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«Los tesoros de la cripta», de Juan Manuel de Prada

La tensión entre la curiosidad y el mito, entre lo imprevisible y el estereotipo, o entre la espontaneidad y la estatuaria no supone una contradicción para el cinéfilo. Al contrario. Entre un punto y el otro, dialogan en la pantalla esos personajes que, simple y misteriosamente, parecen reales, y que acaban incorporándose a nuestros recuerdos con mayor intensidad que figuras auténticas.

A decir verdad, la realidad no se disuelve cuando el proyector la refleja a 24 fotogramas por segundo. Tan solo se traslada a una dimensión atemporal. Y desde esa dimensión nos habla Juan Manuel de Prada en este libro, construido con unos fotogramas que logran embrujar al auditorio.

En estas páginas, el autor nos demuestra que las películas que vemos nos otorgan una identidad suplementaria, del mismo modo que una biblioteca forma parte de nuestra biografía y acaba definiéndola mejor que un análisis de ADN.

Los lectores del ABC Cultural reconocerán el espíritu de esta obra, pues en ella se reúnen los textos que el escritor fue dedicando a películas sorprendentes o casi secretas, a veces prestigiosas, pero en muchos casos olvidadas por el gran público.

Con la avidez y paciencia de un cinéfilo a la antigua usanza, Juan Manuel de Prada nos confía su nostalgia ‒en un amante del cine siempre pesa más el pasado que la novedad‒ y también nos contagia esa costumbre que consiste en descubrir, por sistema, obras singulares.

El cinéfilo, como el cazador o el comprador de libros antiguos, sabe que en toda búsqueda es más importante el propio rastreo que el hecho de cobrar la pieza. Así pues, no importa aquí que los lectores hayan visto o no las películas glosadas. Lo relevante es que gocen del catálogo y lo interpreten como una invitación a la búsqueda, placentera de por sí. Si a esto último le añadimos unas cuantas gotas de malditismo, ya pueden imaginar el festín que les aguarda.

Un último detalle: Juan Manuel de Prada no se limita a reflejar sus opiniones o su conocimiento de los films que le salen al paso, sino que deja testimonio de impresiones muy profundas, que nos permiten valorar la importancia que adquiere el cine ‒qué importa si es de serie B‒ cuando nos adentramos en sus carreteras secundarias y lo convertimos en una cotidiana fuente de asombro.

Sinopsis

«En la catedral de la cinefilia –escribe Juan Manuel de Prada– había también una cripta a la que casi todos los devotos olvidaban asomarse, una cripta lóbrega y rumorosa de ecos que parecían suspiros de las ánimas del purgatorio. Y en aquella cripta, en la que hasta los sacristanes del culto cinéfilo habían olvidado prender una vela, se guardaban las reliquias más valiosas, o siquiera las más desconcertantes, inesperadas o sublimes. Como mi cine­filia no se arredraba ante nada, yo bajaba desde niño a esta cripta, para venerar aquellas reliquias olvidadas…».

Los tesoros de la cripta es la crónica de esa aventura clandestina. Juan Manuel de Prada, cinéfilo voraz (y omnívoro) desde la infancia, nos brinda en este libro único una historia alternativa del séptimo arte a través de su predilección por los cineastas malditos, por los géneros cinematográficos menos prestigiosos, por los títulos más anatemizados, por las extravagancias formales, por las películas «raras y escurridizas como un armiño» que el autor ha perseguido afanosamente durante décadas, como si de un nuevo Grial se tratasen. Una obra personalísima, llena de fervor y entusiasmo, también de erudiciones chocantes y acaso apócrifas, en la que Juan Manuel de Prada, a la vez que rescata las perlas más inaccesibles de la historia del cine, nos brinda una apasionante radiografía de sus preferencias estéticas, siempre caracterizadas por «una querencia indisimulada hacia los raros y los proscritos, los excéntricos, los derrotados y los réprobos».

Juan Manuel de Prada nació en Baracaldo en 1970, aunque pasó su infancia y adolescencia en Zamora. Con su primer libro, Coños (1995), y los relatos de El silencio del patinador (1995, ampliado en 2010) sorprendió a la crítica por su poderosa imaginación y su audaz uso del lenguaje. En 1996 debutó en la novela con Las máscaras del héroe, que obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa de RNE y acaba de reeditarse con motivo de su vigésimo cumpleaños. En 1997 recibió el Premio Planeta por La tempestad, que fue traducida a una veintena de idiomas y significó su consagración internacional. Su novela Las esquinas del aire (2000) y la colección de semblanzas Desgarrados y excéntricos (2001) completan, con la citada Las máscaras del héroe, su «trilogía del fracaso». La vida invisible (2003) recibió el Premio Primavera y el Premio Nacional de Narrativa, y El séptimo velo (2007) se alzó con el Premio Biblioteca Breve. En 2012, tras un largo silencio narrativo, publicó Me hallará la muerte, y en 2014 la monumental Morir bajo tu cielo. Posteriormente, aparecerían El castillo de diamante (2015), galardonada con el Premio de la Crítica de Castilla y León, y Mirlo blanco, cisne negro (2016), tal vez su novela más personal y sincera. Ha obtenido los más prestigiosos reconocimientos del periodismo literario; entre otros, los premios Mariano de Cavia y Julio Camba.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.