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«Jackie Brown» (Quentin Tarantino, 1997)

En 1996, a Tarantino se le ocurrió hacer una película diferente, en lugar de repetir su éxito previo, Pulp fiction. La crítica había afilado las hachas para descabezar a un tipo que había conseguido triunfar, y encima acercar al gran público un tipo de cine del que antes podían hablar para sentirse exclusivos. Para su desgracia, no pudieron sacar fallos a una magnífica y sobria historia, dirigida con la maestría de un veterano. Así que decidieron ignorarla.

Por supuesto, buena parte del público se fue a buscar chistes de hamburguesas a otros sitios y así, Jackie Brown (1997) se quedó con la etiqueta de “película menor” y olvidable. Claro que todavía hay gente que juzga a las películas por lo que son, y no por motivos extra-cinematográficos. Jackie Brown es la primera adaptación escrita por Tarantino: una versión muy personal de la novela Rum Punch de Elmore Leonard. También es el cumplimiento de un sueño para Quentin: trabajar con la musa de la blaixploitation y de sus calenturientos sueños juveniles, Pam Grier.

Precisamente ese espíritu de los policíacos protagonizados por afroamericanos en los años 70 se filtra por las imágenes de esta sinuosa historia, en la que la veterana azafata Jackie (Pam Grier) tendrá que lidiar con las autoridades y el traficante de armas Ordell Robbie (Samuel L. Jackson), elaborando un plan con el que evitar ir a la cárcel, intentar que no la maten y, si puede ser, llevarse un buen puñado de dólares.

Como apoyo moral y táctico, contará con Max Cherry (Robert Forster), un fiador que se enamora de ella al instante. Por otro lado, Robbie contará con la dudosa ayuda de Max Gara (Robert De Niro), un ex presidiario de pocas luces y de Melanie (Bridget Fonda) una “novia” playera, cuyas ambiciones son ver la tele y colocarse.

En esta ocasión, la facilidad para la escritura de diálogos poderosos por parte de Tarantino no se centra tanto en el exhibicionismo sino en la progresión de la historia, dando un fin dramático a lo que antes eran brillantes divagaciones. Del mismo modo, y sin despojar del todo de extravagancias o amaneramientos a algunos de los personajes (Chris Tucker como el chillón Beaumont o el mismo Samuel L. Jackson luciendo un estilo capilar “supercool manchu”), lo cierto es que en esta película nos encontramos a personas de verdad, con problemas bastante más creíbles que en sus filmes anteriores.

La violencia de Jackie Brown juega más con la elipsis y la sangre apenas llega a aparecer en una escena, y es que en este film Tarantino experimenta con lo más impensable en ese momento de su carrera, la sutileza.

Esta es una película en la que las miradas y los gestos, como en el cine clásico, son el verdadero diálogo detrás del diálogo, lo cual se potencia gracias a los rostros auténticos y maduros de Pam Grier y Robert Forster, dos intérpretes que, sin ser unos abuelos, poseen ese aura de haber pasado por muchas cosas en su vida, y no necesitan de histrionismos ni trucos baratos de estudiante de arte dramático para dar verdadera vida y presencia a sus personajes.

Tarantino y los actores manejan de forma modélica escenas como la de la despedida, una de las más emotivas de la década, siempre y cuando uno sepa ver más allá de su nariz, y basada exclusivamente en detalles quizá no apreciables para la básica mirada del moderno asilvestrado.

Que el film sea sobrio y hable de un amor entre gente madura no quiere decir que sea una película de Garci, ni mucho menos. El ritmo es calmado, pero no cesa, y no están ausentes las escenas de tensión (como la primera visita de Ordell a Jackie, donde se usa con inteligencia el recurso de la “pantalla partida”) ni los jugueteos narrativos, destacando al respecto la manera rashomoniana con la que es mostrado el golpe maestro de Jackie en el centro comercial.

Pasada la fiebre del tarantinismo de aquellos primeros años, Jackie Brown comienza a ser valorada por lo que es, y no en comparación con otras películas. El tiempo suele poner las cosas en su lugar.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).