La última joya que ha entrado en mi biblioteca: A Suggestive Inquiry into Hermetic Mystery, de Mary Anne Atwood (1817-1910). Escritora británica autodidacta. No recibió estudios universitarios (no podía recibirlos) pero tuvo un padre con inquietudes, poseedor de una más que interesante biblioteca, donde su hija aprendió latín y griego y se formó como lectora voraz que fue. Así eran las cosas hasta hace poco más de un siglo: las mujeres nos formábamos porque un hombre (generalmente, un padre) así lo decidía, puesto que teníamos vetado el acceso a la universidad. Esto es así, y quien se sienta ofendido, que se informe.
Como casi todas las mujeres decimonónicas que querían aprender, Mary Anne se interesó por la teosofía y, de ahí, comenzó a interesarse por la alquimia. Fruto de ese interés nació su A Suggestive Inquiry…, la culminación de años de investigación en alquimia espiritual. Autoeditado en 1850, pronto se arrepintió de su decisión, retirando todos los ejemplares de la circulación. ¿Por qué? Pues, según parece, Mary Anne lo había publicado sin que su padre lo leyese. Y este padre, Thomas South, decidió que su hija ofrecía demasiada información sensible como para que corriese libremente.
El libro desapareció, Mary Anne se casó con un pastor anglicano y ahí terminaron todas sus inquietudes editoras, si bien no lo hicieron sus querencias ocultistas, como lo demuestra su amistad con Isabelle de Steiger, pintora inglesa, teósofa, ocultista y escritora, perteneciente a numerosas sociedades esotéricas londinenses. Fue Isabelle, precisamente, quien hizo posible una nueva edición del escrito de Mary Anne, tras la muerte de su autora.
Mujeres enseñando a mujeres. Mujeres que editan a otras… ¿recordáis a sor Juana Inés de la Cruz y su amada Lysi (1)? estoy segura de que sí…
Mary Anne ocupa un lugar preponderante en la historia de la alquimia porque su libro es el primer trabajo que ofrece una aproximación a la alquimia como disciplina. Varias décadas antes de que lo hicieran eminentes catedráticos hombres, que son los que se han llevado las glorias y los honores. Nada nuevo bajo el sol…
Mary Anne Atwood. Una Eva Alquímica. Otra más.
Y, ahora, la parte más bonita de esta historia. El pasado sábado estaba trabajando cuando aparece una mujer con ojos de gata. Ojos que destilan saber, inteligencia y conocimiento. ¿Eres Mar?, me pregunta. Si, soy yo. Te sigo desde que publicaste tu libro Magos y Reyes… empiezan a pasar, uno detrás de otro, diecisiete años de mi vida, de mis muchas vidas… sitios, lugares, circunstancias… he visto tu evolución (no hay mucha gente que haya sido testigo de ese tránsito; no, al menos, de todo él, al completo)… tengo todos tus libros, pero las Evas son… las Evas son una revelación…
Y fue así como este ejemplar de Mary Anne, una Eva, salió de la biblioteca de Pilar para venirse a la mía. Por expreso deseo de su propietaria, que lo había comprado muchos años atrás…
La vida merece la pena, entre otras muchas cosas, por estos momentos mágicos, sublimes, cargados de energía, poderosos, que compensan tantos y tantos sufrimientos.
(1) María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, esposa del virrey de Nueva España, Tomás de la Cerda.
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