Quiere la literatura ‒la moderna más que la antigua‒ que el ensayo, la memoria personal y la ficción se combinen. Esa indeterminación de géneros ha dado lugar a un mestizaje conceptual extraordinariamente grato, al que también se acoge este libro de Long Litt Woon.
En particular, el de Long pertenece a esa variedad de ensayos en los que caben la naturaleza, los detalles prácticos, la poesía y la confidencia. Pienso, por ejemplo, en obras como las de Sue Hubbell, David George Haskell o Philip Hoare. Obras, en definitiva, que beben de la realidad ‒en este caso, la biología y la experiencia vital del autor‒, pero que se leen como literatura de no ficción.
De ahí que uno pueda disfrutar de La buscadora de setas como si fuera un tratado de micología, enriquecido con apuntes íntimos de la propia Long, o como una memoria privada en la que el mundo de las setas se entremezcla con toda una sucesión de encuentros y de recuerdos. Lo importante, en todo caso, es que nos encontramos ante una lectura instructiva, amena y conmovedora, ambientada en ese reino de los hongos, lleno de connotaciones mágicas.
La autora describe el trágico punto de partida que la condujo hasta la ciencia de las setas: el fallecimiento de su esposo y el proceso de duelo que siguió a esa pérdida. En este sentido, no es difícil sentir que la búsqueda de hongos en la naturaleza, equiparable a la búsqueda de una esencia de la vida, es una actividad en la que, más allá de su consecuencia gastronómica, pueden acomodarse el consuelo y la curiosidad.
La pasión por los hongos, entre otras cosas, es un descubrimiento de la biodiversidad, pero también puede ser un modo de relacionarse con la vida silvestre y con quienes la estudian o aprovechan. La amistad y la revelación poética son dos de las derivaciones de esta actividad, sobre todo cuando se realiza con el fervor que inspira Long.
En un sentido práctico, este es el libro que recomendaría a cualquiera que desee iniciarse en la micología, no solo por sus consejos y por los detalles divulgativos que incluye, sino por el placer y la inspiración que derivan de su lectura.
En determinados tramos, y aunque la autora no lo plantee de forma explícita, también se confirma aquí la idea de que pasear por el bosque tiene un efecto curativo. Y aunque las excursiones de describle y propone Long no inciden en ese efecto psicológico, uno siente que hay en ellas un mecanismo que conduce hacia el bienestar e incluso hacia el entusiasmo.
Por lo que se refiere a los aspectos científicos de la obra, el lector ha de saber que Long Litt Woon es antropóloga social y ha colaborado como consultora en distintas instituciones noruegas e internacionales. Esa formación se advierte, de un modo muy especial, en su manera de explicar la relación que nuestra cultura tiene con los hongos.
Sinopsis
Tras la muerte inesperada de su marido, Long Litt Woon descubre el maravilloso mundo de las setas y se une a Los Recolectores de Setas, un grupo que se dedica a su estudio y recolección. En estas memorias se aventura también en un viaje personal de autoconocimiento y superación del dolor. Long narra una historia tan positiva como dolorosa, y consigue que el lector se adentre en su búsqueda personal y la sienta como propia. La autora no solo muestra las setas como un alimento o un peligroso veneno, sino que también explica su historia y su importancia cultural. El encuentro entre las setas y su proceso personal de duelo desencadenará cambios profundos en su vida, y le otorgará un nuevo sentido y una nueva identidad.
Long Litt Woon nació en 1958 en Malasia. Su nombre es chino, por lo que «Long» es su apellido, y «Litt Woon» su nombre. Es antropóloga y experta en setas. Se trasladó en Noruega como estudiante de intercambio y allí conoció a Eiolf Olsen, con quien se casó y creó un hogar. Actualmente vive en Oslo. Con este libro de memorias ha obtenido gran repercusión, tanto por parte de los medios como de los editores internacionales.
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