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Italo Calvino: «Por qué leer los clásicos»

Clásico es, para Calvino, un libro que no se lee, sino que se relee, pero con la sorprendente facultad de evitar toda prelectura profesoral. Así, la relectura es descubrimiento y el clásico produce la impresión de la juventud en obra, de lo «recién hecho».

Consecuentemente, el clásico genera el efecto de lo inagotable y soporta un número incontable de relecturas descubridoras.

Con estos presupuestos, el escritor italiano reunió una serie de artículos periodísticos (Por qué leer los clásicos, 1991) en los que, con su habitual talento para la miniatura, exponía opiniones sobre su «biblioteca de clásicos». Ésta se fue formando con prescindencia de las épocas a las que se pueden adscribir sus autores, porque lo clásico es una insistencia que vence a las cronologías y a los manuales de historia literaria.

Al lado de HomeroJenofonte y Ovidio, están AriostoCyrano de Bergerac y Voltaire, pero también GaddaBorges Pavese. Obviamente, un novelista no podía prescindir de StendhalBalzacDickensTolstoi y Henry James.

Esta coetaneidad de los clásicos hace, por ejemplo, que Francesca da Rimini, el personaje dantesco, sea hermana de Madame Bovary; que Diderot imite a Cervantes y anticipe a Brecht, que resulta, de este modo, cervantino; que Robinson Crusoe se convierta en un héroe romántico, un siglo y medio anterior al romanticismo.

Como su admirado BorgesCalvino logró sacudirse la «supersticiosa ética» de la lectura convencional. Sus clásicos no son monumentos ni documentaciones filológicas. Son compañeros en el viaje de la vida, que seguirán su itinerario cuando otros nos sustituyan en la empecinada carrera de la lectura contra la muerte y el olvido.

Copyright del texto © Blas Matamoro. Este artículo fue editado originalmente en la revista Cuadernos Hispanoamericanos. El texto aparece publicado en Cualia con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.

Blas Matamoro

Ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Nació en Buenos Aires y reside en Madrid desde 1976. Ha sido corresponsal de "La Opinión" y "La Razón" (Buenos Aires), "Cuadernos Noventa" (Barcelona) y "Vuelta" (México, bajo la dirección de Octavio Paz). Dirigió la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" entre 1996 y 2007, y entre otros muchos libros, es autor de "La ciudad del tango; tango histórico y sociedad" (1969), "Genio y figura de Victoria Ocampo" (1986), "Por el camino de Proust" (1988), "Puesto fronterizo" (2003), Novela familiar: el universo privado del escritor (Premio Málaga de Ensayo, 2010) y Cuerpo y poder. Variaciones sobre las imposturas reales (2012)
En 2010 recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural. En 2018 fue galardonado con el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras a la Mejor Obra de Ensayo del trienio 2015-2017, por "Con ritmo de tango. Un diccionario personal de la Argentina". (Fotografía publicada por cortesía de "Scherzo")