Vivimos en una época tan políticamente correcta y rodeados de tantos idiotas hipócritas y educados (claro que mejor vivir rodeado de hipócritas educados que de criminales salvajes, los cuales por desgracia no suelen ser ni hipócritas ni educados), que casi todo lo interesante que sale a la luz en el campo cultural desde hace varias décadas es en algún momento u otro tachado de “fascista” por alguno de esos idiotas.
Así le ha sucedido históricamente tanto a los cómics de la Marvel como a las películas de Sergio Leone y Clint Eastwood, pasando por las canciones de Queen.
Siempre hay un pesado dispuesto a llamar fascista a una obra de arte. ¡Como si eso influyera en su calidad!
Precisamente con Eastwood inició su carrera como guionista y director Michael Cimino (coguionizando la entrega más interesante de la saga de Dirty Harry –Magnum Force de 1973– y escribiendo y dirigiendo la entretenidísima Thunderbolt and Lightfoot de 1974), fallecido en 2016 a los 77 años.
A su muerte, un montón de plañideros se volcaron a hablar de su peliculón El cazador con ese amor incondicional con que se reverencian los mitos que ya no se cuestionan: probablemente, más de la mitad de esos mismos que ahora babean hablando de este largometraje fueron o hubieran sido los mismos que lo acusaron a finales de los 70 de ser un himno fascista…
El cazador (The Deer Hunter, 1978) fue destrozada por la crítica y considerada un insulto a los abusos estadounidenses en la guerra del Vietnam. Tal vez la reseña más dura que generó sea la que escribiera en 1979 el crítico Johnathan Rosenbaum, comparando a Cimino con una “Leni Riefenstahl bebé” (lo cual no deja de tener su gracia, ya que otro crítico indignado, Peter Biskind, dijo por su parte que Cimino era “nuestro primer director fascista adulto, nuestro propio Leni Riefenstahl«); y de paso acusa de fachos insensibles a sus colegas Martin Scorsese por Taxi Driver (1976), John Milius por Big Wenesday (1978) y Francis Ford Coppola por Apocalypse Now (1979). Vamos, se carga él solito el mejor cine estadounidense de esa década.
En algo tiene razón Rosenbaum: puede que todo ese cine sea fascista, al menos según el protocolo PC. El colonialismo condescendiente está en el ADN de Hollywood, por un lado; y todo creador genuino va a ir siempre más allá de la moral considerada “adecuada” en su época, por otro. Lo que quiero decir es que una obra con verdad artística siempre se arriesga a que la acusen de algo.
Pero lo que nadie duda es que esas cuatro son grandes películas.
Ah, por cierto, El cazador ganó cinco Oscar en 1979, lo cual no es ninguna garantía de su calidad (más bien todo lo contrario), así que para un juicio más equilibrado –y negativo finalmente, contra mi propio parecer– de El cazador, mejor lean este ponderado análisis.
Y eso fue sólo el principio para el via crucis profesional de Cimino, como él mismo nos resume sucintamente: “En mi primera película, era homofóbico. En la segunda, un fascista de derechas. En la tercera, un marxista de izquierdas, y en la cuarta película, un racista”.
Pocos artistas pueden presumir de tamaño currículum de acusaciones.
Mi Cimino favorito
En 1980, Cimino dirigió la película que hundiría su carrera y hundió también una gran productora (United Artists): Heaven’s Gate, que en su metraje inicial sobrepasaba las cinco horas y que también fue recibida con cuchillos por la crítica de entonces. Hoy está considerada otra obra maestra.
Para los que busquen algún buen pretexto para criticar el filme, les diré que contiene un montón de maltrato animal real: “Peleas de gallos, gallinas decapitadas y tortura física a caballos, incluyendo al menos cuatro muertes”. Eso tampoco tiene nada que ver con la calidad de una película, pero en fin, hay gente para todo…
Sin embargo, ni El cazador (estéticamente preciosa, pero bastante boba) ni La puerta del cielo (estéticamente preciosa) son mis películas favoritas de Cimino. A mí la que me pone es Year of the Dragon, de 1985.
¿Por qué? Bueno, así a bote pronto, contiene el guion más interesante que haya escrito Oliver Stone, el papel más torturado (bueno, no: todos los suyos son equally tortured) de Mickey Rourke y la dirección más rabiosa de todas las películas dirigidas por Cimino.
Con un ascenso y una caída muy similares a los de Marlon Brando, Rourke vivió su período profesional dorado entre 1983 y 1987, protagonizando cuatro clásicos (cinco, si metemos 9 Semanas y media de Adrian Lyne –a mí no me gusta, pero a su manera lo es– en el mismo saco): Rumble Fish de Coppola, Angel Heart de Alan Parker, Barfly de Barbet Schroeder y el título de Cimino mencionado. No está nada mal para un solo lustro de trabajo…
Año del Dragón / Manhattan Sur (títulos peruano y español, respectivamente) enfrenta a un policía testarudo de origen polaco (Rourke) con la Tríada neoyorquina de Chinatown (liderada por el fascinante y bello John Lone). La película transmite una ambigüedad incómoda y agresiva: es difícil que el espectador no se violente ante la actitud del protagonista, aunque hay que reconocer que sus motivaciones personales devendrán más cegadoras que por ejemplo las esgrimidas por el personaje principal del clásico racista más célebre de la historia del cine estadounidense, The Searchers de John Ford. (El texto más inteligente que he hallado sobre el racismo de Ford, mencionando que Tarantino le odia expresamente por ese motivo, es con diferencia éste).
Nunca me canso ni me cansaré de ver Year of the Dragon: es romántica y visceral, violenta hasta la demencia y profundamente apasionada, como el cine que más me gusta.
A partir de ahí, para mí la carrera de Cimino sí se diluyó hasta la nada absoluta en sus tres siguientes, últimos filmes: The Sicilian (1987) es un título que tal vez pasó demasiado discretamente y desapercibido en su estreno: me gustó en su momento y me encantaría volver a verlo; Desperate Hours (1990) fue un remake innecesario y mal guionizado que no cumplió las expectativas de su nueva reunión con Rourke; y Sunchaser (1996) es directamente una de las películas más malas y espantosas que he visto jamás dentro de una sala de cine… Que Cimino dirigiera ese sinsentido (una mezcla imposible de Ted Post y Walt Disney) hace que él me caiga todavía mejor de lo que ya me cae.
Por no hablar del rumor de que en sus últimos años se había cambiado de sexo.
¡Gracias por tus maravillosas películas, Michael! ¡Que Dios te acoja en sus senos!
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Publicado previamente en Utero.Pe con licencia CC.