Madrid, 13 de octubre de 2010.- Uno de los méritos que Bigas Luna podrá esgrimir cuando alguien le hable en el futuro de su película DiDi Hollywood, será el de haber lanzado la carrera cinematográfica del modelo Paul Sculfor.
Sin duda, uno de los signos de nuestro tiempo ha sido la asociación entre cultura y celebridad. Es decir, la asociación entre el arte y ese juego frívolo que se celebra en la alfombra roja, bajo el parpadeo de los flashes fotográficos.
Sculfor conoce bien las dos dimensiones de ese fenómeno. No le es ajeno el glamour de las pasarelas, pero quiere dar el salto al mundo de la interpretación después de haber colaborado con firmas legendarias, como Christian Dior y Jean Paul Gaultier.
Cuando me reúno con él para hablar sobre su trabajo en DiDi Hollywood, descubro a un hombre afable, tranquilo, cuyo encanto le ha valido ser desde hace mucho portada en las revistas de moda.
Su primera pasión, antes de la moda y el cine, fue el boxeo. ¿Le han ayudado en sus estudios de interpretación la disciplina y la entrega que requiere ese deporte?
Precisamente mi preparador en ese campo –mi acting coach– recurre a eso. Se refiere al boxeo para enseñarme a luchar y a mantener la disciplina como actor. Emplea ese tipo de referencias, y yo entiendo su lenguaje.
Hay una secuencia de DiDi Holywood en la que usted aparece boxeando. ¿Fue iniciativa de Bigas Luna o es usted quien se lo sugirió?
Bigas y yo hablamos de ello. Discutimos sobre mis pasiones y mis experiencias, y él pensó que sería muy interesante que Steve, el personaje al que interpreto, también practicase boxeo.
Usted es un modelo prestigioso, con una extensa carrera profesional. Sin embargo, hasta ahora, el objetivo de la cámara se ha fijado en usted, pero también en la ropa que vestía. En el cine es diferente, porque la cámara debe reflejar detalles muy íntimos de su interpretación. ¿Se siente más vulnerable en esta nueva faceta?
Cuando daba mis primeros pasos como modelo, solía mirar al resto de mis compañeros. Observaba quién era bueno en este oficio, y quién no lo era. Verás… había tipos con una presencia física extraordinaria, y mejores cuerpos que el mío, pero lo cierto es que, también en ese mundo, los ojos son las ventanas del alma.
He trabajado con el fotógrafo Bruce Weber. Al posar para él, debes saber lo que desea. Aunque sea un retrato o una imagen fija, esa imagen nos cuenta una historia que también podría darse en la gran pantalla. Las similitudes entre esa actividad y el cine están ahí, y son muchas, aunque está claro que también hay diferencias.
Cuando yo posaba como modelo, un detalle esencial era qué sucedía en mi interior. Cualquiera puede mostrarse frente al objetivo, pero lo decisivo es reflejar algo más profundo, aparte del modo en que la ropa se presenta.
Piensa en Kate Moss… Ella es alguien especial: alguien que le gusta a la gente por lo que es capaz de transmitir.
Lo mismo sucede con la interpretación. Por así decirlo, cuando uno es un actor brillante, menos es más. Y en el caso de esta experiencia con DiDi Hollywood he podido comprobarlo. Interpretar a Steve supuso meterme en su cabeza, en sus pensamientos…
El hecho de aparecer en la gran pantalla y la celebridad que eso conlleva le convierte en alguien muy cercano para el público. ¿Cómo reacciona ante esa excesiva familiaridad? ¿Siente que los espectadores o incluso la prensa le tratan como si le conocieran, cuando evidentemente no es así?
Es algo muy interesante, porque también me sucede a mí. Cuando me encontré por primera vez con Peter Coyote, sentí como si le conociera. Y lo sentía así porque ha estado en mi cuarto de estar, mientras le veía interpretar una película en mi televisión… Esa es una faceta interesante y también extraña de nuestro trabajo.
En el mundo de los modelos, se da el caso de que la gente, aun sin saber tu nombre, te reconoce por una u otra marca. En el fondo, forma parte del trato.
Más allá de la celebridad, me interesa el modo en que usted se está esforzando para ser actor y que el público lo tome en serio. ¿Está siguiendo algún metodo en concreto para ello?
Tengo un guía en Los Ángeles. Su nombre es Gabriel. Su padre y su abuelo fueron actores famosos, y él está muy vinculado al Actors Studio. También estudié durante dos años en Londres la técnica Meisner, el método desarrollado por Sanford Meisner.
Veo constantemente a mi amigo Gabriel. Leemos textos sobre historia de la interpretación y practicamos ejercicios cada día…
Hace unos diez años, me ofrecieron participar en un film, básicamente por mi apariencia física. No había nada profundo en aquello… Lo digo porque mucha gente cree que actuar es algo sencillo, pero es un auténtico arte: un viaje espiritual. Por eso me siento afortunado de contar con Gabriel. Cuanto más aprendo, más me queda por saber. Para mí, la interpretación se ha convertido de un viaje de descubrimiento, en el que exploro mis habilidades, controlo mis temores y expulso mis demonios.
Es una cuestión muy profunda, y en este proceso, tienes que descubrir quién eres para poder saber quién es la persona a la que debes interpretar. Tienes que meterte en su piel.
Hay actores que dejan atrás el personaje en cuanto salen del escenario o se apagan las cámaras. Para otros, el personaje casi se convierte en obsesión.
Cómo diría… es como una chaqueta que te sienta bien, y que no puedes quitarte. Para algunas personas, eso puede suponer un problema. No lo sé, quizá llegue a tener esa dificultad en el futuro.
En todo caso, desde el punto de vista psicológico, hay algo interesante en el modo en que descubres cada nueva faceta del personaje. Siempre encuentras algo de ti que se relaciona con ello, sobre todo si eres sincero en tu interpretación y preparas ese viaje interior que te permite elaborar el papel.
¿Y qué me dice del viaje que le ha llevado a interpretar a Steve en DiDi Hollywood? ¿Cómo le ha cambiado esta experiencia?
Me gusta aprender de otros, y en este rodaje he aprendido de alguien como Peter Coyote, un actor que es muy modesto pese a su enorme experiencia vital y a las 120 películas en las que ha intervenido. Lo mismo me ha pasado con Bigas Luna.
Resulta estupendo aprender de ellos. Soy nuevo en este oficio, y es un verdadero privilegio ver cómo alcanza nuevos límites gente que conserva esa humildad.
Hace años, usted declaró que el de modelo le parecía el mejor trabajo del mundo, entre otras cosas porque le permitía conocer gente, llevar ropa estupenda, viajar… ¿En qué medida siente que la interpretación ha cambiado esa perspectiva? ¿Se siente más maduro, quizá?
Aún creo que la razón por la que la considero la mejor ocupación posible es porque yo provengo de una familia trabajadora. De hecho, la primera vez que yo fui en avión tenía quince años. Dedicarme a la profesión de modelo supuso una enorme alegría porque podía viajar, conocer gente, aprender… Y por supuesto, hay otros elementos atractivos en esa actividad.
En cualquier caso, la interpretación implica un grado de madurez. La profesión de actor consiste en contar historias. Además de tener una buena historia, debes ser capaz de entender sus matices.
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