Hay certezas que se publican con una intención pero que acaban consiguiendo el objetivo contrario. Pensemos en el evidente declive de la biodiversidad y en el impacto que sobre ella tiene la irresponsabilidad humana. Lo razonable sería aunar esfuerzos ‒sin fisura alguna‒ para evitar ese naufragio global. Y sin embargo…, bueno, creo que ya adivinan a qué me refiero.
Cada vez que un científico se pronuncia ‒con datos contrastados‒ acerca de esta nueva era condicionada por la actividad humana (el Antropoceno), cualquier advertencia de peligro es silenciada por una legión de conspiranoicos, activistas políticos y profesionales del bulo. Entre todos, consiguen relativizar el impacto mediático que debiera tener esta evidencia:una nueva extinción masiva está en marcha, impulsada por esos excesos a los que se ha entregado nuestra especie bajo la divisa del progreso industrial y económico. Como si el progreso y la salvaguarda de la naturaleza no fuesen compatibles.
Hagan la prueba en cualquier foro. Por ejemplo, en las redes sociales. Mencionen hechos indiscutibles en este ámbito ‒ahí va uno: el ritmo de desaparición de especies es 100 veces mayor desde el siglo XX‒, y se encontrarán con un buen puñado de interlocutores que preferirá aislarse en su burbuja, convencidos de que estas advertencias son inventos de algún lobby político, mentiras de la prensa o simples exageraciones con las que obtener alguna subvención a cuenta del cambio climático.
¿Cómo luchar contra esa ceguera voluntaria? ¿Cómo lograr esa necesaria unanimidad que requieren las grandes causas? ¿Cómo convencer a todos de que aún son posibles el bienestar y el progreso sin necesidad de destruir el hábitat, sobreexplotar la biosfera o contaminar nuestro aire? ¿Acaso no es elocuente el dato de que en un solo siglo han desparecido tantas especies como en los 10.000 años anteriores?
Para responder a todas esas preguntas, un científico de enorme prestigio, Edward O Wilson, ha escrito este maravilloso libro. Un ensayo científico, resuelto con la maestría literaria que caracteriza a Wilson, y dotado de esa emoción que requiere el mayor de nuestros retos: la preservación de nuestro patrimonio natural.
Puede que alguien crea que la destrucción de la biodiversidad no tiene efectos colaterales. Al fin y al cabo, una planta o un animal extinguidos no tendrían por qué afectar al conjunto de la Tierra. Pero este ‒créanme‒ será un autoengaño tan peligroso como el de un piloto que, acelerando la velocidad de vuelo, ignore unas pequeñas piezas que empiezan a desprenderse del motor de su aeronave.
En estas páginas, Edward O. Wilson describe con pedagogía la crisis biológica en la que nos hallamos: un problema muy superior a los que diariamente propone el periodismo cortoplacista que triunfa en internet. Y no se limita a comunicarnos un diagnóstico temible. También nos ofrece alternativas para la curación. O mejor dicho, nos plantea un compromiso que sería viable si dejásemos atrás el ruido y empezásemos a entender con claridad el destino que nos aguarda.
¿Por qué no proteger cuidadosamente, al menos, la mitad de la superficie terrestre? De ese modo, la vida natural tendría un respiro, y el planeta podría preservarse no sólo para animales y plantas, sino también para nosotros. No es ningún delirio, y mucho menos una ingenuidad. Recuerden que lo plantea en este libro, con muchos argumentos, uno de los naturalistas vivos más prestigiosos, doble ganador del premio Pulitzer.
Wilson resume aquí toda una vida dedicada a la investigación de primer nivel. Y la urgencia con la que propone soluciones debiera servirnos para entender ese horizonte que nos aguarda si, por desgana o manipulados por otros, seguimos creyendo que este problema se arregla solo.
Sinopsis
Edward O. Wilson, elegido uno de los 100 científicos más importantes de la historia por la Britannica Guide y una de las 25 personalidades más influyentes de Estados Unidos por la revista Times.
Edward O. Wilson, padre de la biodiversidad, es el biólogo más reputado de nuestro tiempo, uno de los pensadores más influyentes de la actualidad y uno de los mejores divulgadores científicos. Su nuevo libro es un ensayo imprescindible sobre el riesgo al que se enfrenta la biosfera ante el cambio climático, así como un plan realista y necesario para enfrentarlo y garantizar la vida en nuestro planeta.
En un simple parpadeo de tiempo geológico, los seres humanos nos hemos convertido en gobernantes de la vida en la Tierra, pero también en responsables de una extinción masiva de especies (la sexta que ha conocido el planeta en sus 4.500 millones de años) que amenaza con destruir su biodiversidad y pone en entredicho nuestra propia supervivencia. Desaparecen los últimos rinocerontes de Sumatra, pero también incontables especies microscópicas, imprescindibles para garantizar la salud de los ecosistemas. Y si el calentamiento global sigue su curso, el clima se desestabilizará definitivamente y las actuales olas de calor se convertirán en norma. Necesitamos una solución rápida, viable y con un alcance equivalente a la magnitud del problema. Wilson nos propone una: la solución del Medio Planeta. Este volumen es, por tanto, un libro de intervención, el más apasionado y reivindicativo de su autor. Un ensayo de alcance político que se presenta como un bellísimo canto a la riqueza natural y a la preservación de las tierras salvajes. Aquí, el conocimiento científico y el activismo medioambiental se hilvanan con las experiencias personales, las aventuras en los lugares más salvajes y las anécdotas de toda una vida como naturalista.
En última instancia, Wilson se pregunta de dónde viene nuestra especie y qué es hoy en día. ¿Acaso creemos que podremos manejar el planeta como si fuera una nave espacial? Y nos propone una comprensión más profunda de nosotros mismos y del resto de la vida de la que nos ha ofrecido hasta ahora la ciencia y las humanidades.
Wilson nació en Birmingham (Alabama, Estados Unidos) en 1929, y hoy en día es considerado uno de los biólogos y naturalistas más importantes del mundo. Actualmente es profesor emérito en la Universidad de Harvard, donde ha desarrollado buena parte de su carrera. Ha recibido dos Premios Pulitzer, un Premio Crafoord (concedido por la Real Academia Sueca, con el que reconocen a los grandes especialistas de las áreas no cubiertas por los Premios Nobel) y la Medalla Nacional de las Ciencias de Estados Unidos. Ha sido incluido varias veces en la lista de las veinticinco personalidades más influyentes de su país y es considerado uno de los cien científicos más importantes de la historia. Ha escrito más de treinta libros, entre los cuales cabe destacar: Sociobiología (1975), Sobre la naturaleza humana (1979), La diversidad de la vida (1992), Consilience: la unidad del conocimiento (1998), La conquista social de la tierra (2011) y El sentido de la existencia humana (2014).
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