“¿Era entonces solo para servir a Dios que coleccionaba tantas obras de arte? En su libro El Escorial: arte y poder en el Renacimiento, el historiador Henry Kamen llega a la conclusión de que el interés del rey por el arte tenía «un carácter positivo y personal. No consideraba a los pintores meros artesanos, sentía un respeto profundo y crítico por ellos.» Según Kamen, no debe extrañarnos el hecho de que Felipe II quisiera por ello tener en su casa muchas obras de pintores como Tiziano y Tintoretto y de los primitivos flamencos. Después de todas las noticias que habían llegado hasta él y lo que había visto con sus propios ojos, quería competir con su colección con mecenas como Rodolfo II, Cosme I de Médici y Maximiliano II.”
Esperad, que debo respirar profundo antes de continuar…
El autor de estas palabras es Henk Boom, periodista holandés, corresponsal en España, en su libro El Bosco al desnudo: 500 años de controversia sobre Jheronimus Bosch (Antonio Machado, 2016). Toma las palabras de Henry Kamen, ese hombre…
Por favor, que alguien diga a estos dos caballeros, porque creo que no lo saben, que Maximiliano II es primo hermano a la par que cuñado de Felipe II, y que Rodolfo II es su sobrino, criado a la sombra de su tío, en los palacios reales de Aranjuez y Madrid. Que alguien les comente que quién llevaba la voz de mando era El Prudente; que él era el modelo a imitar por parte de los dos Habsburgo “menores” y no al revés.
Por favor, que me va a reventar la tapa de los sesos si sigo leyendo tanto argumento estúltico… Cuánto daño ha hecho la maldita narrativa protestante…
Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.