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Crítica: «Peter Pan. La gran aventura» (P.J. Hogan, 2003)

Mucho se ha escrito sobre la popular obra de J.M. Barrie, tan llena de subtextos que cada uno puede sacar una teoría distinta sobre los significados de esta fábula adulta.

Sí, adulta, y eso es lo que hace de la historia de Peter Pan, no sólo en esta nueva versión, una obra tan interesante en lo temático como aburrida en cuanto a la mera diversión, que es lo que buscan los críos, teóricos receptores de las aventuras de Peter y Wendy.

La profunda tristeza, miedo y rencor del adulto Garfio ante el paso del tiempo, personificado por un enorme cocodrilo que hace tic-tac, es muy interesante, pero poco puede interesar a un niño que termina harto de las charlas e idas y venidas por la minúscula isla (¿País de Nunca Jamás?) y de que el Jolly Roger no zarpe para emprender un viaje lleno de aventuras.

El director PJ Hogan, autor de películas de éxito basadas en la amargura y breve en su filmografía vuelve a tratar este tema, potenciando los aspectos oscuros de la obra e intentando contentar al público joven con un perfeccionamiento de los trucos digitales que permiten llevar a la pantalla las ideas fantásticas de Barrie antes solo permitidas en ilustraciones y cine de animación.

Pero pese a los exquisitos efectos especiales y la esgrima acrobática, sigue pesando el foso psicológico sobre la pura diversión, maldición que ya sufrió la anterior revisión del mito: Hook, la más fallida película del genio Spielberg, todo un obseso de Peter Pan como ya demostró en Encuentros en la tercera fase o E.T.

Esta nueva versión se centra en la relación de una Wendy pre-adolescente (la resabiada y mona Rachel Hurd-Wood) que conoce a la típica fantasía femenina, un chico malo y rebelde la mar de guapo (Jeremy Sumpter, prometedor joven de indudable carisma) al que poder domar a su antojo. Sin duda, el tema de las mujeres manipuladoras es una constante en la obra del autor de La boda de Muriel y La boda de mi mejor amigo.

Wendy, tan retorcida como una pequeña Lady Macbeth, pone en peligro la integridad de los Niños Perdidos y la vida de la psicótica Campanilla (una carnal Ludivine Sagnier, interpretando al famoso personajillo que es capaz de hacer levitar cualquier cosa con su polvo de hada) al empeñarse en que Peter madure, obligándole a que elija entre su estupenda vida como niño eterno o su venenoso amor, por el que tendría que abandonar su mundo mágico y sus poderes para terminar trabajando de contable en Londres o algo por el estilo.

La película da una visión amarga sobre la vida adulta, sobre lo que podría llegar a convertirse Peter si cede ante los encantos de esta aprendiz de Eva mediante las patéticas existencias del padre de Wendy, un acobardado neurótico, y el obsesivo Garfio, ambos interpretados por el mismo actor, el correcto Jason Isaacs, secundario en innumerables películas de todo tipo.

Se echa de menos en esta nueva versión de Peter Pan una puesta en escena más fresca y menos deudora de las versiones de Disney y Spielberg. La película parece haber sido rodada en los mismos decorados que Hook, e incluso la fotografía y los efectos son demasiado similares, lo cual da la sensación de que nos hallamos ante una versión algo innecesaria y que no aporta nada nuevo a lo ya conocido.

En todo caso, se trata de una película que toma en serio la historia y no la banaliza, sabiendo que maneja algo importante y lleno de contenido, alejándose de aires paródicos (apenas hay humor que no sea del negro) y todo envuelto en una correcta factura. Lástima que no se haya intentado dar un paso más allá de lo esperado.

Sinopsis

La joven Wendy (Rachel Hurd-Wood) recibe en su habitación la visita de Peter Pan (Jeremy Sumpter), un extraño niño volador que intenta recuperar su sombra. Después de ayudarle, Peter invita a Wendy y a sus dos hermanitos a viajar desde Londres al Pais de Nunca Jamás, situado más allá de una estrella. Al llegar a esa nueva dimensión, los niños deberán enfrentarse al atormentado pirata Capitán Garfio (Jason Isaacs).

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).

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