidad.

Smith parece haber investigado todo (y aún más) en torno a esta oscura cualidad de los seres humanos. La habilidad de este psicólogo para descorrer la cortina de semejantes pasiones no sólo requiere mérito científico, sino verdadero talento a la hora de divulgar sin academicismos.

En Schadenfreude enumera cuestiones que cualquier lector reconocerá en su entorno más o menos inmediato. De hecho, las circunstancias de este viejísimo hábito cultural implican reacciones tan familiares ‒y poco recomendables‒ como la venganza, la manipulación o el odio al diferente.

Magníficamente escrito, el ensayo de Smith oscila entre los ejemplos más sofisticados y los más cercanos a la cultura pop, enfocando admirablemente un fenómeno que las nuevas tecnologías han hecho más notorio que nunca. Un fenómeno atávico, acaso inevitable, que, por cierto, ya fue descrito por un intelectual propenso a la polémica, Gore Vidal: «No basta con tener éxito ‒decía‒. Otros deben fracasar».

Al leer Schadenfreude he recordado algo que Umberto Eco dijo a propósito de los embustes, sobre todo cuando éstos buscan el perjuicio de otros: la gran máquina de la mentira en cierto modo dice la verdad, porque siempre revela algo sobre la fisiología de nuestro corazón.

Lo mismo vale para los innumerables ejemplos que propone y analiza Smith dentro de un contexto evolutivo y cultural: el ser humano tiende a buscar el privilegio por encima de sus congéneres, y el dolor o la humillación de éstos es una forma visceral de subrayar su triunfo y también de mostrar sus carencias. De ahí que, a lo largo de este análisis, surja aquí y allá otro fenómeno paralelo, la envidia, cuya lógica, no siempre perversa, reconocerá de inmediato quien la sienta o la padezca.

Accesible, revelador y muy ameno, el libro de Smith se convierte en un relato fascinante de todas esas excepciones morales que desprestigian, muy a nuestro pesar, la condición humana.

Sinopsis

Schadenfreude: La dicha por el mal ajeno arroja luz sobre una de las emociones más extendidas y menos reconocidas de nuestra sociedad, a saber, la secreta (o expresa) satisfacción o alegría que experimentamos al ver caer a algún poderoso, hundirse a alguna persona, empresa o institución a quien tenemos inquina, o asistir al infortunio de alguien a quien juzgamos injustamente bien tratado por la fortuna.

Richard H. Smith, profesor de Psicología de la Universidad de Kentucky y uno de los máximos especialistas en emociones malas u oscuras, como la envidia, entrevera cultura popular (como conocidas series televisivas), vida cotidiana, historia, etc., con un enfoque científico riguroso, para hacernos ver, por perturbador que resulte en ocasiones, que no hay malo y bueno en sentido absoluto, sino que en el plano de nuestra psique todo viene relacionado y tiene una razón poderosa de ser.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.