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Ryuichi Sakamoto: «Si todo sigue por este camino, la música se convertirá en una simple afición»

Cuando habla de música, Ryuichi Sakamoto (Tokio, 1952) suena tan convincente y original como en sus discos y conciertos. Artista de múltiples talentos, con un prodigioso repertorio a sus espaldas, no ha perdido la audacia pese a que ya lleva tres décadas en este oficio.

En 2009, Sakamoto viajó a España para presentar dos nuevos registros: Out of Noise, un álbum construido a golpes de inspiración, experimental y atrevido, y el elepé Playing the Piano, donde interpreta al piano sus grandes éxitos, sin olvidar los temas centrales de Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983) y El último emperador (1987), o delicadezas como Tibetan Dance y Rain. Fue en esa fecha cuando le hice la entrevista que reproduzco a continuación.

Si te sientes obligado a comprar un disco de Ryuichi Sakamoto, recopilatorios como Cinemage (1999) o este Playing the Piano (2009) son el perfecto billete de entrada hacia un mundo diverso y sin prejuicios. Como saben, Sakamoto cultiva con el mismo entusiasmo el tecnopop, la bossa nova, el rock okinawense y el minimalismo, y de igual modo le interesa el dub jamaicano que el vanguardismo sinfónico.

Imagen superior: grabación de «Memories of My Son (Requiem)» (2016)

Por supuesto, eso no es todo. Sakamoto ya lo demostró en 2004, cuando llegó a Barcelona para intervenir en el Sónar. Armado con sampler y ordenador, consiguió encender una nueva chispa de asombro al actuar junto a la Orquesta Nacional de Cataluña. A modo de propina –ahí es nada–, se reunió en el mismo escenario con el dúo Sketch Show. O lo que viene a ser lo mismo, con Haruomi Hosono y Yukihiro Takahashi, sus viejos camaradas de la Yellow Magic Orchestra.

Cordial y sin embargo discreto, Sakamoto es, además de todo eso, un estupendo conversador, y es fácil comprender por qué sigue convencido de que la música es algo trascendental.

No hace mucho, en unas declaraciones que recogía el periódico japonés Nikkei, usted destacaba lo mucho que le inquieta el impacto de internet sobre el mundo musical.

Creo que soy un músico afortunado por una razón: aún puedo realizar actuaciones en directo. El público paga por verme actuar en vivo… todavía. Una vez dicho esto, lo cierto es que en la actualidad son minoría los aficionados a la música que quieren pagar por los CDs. Pero las descargas pagadas no están compensando las perdidas que se registran en la venta de CDs. Lo cual nos lleva a otra conclusión, y es que empieza a resultar imposible vivir del comercio de CDs, y la razón, obviamente, es el uso que en este sentido se hace de internet.

Imagen superior: Sakamoto interpreta al piano «El cielo protector» (1990).

En el artículo que le comentaba, usted dice que las descargas pueden conducir a que los jóvenes tengan que plantearse si aún es posible dedicarse a la música para vivir de ella.

Con una cantidad ilimitada de música en la red… ¿quién quiere pagar por ella? Si este negocio evoluciona de forma que nos resulta imposible vivir de la música, me preocupa que cada vez menos talentos jóvenes se incorporen profesionalmente a este oficio. Como sabes, los músicos necesitamos ingresos para vivir. En realidad, si todo sigue por este camino, la música se convertirá en una simple afición. Dejará de ser un negocio y pasará a ser un hobby. Y en este sentido, sí que me inquieta el futuro.

Por otro lado, desde que el homo sapiens dio sus primeros pasos, la música siempre nos ha acompañado, y esta crisis no implica su desaparición. La música sobrevivirá… Y debo añadir que tengo sentimientos contradictorios al respecto, porque también apoyo la libertad de internet. Es un tema complicado para mí.

Su carrera parece excluir cualquier etiqueta. Ha fusionado el pop y la música electrónica con tradiciones folclóricas de Okinawa, Indonesia o África. Bach o Debussy le influyen tanto como los Beatles. Y en su faceta de compositor clásico, aborda ahora un concierto para koto y orquesta. Dígame, ¿que le lleva una y otra vez al crossover? ¿Quizá la necesidad de huir de los géneros más reconocibles? ¿O sólo trata de no aburrirse?

Bien…, yo escucho todo tipo de música. Me interesan todos los géneros musicales. Bueno, todos excepto el country. Pero con esa salvedad, me atraen todos los estilos de la música. Es algo que forma parte de mí, y además he crecido con esa predisposición. Tengo muchísima curiosidad. Me atrae lo que desconozco, y en definitiva, me dejo guiar por mis intereses. No se trata de evitar el aburrimiento, que suena más bien negativo. Simplemente, soy curioso, y eso me lleva a experimentar y a ir de un género a otro.

Imagen superior: «Feliz Navidad, Mr. Lawrence» (1983).

A estas alturas, ya tiene un prestigio consolidado como artista integral. No sólo es un icono pop, sino que se habla de sus creaciones en las revistas de música clásica. ¿Hay algo que eche de menos de los tiempos en que fundó la Yellow Magic Orchestra con Haruomi Hosono y Yukihiro Takahashi?

No, no echo nada de menos. Ésa es una etapa que dejé atrás. Han pasado ya más de treinta años… Y sin embargo, desde que participamos en el Sónar, los tres miembros de la banda hemos empezamos a tocar juntos de nuevo. De hecho, nos reunimos para tocar juntos cada año, pero no sólo por ese pasado que compartimos.

Estamos aún interesados en explorar nuevos territorios, mirando hacia el futuro. Esa es la razón por la que aún puedo tocar con ellos después de tantos años. Sin marcarnos fechas para editar un álbum, también estamos grabando algunos temas. Quizá, en el futuro, nuestro reencuentro dé lugar a un nuevo disco.

A pesar de todo, parece no sentir nostalgia…

Es una cuestión interesante. Por lo común, no suelo escuchar de nuevo mis antiguos discos. De todas formas, hay ocasiones en que tengo que hacerlo. Y la verdad es que el sonido de aquellos años es muy fresco. El material de aquella primera etapa suena… joven. Digamos que yo estaba en la primavera de mi vida, y ya no puedo reproducir ese sonido, porque ese periodo terminó. Cada estación de la existencia tiene un sonido diferente, y por seguir con la metáfora, me gusta el sonido de aquella primavera… Es algo joven e irrepetible.

Imagen superior: banda sonora de «El Renacido» («The Revenant», 2015).

¿Cómo elige el repertorio de sus conciertos en solitario?

Cada concierto es distinto, y la verdad es que tengo cierta tendencia a aburrirme. Acabo cansándome de la rutina. Para mí sería imposible tocar cada noche los mismos temas. En realidad, tengo una lista de cincuenta piezas.

La audiencia y el lugar donde toque me van inspirando, e improviso sobre la marcha. Los temas que no suelen faltar son, por ejemplo, los de Feliz navidad, Mr. Lawrence y Tacones lejanos.

Copyright del artículo y de las fotografías © Guzmán Urrero Peña. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.