El 27 de mayo de 1929 los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia inauguraron el pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona. En la inauguración estaba su autor, el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, con sombrero de copa, chaqué y polainas.
Imagen superior: Alfonso XIII y Mies van der Rohe. Barcelona, 1929.
Mies, nacido en Aquisgrán en 1886, en el seno de una familia de artesanos dedicada al cincelado de mármoles, fue uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Fue él quien creó el mundo de edificios de acero y cristal que hoy nos resulta tan familiar.
En 2016 la editorial Reverté publicó en nuestro idioma una edición revisada de la apasionante biografía escrita por Franz Schulze en 1985: un libro que nos permite acceder a la trayectoria vital de esta figura tan influyente.
El pabellón de Barcelona es la quintaesencia de la filosofía de Mies: “La forma no es la meta, sino el resultado de nuestro trabajo”. El arquitecto era un perfeccionista que trabajaba hasta el más mínimo detalle. Su lema, “Menos es más”, era un corolario de las palabras de San Agustín: “La belleza es el resplandor de la verdad”.
Imagen superior: Proyecto edificio oficinas en la Fiedrichstrasse. Berlin, 1922.
Fue director de la Bauhaus durante los primeros años del nazismo, hasta que emigró a Estados Unidos en 1938. Se instaló en Chicago, donde construyó entre 1948 y 1951 las dos torres de apartamentos del 860-880 Lake Shore Drive. Son los primeros rascacielos de acero y cristal que consolidan el llamado estilo Internacional.
Imagen superior: Apartamentos 860-880, Lake Shore Drive. Chicago, 1951.
Entre 1946 y 1951 diseñó la casa Farnsworth. Junto con el Pabellón de Barcelona, ese edificio es la apoteosis de toda una visión del mundo. Le costó un pleito, famoso en su época, con la doctora Farnsworth, que lo demandó por un exceso de costes. Por otro lado, ella consideraba que la casa era inhabitable. Se trataba de una caja de cristal abierta a su entorno. Digamos que Van der Rohe no fue el único arquitecto que sacrificó a sus clientes en el altar de la necesidad creativa.
Imagen superior: Casa Farnsworth, Illinois.
Sus herederos intelectuales fueron, entre otros, los miembros del estudio Skidmore, Owings & Merrill, constructores de rascacielos de acero y cristal. Sin embargo, su más directo colaborador, Philip Johnson, que trabajó con él en el edificio Seagram, sorprendentemente fue uno de los abanderados del movimiento posmoderno.
El mundo estaba cambiando, y a finales de los años 1970 el estilo Internacional ya no representaba la modernidad.
Imagen superior: Edificio Seagram en construcción (Park Av., Nueva York, 23/01/1957).
Robert Venturi, arquitecto de Filadelfia, había publicado un libro en 1966, Complejidad y contradicción en arquitectura, en el que atacaba el estilo Internacional. Abogaba por los elementos híbridos y la ambigüedad frente a la pureza y la claridad. En 1972 publicó, junto a su socia y esposa, Denise Scott Brown, “Aprendiendo de Las Vegas” que era todo un manifiesto. Atacaron a Mies en el núcleo de su filosofía: “Más no es menos” y “Menos es un aburrimiento”.
Imagen de la cabecera: Mies van der Rohe con la maqueta del Crown Hall. Instituto Tecnología de Illinois, Chicago, 1956.
Copyright del artículo © Joaquín Sanz Gavín. Reservados todos los derechos.