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Recuerdo de Noemí Ulla (1940-2016)

Le tocó morir en Buenos Aires, la ciudad en la que vivió durante décadas y cumplió la mayor parte de su obra literaria y docente. Pero era rosarina y cabe recordarlo porque pertenece a una época muy intensa de la cultura letrada del país que se dio en esa ciudad de Santa Fe sobrenombrada la Chicago argentina.

Quita, como la llamábamos sus amigos y continúa llamándose en nuestra memoria, siguió los cursos de David Viñas sobre historia social de la literatura, conoció los comienzos de Juan José Saer y el movimiento de vanguardia estructural con Nicolás Rosa como crítico relevante.

En esa línea histórica de revisión publicó Tango rebelión y nostalgia, que nos sirvió de referencia a quienes intentábamos una sociología de la cultura que se ocupara del arte popular sin deslizarse hacia la retórica populista ni hacia el mecanicismo materialista. En varios volúmenes de crítica literaria centrada en las letras argentinas, Quita mantuvo esta tradición que modula sin dogmatismos diversos aportes de las escuelas en la materia.

En efecto, los años sesenta y setenta del pasado siglo fueron ricos en polémicas, luego oscurecidas por la irrupción del terrorismo de Estado dictatorial. Quita supo liberarse de banderías y mantener su independencia personal. La suya es una obra crítica en el sentido liberal de la palabra: palabra que pone en crisis a otra palabra y entabla un diálogo con ella. En parte, su libro de conversaciones con Silvina Ocampo lleva la experiencia al extremo.

Hay, además, un narradora importante en su catálogo. Es la Urdimbre, Ciudades, Una lección de amor, El ramito y un largo etcétera del cual extraigo estos títulos al azar de la memoria. Quita hizo un arte de la pequeña mirada para descubrir en sus relatos lo extraordinario que enmascara lo cotidiano. La mirada del niño en la casa familiar, de la mujer en la sociedad donde busca ser reconocida y examina rincones y recovecos, la provinciana que explora la gran capital, la viajera que se extraña de encontrar familiar el lugar extranjero. Con aparente sencillez, su prosa es elaborada y juega a ser lo menos literaria posible, como para ponerse a ras del lector, amigable y fraterna, teniendo en cuenta que no siempre resultamos ser amigos de nuestros hermanos.

Como diría Borges de su ancestro Lafinur, le tocaron tiempos difíciles, según ocurre a todos los hombres. Quita nos deja el testimonio escrito de una estoica defensa de la libertad individual aun cuando la historia empuja, secuestra y aplasta a todos y a cualquiera.

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Blas Matamoro

Ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Nació en Buenos Aires y reside en Madrid desde 1976. Ha sido corresponsal de "La Opinión" y "La Razón" (Buenos Aires), "Cuadernos Noventa" (Barcelona) y "Vuelta" (México, bajo la dirección de Octavio Paz). Dirigió la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" entre 1996 y 2007, y entre otros muchos libros, es autor de "La ciudad del tango; tango histórico y sociedad" (1969), "Genio y figura de Victoria Ocampo" (1986), "Por el camino de Proust" (1988), "Puesto fronterizo" (2003), Novela familiar: el universo privado del escritor (Premio Málaga de Ensayo, 2010) y Cuerpo y poder. Variaciones sobre las imposturas reales (2012)
En 2010 recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural. En 2018 fue galardonado con el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras a la Mejor Obra de Ensayo del trienio 2015-2017, por "Con ritmo de tango. Un diccionario personal de la Argentina". (Fotografía publicada por cortesía de "Scherzo")