Encuentro esta fantástica foto de Miss Lurline. Lurline, la mujer anfibia, competía con Miss Zenobia, la “hija del aire”. Pero su espectáculo provocaba sensaciones distintas a la admiración que suscitaba la gimnasta Zenobia.
El de Lurline era tan inexplicable y sorprendente como la primera luz de gas o el primer despacho telegráfico. Actuó en Barcelona en 1877, cuando Teatro Tivoli, era aún un teatro de verano, un barracón de madera donde se representaban zarzuelas, óperas y espectáculos musicales. En Madrid, el prestigioso Teatro Español acogió el espectáculo.
Dentro de un tanque de cristal lleno de agua, realizaba diferentes ejercicios del tipo de «fumar, beber y comer», como dejaba bien claro la publicidad. Hay ocasiones en que el periodista no puede ocultar sus sentimientos.
El reportero que cubrió para la «Ilustración española e Hispanoamericana» la actuación de Miss Lurline, la reina de las aguas, terminó seducido por ella. «Mucha razón han tenido todos los que la han llamado reina de las aguas, pues no es posible otra cosa sino admirarla y aplaudirla al verla dentro del acuario revolverse entre las aguas, comer y beber con la misma tranquilidad que si estuviera en tierra firme…».
Sin embargo, inicialmente, su actitud había sido de frontal rechazo. Al reportero le parecía muy mal que un espectáculo como aquel se representara en el teatro Español. Pero de pronto tres o cuatro peces plateados bogaban en el acuario alrededor de Miss Lurline. Ella subió a la superficie, con su melena suelta, convertida en promesa y enigma. Y se acabaron las críticas. «Mucha razón han tenido todos los que la han llamado reina de las aguas, pues no es posible otra cosa sino admirarla y aplaudirla al verla dentro del acuario revolverse entre las aguas», Miss Lurline se sumergió de nuevo con un cuchillo en la mano y una manzana en la otra. « Hay que verla comer y beber con la misma tranquilidad que si estuviera en tierra firme…».
Con una calma envidiable peló la manzana y se la comió en el fondo del acuario. A cada mordisco mostraba sus dientes blancos y miraba a los espectadores con sus ojos expresivos incluso desde el fondo de las aguas. Lurline sonríe. Lurline escribe en la pizarra con letra clara. Siempre bajo el agua. Lurline contiene un largo rato la respiración. Y el reportero tampoco logra respirar. « ¿Están vigentes las leyes físicas? » ‒se pregunta. Y es esta pregunta la que hace del espectáculo de Lurline un espectáculo mágico.
En Barcelona, Lurline fumó bajo el agua. Los espectadores ¿encontraron respuesta a la pregunta? ¿Verdaderamente se mantenían vigentes las leyes físicas? Los más avispados hablaban de un doble recipiente o de un juego de espejos… Pero nadie pudo asegurar, a ciencia cierta, haber dado con el secreto, por cuanto la entrada al escenario, mientras se preparaba y llenaba el tanque de cristal, estaba del todo prohibida».
«No hubo espectador que no saliese del Tivoli ‒escribe Dalmau en El circo en la vida barcelonesa (1)– que después de contemplar el trabajo de Miss Lurline, convencido de la imposibilidad física de lo que acababa de presenciar, nadie acertaba con el «truco» que permitía a una persona sumergida en el agua comer y fumar tranquilamente.
Encarnaba el mito de la sirena, pero Lurline en realidad se sentía una ninfa. Había tomado su nombre de una ópera romántica que relataba la historia de los amores de una ninfa, que vivía en el seno del Rhin, compuesta por William Vincent Wallace. Lurline se deslizaba bajo el agua majestuosamente. El periodista cayó rendido: «Imaginad que los peces del acuario toman lección de natación».
(1) Antonio R. Dalmau: «El circo en la vida barcelonesa» ; Ediciones Librería Millá. Monografías Históricas de Barcelona nº 20; Barcelona. 1947.
Imagen de la cabecera: Miss Lurline, Fotografía de Sophus Williams, 1881.
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