Un conjunto de muy buen ver de feministas en shorts fleta un barco para rodar una película en Skull Island, no sin antes haberse traído metido en un saco al galán del filme, rubiasco pelilargo y tontilón llamado Ray Fay.
Dirige la expedición una maitresse dominante provista de fusta, entre números musicales de vodevil, montones de piernas, plantas que pellizcan traseros, danzas picantes y risibles dinosaurios de goma.
Porque en la isla encuentran, por descontado, a una tribu de espectaculares modelos en bikini que custodian el hogar de Queen Kong. La mona gigante, con tetitas y felpudo, viene a encapricharse rápidamente del único varón rubio y heterosexual que ha visto en su simiesca existencia. De ahí a su captura y exhibición pública en Londres no hay más que un paso, cabe imaginárselo.
Comedia underground desternillante y chiquitesca más fresca que una lechuga, que se ríe hasta hartarse de Dino De Laurentiis y su King Kong pijo a base de chicas guapas, chistes inteligentes, diálogos increíbles -incluyendo algunos «Unga-batunga-munga-bongo» para hablar con las amazonas- y un humor a caballo entre John Waters y Benny Hill capaz de alegrar el día a la más depresiva de las criaturas. Siempre que se deje acunar a gusto por la total falta de vergüenza, claro está…
Director: Frank Agrama. Con Robin Askwith, Rula Lenska, Valerie Leon, Carol Drinkwater. Color, Inglaterra/ Rep. Federal Alemania/ Italia/ Francia (¡todos pusieron pasta!), 1976
Copyright del artículo © Pedro Porcel. Tras publicarlo previamente en El Desván del Abuelito, lo edito ahora en este nuevo desván de la revista Cualia. Reservados todos los derechos.