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«La escapada» («Il sorpasso», 1962), de Dino Risi

Si alguna vez me propusieran rodar una nueva versión de alguna película, mi remake soñado sería (entre westerns imposibles y peplums infilmables) el de La escapada (Il sorpasso, 1962), el clásico vivo de Dino Risi. Revisándola hoy, entiendo por qué durante mi adolescencia me atrajo tanto la visión obligadamente parcial de este largometraje durante un ancestral pase televisivo.

Esta historia de un treintañero caradura que arrastra consigo durante toda una jornada y más a un pobre estudiante de Derecho tímido e introvertido hasta el autismo, este tour de force ganado de calle por el gato callejero asilvestrado frente a la rata de biblioteca amarmotada, presenta una propuesta tragicómica que me atrae sin remisión.

Para mí, el fanfarrón y el autista han sido las dos caras de mi propia vida, un duelo interminable y agotador donde inevitablemente cada elemento le come terreno al otro para sobreponerse momentáneamente: me sentiría muy cómodo manejando un material apuntalado sobre ambos tipos de carácter.

Hay algo superficialmente cómico y profundamente trágico en ellos. Bruno es el personaje arrogante, mujeriego y menospreciativo del tiempo, de la hondura, de la estabilidad: él sabe que en la inmediatez y la improvisación, en la fuga hacia adelante, sale ganando (Vittorio Gassman produce un retrato inolvidable, esa disposición de estatua móvil, vivaracha y presta a ser el centro de atención: en USA, un remake coetáneo lo hubiera protagonizado sin duda Kirk Douglas); Roberto es el quiero y no puedo, el empollón simpolla que ambula infeliz en su conocimiento teórico y su incapacidad práctica, la resignación apocada y resentida ante el sexo opuesto (Jean-Louis Trintignant pasea con más desgarbo que nadie su camisa entremetida y mira con mayor desazón que ninguno el deseo de la cantinera italiana).

Hay un vencedor amoral, empero: Bruno puede haber estado donde ahora está Roberto; pero Roberto sabe que jamás estará donde estuvo y está Bruno. Así pues, no se trata de un simple binomio veterano/mentor frente a novato/discípulo. La segunda fase nunca se da.

Dos cosas sorprenden hoy de La escapada, cuya versión criminal (que no dura; la dura es ésta) podría ser perfectamente Harry, un amigo que os quiere: uno, lo fácilmente trasladable que es su esquema argumental, basado en una perspectiva masculina dual y contrapuesta, a todo tipo de situación y género (muchas buddy movies beben de la misma dinámica de caracteres, por ejemplo: la más notable Training Day); y dos, la despreocupación inconsciente que reflejan los años sesenta en esta película, y que muestran que en ciertos temas (probablemente en muchos más) había mayor libertad entonces que ahora: ¡una niña de quince años saliendo con un cincuentón y sus padres tan panchos, tratándola como si fuera una persona inteligente! Qué envidia generacional…

P.D. Alberto San Juan y Roberto Enríquez no estarían mal…

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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