Peter Watson en Historia intelectual del siglo XX dice, al final de un capítulo dedicado a la Francia de finales de la década de 1950, que aquel momento era «… la última ocasión en que pudo decirse que la cultura elevada dominaba una civilización de relieve.»
Laurent Binet, premio Goncourt, publicó en 2016 La séptima función del lenguaje. Se trata de un libro extraño: analiza la muerte de Roland Barthes como si se hubiera tratado de un asesinato y como si la causa del crimen hubiera sido el intento de control de un conjuro para dominar a las masas.
En el diccionario de la RAE, la segunda acepción de conjuro es «Fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea.» Es precisamente este artefacto lingüístico el que, según el libro, intentan conseguir todos los actores de la obra: políticos como Mitterrand y Giscard d’Estaing; filósofos como Deleuze, Foucault, el siquiatra Lacan y otros muchos.
Impregna la novela una cierta nostalgia de que la civilización pudiera estar dominada por la cultura elevada; es decir, de lo que había sido la cultura francesa después de la guerra y hasta 1960. Esa nostalgia se expresa, sobre todo, en el hecho de que la intriga se centra en juguetes intelectuales.
Imagen superior: Laurent Binet, entrevistado sobre»La séptima función del lenguaje» en «La grande librairie» (France 5).
Cada época tiene un estilo identificable tanto en sus aspectos externos, estéticos y formales, como en la forma en que se utiliza el lenguaje y, en concreto, en los géneros literarios que se frecuentan. Aparte del ensayo, la época que comento tuvo como uno de los vehículos principales el teatro, lo mismo que la Ilustración tuvo la novela filosófica, y a principios del siglo XX la novela con monólogo interior (Joyce y Proust). En este sentido, las descripciones en la novela de Binet tienen un aire teatral e incluso de películas de la nouvelle vague.
Curiosamente, uno de los protagonistas de la novela es Umberto Eco, semiólogo como Barthes.
Imagen superior: Umberto Eco.
Impulsado por Barthes he releído El cementerio de Praga, que es una reflexión narrativa de Eco sobre el folletín, un tipo de novela por entregas que tuvo un enorme éxito hacia la mitad del siglo XIX. De forma similar, El péndulo de Foucault es una puesta en escena de los delirios de El retorno de los brujos (Pauwels y Bergier), La isla del día de antes lo es de la novela del XVIII (recuerda a Defoe y a Swift) y La misteriosa llama de la reina Loana es un ajuste de cuentas de Umberto Eco con sus recuerdos de infancia.
Eco logró, en cada una de sus novelas, analizar diferentes épocas, contándolas a través del estilo imperante en cada una de ellas. De esa forma, el lector consigue viajar en el tiempo, poniéndose en la piel de los personajes. En todas ellas, el estilo es relevante y se convierte en parte de la propia trama.
Consciente de esto último, Binet, en La séptima función del lenguaje, pone sobre el tapete uno de los elementos de la posmodernidad: filtrar el pasado a través de la mirada contemporánea.
Imagen de la cabecera: Roland Barthes (fotografía publicada por cortesía del equipo de «Fabula, la recherche en littérature» con licencia CC).
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