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«Los años de Madridgrado», de Fernando Castillo

Los sentimientos antimadrileños venían fraguándose desde fines del XIX, en parte por ser considerada la capital un foco de liberalismo y en parte por ser el núcleo duro del centralismo.

Sin embargo, esa identificación de Madrid como una ciudad imperfecta, a veces hostil, diana de los sentimientos ruralistas y antiurbanos, parece poca cosa si la comparamos con el estereotipo que encarnó durante la Guerra Civil.

La ciudad ya se había convertido en el símbolo de las políticas de la República. Pero cuando estalló la contienda, los sublevados empezaron a identificarla con algo aún peor. Algo que, dicho sea de paso, ardió sobre esas brasas antimadrileñas que seguían encendidas en la España rural.

Tras el triunfo del Frente Popular, Madrid paso a ser descrita por los adversarios de la República como un espacio revolucionario, foco de una represión nacida del fracaso democrático y cuyo objetivo final era la bolchevización. De eso trata, precisamente, este soberbio ensayo de Fernando Castillo, un libro apasionante, repleto de información y escrito con tanta amenidad como inteligencia.

Castillo describe la base histórica de esa estampa revolucionaria de la ciudad, avivada por no pocos escritores, con su parte indiscutible de realidad y sus dosis de leyenda propagandística. Encontramos aquí esa idea de Madrid como una urbe contaminada por los aires que llegaban desde la Rusia de Stalin, controlada por extranjeros y modelo de un proceso revolucionario que, para desgracia de los defensores de la democracia republicana, es cierto que existía en el ánimo de no pocos frentepopulistas.

El término al que alude este ensayo, Madridgrado, se debe al general Queipo de Llano, quien lo improvisó en una charla radiofónica. Posteriormente, Francisco Camba lo usó para titular su novela homónima, editada en 1939, en cuyas páginas detalló con tintes muy negativos ese Madrid republicano, un Madrid que también describen otras novelas de la misma inspiración, como Una isla en el mar rojo, de Wenceslao Fernández Flórez, y la más conocida de todas ellas, Madrid, de corte a checa, de Agustín de Foxá.

El Madrid devastado por la escasez y los bombardeos, ese Madrid de barro y escombros del que nos habla Hemingway, es también, dentro de la vida real y dentro de esta batalla propagandística, el Madrid rojo de las checas y de los comisarios políticos, defendido por las Brigadas Internacionales y teñido de sangre inocente.

Casi no es necesario decir que, en este tipo de circunstancias, la propaganda mezclaba leyendas, exageraciones y realidades para legitimar las intenciones de cada uno de los bandos. Y al bando franquista, por razones obvias, este sentimiento antimadrileño, que ya había prosperado durante la lenta industrialización previa a la contienda, le resultaba sumamente útil para construir un paradigma de sus odios y temores.

Castillo analiza desde todos los ángulos el concepto de ciudad culpable y aborrecida ‒también tras la guerra, e incluso después de 1975‒, pero su estudio me parece especialmente sustancioso por dos razones: por el modo en que retrata el discurso compartido por los escritores y periodistas del bando nacional, y en un segundo plano, por ese factor antiurbano que entra de lleno en la antropología cultural, y en el que se conjugan tantos ingredientes sociales, económicos e ideológicos. Por suerte para el lector, en estas páginas la historia, la ficción narrativa e incluso la política urbanística son puestas bajo el mismo microscopio.

Sinopsis

En noviembre de 1936, Madrid era para la llamada España nacional una ciudad que se había vuelto extranjera, como demostraba la presencia de las Brigadas Internacionales, cuyo número e importancia se exageraban intencionadamente, lo que dotaba a la Guerra Civil de una dimensión de cruzada. Madridgrado, el título de la novela de Francisco Camba publicada en 1939, tomado a su vez de una de las emisiones radiofónicas del general Queipo de Llano desde Radio Sevilla, es un término afortunado que da cuenta de la imagen negativa de Madrid que tenían los sublevados y del discurso ideológico al que respondía.

El historiador Fernando Castillo ya había rastreado en la literatura el origen y evolución del odio a la capital de España, desde la Generación del 98 a la narrativa de la postguerra, en su anterior libro Capital aborrecida (2010). En Los años de Madridgrado profundiza en el sentimiento antimadrileño durante la Guerra Civil de los escritores y periodistas del bando nacional, y propone un recorrido por la obra de autores como Tomás BorrásFrancisco CambaEmilio CarrereFrancisco de CossíoConcha EspinaWenceslao Fernández FlórezAgustín de FoxáErnesto Giménez CaballeroRamiro LedesmaRafael López de Haro o Jacinto Miquelarena, para los cuales Madrid se convertirá en el objetivo de sus aspiraciones y de sus frustraciones.

La idea de ciudad roja, de urbe comunista sucursal de Moscú, tenía la virtud de recoger la tradicional animadversión de la capital que manifestaban desde el siglo XIX amplios sectores conservadores de la población, y actualizada por el fascismo. Lo sucedido en Madrid durante las primeras semanas de la guerra hizo que la capital fuera considerada por los nacionales el escenario de una revolución.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.