De niño solía coger el sueño por las noches imaginando argumentos para las series que me gustaban: Los hombres de Harrelson, Nero Wolfe, Starsky y Hutch… Algo en mí me decía que necesitaban mejores guionistas y me ponía a «mejorarlas».
Mi favorita de todas era Los casos de Rockford (The Rockford Files, 1974-1980), porque era la mejor escrita. Y también porque su detective protagonista enlazaba directamente con las novelas negras que yo leía por entonces. De hecho, Jim Rockford es una versión pirata de Travis McGee, el buscavidas que resuelve casos casi como favor personal en las novelas de John D. MacDonald.
El cocreador y coguionista de The Rockford Files era Stephen J. Cannell, quien luego lanzaría series más a destajo, como la desternillante El gran héroe americano (The Greatest American Hero, 1981-1983) o el bodrio El equipo A (The A-Team, 1983-1987). Relevándole a las teclas, se turnaban los reputados Juanita Bartlett y David Chase (¿os suena Los Soprano?).
La fuerza de los diálogos en Los casos de Rockford es impresionante; el ritmo es menos de serial, más sólido y literario; y la cercanía de James Garner como protagonista garantizaba las simpatías del público, aunque lo corriente de su actitud laxa no lo hacía destacar en una época de detectives pintorescos.
Sin embargo, verle poner caras autoparódicas en las situaciones humillantes en las que se ve metido lo hacía más cercano que la mayoría: lo mismo sonreía ante el sospechoso de un crimen para admitir que no se merecía el sueldo que estaba cobrando por su investigación que se arrodillaba a buscar un diente suelto de una paliza para intentar volver a encajarlo en la boca.
Imagen superior: Roy Huggins y Stephen J. Cannell crearon a Rockford tomando como referencia a otro personaje interpretado por James Garner, el jugador de póquer Bret Maverick, protagonista del western «Maverick» (1957-1962). El protagonista de la serie, James Scott «Jim» Rockford, ha estado preso en San Quintín, a causa de una condena injusta. Tras conseguir el indulto, se convierte en investigador privado.
Dicen que está la serie entera metida en Netflix, al menos en los USA. Yo la veo a lo bestia en un sitio web donde se comparten videos, en versión original pero con la imagen invertida.
Esta serie me trae muy buenos recuerdos de cuando yo ya empezaba a soñar con ser escritor de novelas de tiros y muertos.
Y estoy seguro de que revisándola ahora, especialmente con esa extravagante inversión de imagen que hace que todos los yanquis conduzcan con el volante a la derecha, me saldrán nuevos argumentos. ¡Casi tan buenos como cuando niño!
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