El coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron (The Kandy-Kolored Tangerine-Flake Streamline Baby, 1965). Este fue el delirante título de la primera obra de Tom Wolfe, publicada en España por Tusquets en 1972. Se trataba de un conjunto de artículos periodísticos que, junto a los de otros autores norteamericanos, inauguraron lo que se dio en llamar nuevo periodismo.
Años después, llegó hasta nosotros un nuevo volumen de ensayos, La Izquierda Exquisita & Mau-Mauando al parachoques (Radical Chic & Mau-Mauing the Flak Catchers, 1970). Los artículos que incluye son fantásticos. Todavía preparo los canapés de roquefort con nueces que adoraban los Panteras negras invitados por la “izquierda exquisita” neoyorquina (Leonard Berstein y compañía) para proporcionar escalofríos a sus invitados. O recuerdo la alucinante escena de parados californianos, incluyendo enormes samoanos con bastones, mau-mauando al funcionario federal encargado de gestionar ayudas laborales.
En 1975 Wolfe se empezó a meter con el arte moderno y con la (a su juicio) nefasta influencia de la Bauhaus en la arquitectura. Siempre ha sido un escritor polémico y polemista. En 1979 publicó Lo que hay que tener (The Right Stuff), una narración documental a caballo entre la novela y el periodismo en la que cuenta la carrera ruso-norteamericana por el control del espacio. En concreto, el Proyecto Mercury, que antecedió al Proyecto Apolo.
Imagen superior: astronautas del Proyecto Mercury (20/01/1961).
Lo que hay que tener también tiene sus momentos: el vicepresidente Johnson despotricando, teniendo que esperar en un automóvil a que lo recibiera la esposa de John Glenn y la memorable barbacoa que ofrece Texas a los astronautas, en el Sam Houston Coliseum de Houston con el aire acondicionado a la máxima potencia y las nubes de vapor de las barbacoas ascendiendo hasta el techo.
Imagen superior: manifestación contra la guerra de Vietnam (Warren K. Leffler, 19/01/1968).
En 1987 Wolfe publicó su primera auténtica novela, La hoguera de las vanidades, protagonizada por un broker de Wall Street, inmerso en la burbuja de bonos de mediados de los años 1980. Era una crónica tan minuciosa que, al describir los objetos, indicaba su precio en dólares.
Tom Wolfe soñó con ser el Charles Dickens de su mundo. No sé si lo habrá conseguido. Desde luego, fue el gran cronista del imperio en la época en que la guerra de Vietnam destruyó su autocomplacencia.
Imagen superior: Tom Wolfe (1930-2018).
Imagen de la cabecera: Leonard Bernstein y su esposa, Felicia Montealegre, junto a Donald Lee Cox, líder del Partido Pantera Negra.
Copyright del artículo © Joaquín Sanz Gavín. Reservados todos los derechos.