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«Impresiones de Irlanda», de G.K. Chesterton

Ejercicio de agudeza lectora. Adivine cuál de estas dos virtudes corresponde a Impresiones de Irlanda: la corpulencia literaria e intelectual o ese ingenio que se expresa mediante chispeantes paradojas.

Supongo que los chestertonianos más aplicados me echarán en cara que me ponga a elegir una de las dos facetas que tanto nos gustan de G.K. Y tendrán razón. Al fin y al cabo, los textos que componen esta obra valen tanto por su estilo como por su inteligencia. Cuando uno pasa demasiado tiempo sin leer a Chesterton añora ‒no se imaginan cuánto‒ los momentos dichosos que este escritor nos regala. Precisamente por eso, debemos dar la bienvenida a este itinerario irlandés, rebosante de anécdotas y testimonios, de portentosas descripciones y de alardes de sentido común.

A los que vayan a emprender una lectura tan recomendable, les interesará saber que tiene un punto de partida insólito. Resulta que Chesterton viajó a Irlanda en 1918, en el peor momento de la Gran Guerra, con la misión de reclutar jóvenes para que se alistaran en los regimientos ingleses. Pero que nadie se imagine aquí a un belicista ardoroso, al estilo de Kipling. Al contrario. Chesterton sabía que era primordial enfrentarse a las tropas alemanas y a la amenaza que estas suponían, pero no ahorra críticas a la injusta actitud de Inglaterra en esa Irlanda que aspiraba a la libertad.

El escritor sorprende por su moderación y por el modo en que comprende las circunstancias por las que pasaban nacionalistas y unionistas a la sombra del Imperio. En realidad, aunque el independentismo es su telón de fondo, el panorama que esta obra brinda al lector va más allá de la política. De hecho, también se centra en apreciaciones de corte histórico y sociológico, y no le importa recurrir a detalles tan pintorescos como el espiritismo difundido por Conan Doyle. Otros méritos son su constante diálogo con los propios irlandeses, comunes o ilustres, y el modo en que nos acerca esas voces para que entendamos la beligerancia que predominaba en el país.

En estos artículos, publicados originalmente en el New Witness (que fundó su hermano Cecil, muerto ese mismo año, tras ser herido en Francia), el escritor muestra una inagotable simpatía hacia la tierra de San Patricio, y aunque su visión del problema irlandés queda inscrita en su doloroso contexto histórico, mucho de lo que Chesterton comenta y propone sigue hoy vigente.

Son de especial interés los pasajes que dedica al enfrentamiento entre católicos y protestantes. Faltaban cuatro años para su conversión al catolicismo, y seguramente por ello, su aproximación a este dramático asunto adquiere una hondura muy particular.

Rebosante de humanidad, Impresiones de Irlanda es un libro conciliador y profundo, que nos hace reflexionar, pese al tiempo transcurrido, en asuntos de suma actualidad en Europa.

Sinopsis

Traducción de Victoria León. Prólogo de Antonio Rivero Taravillo.

«Estaría bien poder citar a Chesterton reproduciendo lo que este hubiese dicho de… Chesterton. Aseguraría una frase brillante. Ante ese imposible, solo cabe señalar su agudeza, su ingenio, su independencia, su sentido del humor, su amor por la verdad. En estas Impresiones de Irlanda, el gran escritor inglés da su opinión sobre el país que conoció en 1918, durante un periodo de especial turbulencia que desembocaría en la independencia de parte de la isla (únicamente 26 de los 32 condados, y ello con Troubles y problemas que, aunque en la actualidad ya no sangrientos y suavizados, continúan).

Irlanda suscita entusiasmos por su paisaje y sus gentes, por su música y tradiciones, que la hacen una de las naciones más atractivas de Europa, con un nimbo de romanticismo al que han contribuido la tragedia de su historia y la bruma teñida de misticismo del llamado crepúsculo celta. Sin embargo, aquí Chesterton no cae en el apasionamiento y, recorriendo el país y manteniendo conversaciones con sus habitantes, entre los que se incluyen figuras tan sobresalientes como la de W. B. Yeats, indaga en los motivos de un largo conflicto y respalda, asistido por la razón, la legitimidad de los deseos irlandeses de autogobierno. La atención de Chesterton sobre cualquier tema es siempre un prodigio; fijada sobre Irlanda, ya de por sí fascinante, un festín de y para la inteligencia». A.R.T.

Gilbert K. Chesterton (Londres, 1874-Beaconsfield, 1936), fue uno de los grandes escritores de la literatura inglesa. Chesterton destacó en todos los géneros literarios, en la novela, la poesía, el periodismo, la biografía, el libro de viajes; pero especialmente en el menos convencional y menos cerrado de todos, el ensayo. Sin duda el ensayo era el género que más convenía a su peculiarísima personalidad humana y artística. Porque Chesterton siempre fue polémico y polemista, es decir, un hombre curioso y apasionado para quien no había asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusión. Tal y como Chesterton afirmaba, «no hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse». Este humor y peculiar visión de las cosas, hizo que fuera conocido como «el príncipe de las paradojas».

Gilbert Keith Chesterton, nació en el seno de una familia de clase media. Sus padres, Arthur Chesterton y Marie Louise Grosjean tenían una agencia inmobiliaria y topográfica ubicada en la localidad de Kensington, si bien, su verdadera pasión era el arte y la literatura. Gilbert Keith nació en Campden Hill, Londres, el día 29 de mayo de 1874, tal y como el mismo relata en su autobiografía. Los padres de Chesterton no eran devotos creyentes, y ambos aceptaron bautizar a Gilbert por una mezcla de presión social y tradición familiar, ya que realmente se definían como «librepensadores» al estilo de la época victoriana. El bautismo tuvo lugar en una pequeña iglesia anglicana llamada St. George.

Su educación se iniciaría en la preparatoria «Colet Court», en 1881; a esta escuela asistiría hasta 1886, ya que en enero de 1887 ingresó a un colegio privado «St. Paul» en Hammersmith Road. Gilbert describiría el sistema educativo, como «ser instruido por alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber». En 1893 comenzaría sus estudios de dibujo, pintura y literatura en la «Slade School of Art», adscrita al University College London. Allí, se volvió un dibujante con talento y más adelante llegó a contribuir con ilustraciones tanto para sus propias obras, como a las de amigos, como es el caso del poeta Hilaire Belloc. Sin embargo, en 1896, decide abandonar, estos estudios superiores, para dedicarse al periodismo. Ese mismo año, Chesterton se hizo periodista por cuenta propia y crítico literario -comenzando a recibir encargos del editor londinense Redway-, al tiempo que trabaja como editor de literatura espiritista y teosofía, asistiendo a reuniones de ambos campos. Es en esta época cuando Chesterton publica su primer libro, The Wild Knight (1900), un poemario escrito a los 26 años de edad, publicado en el año por Espuela de Plata bajo el nombre Lepanto y otros poemas, en el año 2003.

En 1901 el diario Daily News le dio una columna de opinión semanal en sus páginas, que Chesterton mantendría hasta 1911. Algunos de estos artículos fueron posteriormente recogidos por G. K. Chesterton en su libro Enormes minucias (1908), publicado por Espuela de Plata en 2011. Posteriormente, en el año 1958, tras la muerte de Chesterton, fue publicada una segunda selección de artículos, que abarcaba hasta 1911, y que en España fue editada por primera vez en el año 2008, bajo el título de Lectura y locura y otros ensayos imprescindibles.

En 1901, Chesterton publicó los artículos de otro diario para el que colaboraba –The Speaker– en su libro El acusado, editado por Espuela de Plata en 2012.

A partir de 1905 Chesterton comenzó a colaborar semanalmente en las páginas de opinión, del que con el tiempo, acabaría por convertirse en su diario de cabecera, The Illustrated London News. Los artículos publicados en The Illustrated London News fueron recogidos en 1955 en el libro The glass walking sick and other essays, publicado por Espuela de Plata en 2007 bajo el título de El color de España y otros ensayos.

En 1904 Chesterton publica su primera novela, El Napoleón de Notting Hill (1904), la cual inspiró a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses y en 1905 su obra, titulada Herejes. Tres años después, en 1908, publica Ortodoxia, donde refleja la historia de su evolución espiritual, desde el agnosticismo de sus años de juventud hacia la recuperación de la fe de su infancia. Chesterton, desarrolla en estos años una conciencia espiritual y política que se ve plasmada en una serie de obras que publica en el año 1910, como son Qué está mal en el mundoLa Esfera y la Cruz , y en especial, en su primera gran novela: El hombre que fue Jueves.

El hombre que fue Jueves es un relato de espías, ambientada en un Londres surrealista, donde construye toda una alegoría sobre el mal y el libre albedrío, a través de la cual Chesterton se posiciona en contra del anarquismo y el nihilismo. Esta novela ha sido publicada por Espuela de Plata en 2010.

Sin embargo, durante la década de los años 10, la producción de G. K. Chesterton no se limita al ensayo y la novela, sino que también se estrena como un sagaz biógrafo. En 1903, publica su primera biografía, Robert Browning (Espuela de Plata, 2010). A este libro, le sigue en 1906, su estudio crítico sobre la figura y obra de Charles Dickens, y en 1909, la semblanza de su amigo George Bernard Shaw, publicada por Espuela de Plata en 2010. Del mismo modo también dedica sendos estudios biográficos a dos interesantes artistas ingleses G. F. Watts (1904) y William Blake (1910), reeditados por Espuela de Plata en 2010 y 2011 respectivamente. Mención aparte, merece su libro Tipos diversos, una obra publicada en 1908, donde Chesterton realiza un compendio de veinte microbiografías, donde esboza de forma magistral personalidades que van desde Tolstoi y Byron, a Savonarola y la Reina Victoria, todo un ejemplo de la transversal y abarcadora curiosidad chestertoniana.

En 1911, publica el primer relato de El padre Brown, un personaje de aspecto humilde, descuidado y taciturno, que resuelve enigmáticos crímenes y al que dedicará una serie de cinco libros que no concluye hasta 1935.

En 1912 compone «La Balada del Caballo Blanco», un largo poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa frente a los daneses en el siglo IX; un poema que C. S. Lewis admiró mucho.

En el año 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Chesterton fue invitado, junto con otros 25 importantes autores de la época –como Arthur Conan DoyleRudyard Kipling y H. G. Wells– a unirse al War Propaganda Bureau. De este modo se fraguo una especie de pacto secreto por el que los intelectuales del país se comprometían a apoyar el esfuerzo de guerra británico, a través de panfletos, artículos de opinión y ensayos. Como ejemplo de este firme compromiso Chesterton publica en 1914 Sobre el concepto de barbarie, un ensayo en defensa de los valores de la civilización occidental , y de cómo podían verse amenazados por la maquinaria bélica teutona, publicado por Espuela de Plata en 2012.

En 1920, Chesterton publicó, La superstición del divorcio, editado en 2013 por Espuela de plata, junto con su ensayo Divorcio versus democracia.

Durante la década de los años 20 Chesterton se adentró cada vez más lecturas de la patrística, al tiempo que mantenía una asidua correspondencia con los padres John O’Connor y Ronald Knox, así como con su amigo Hilaire Belloc, con quien compartía muchas convicciones, tanto religiosas, como políticas y económicas. Así, poco a poco, la fe de Chesterton cristiana se fue orientando más hacia el catolicismo, hasta que en el año 1922 abandonó definitivamente el protestantismo y se convirtió oficialmente en una ceremonia oficiada por el padre O’Connor, quien años antes, le había servido de inspiración para crear su personaje del padre Brown.

Las consideraciones y razonamientos que condujeron a Chesterton a su conversión fueron publicados en dos ensayos Iglesia católica y conversión (1926) y Doce apóstoles modernos y sus credos (1926), así como en un sinfín de artículos que Chesterton reunió en el año 1929, bajo el título La cosa y otros artículos de fe, publicado por Espuela de Plata en 2010.

En el año 1922, se publica Lo que vi en América, un libro en el que relata no solo su visión de Estados Unidos en un momento clave de su historia, sino en el que también reflexiona sobre los avatares que parece depararnos la modernidad.

En el año 1928, el poeta Hilaire Belloc transcribió un apasionante debate entre G. K. Chesterton y su amigo George Bernard Shaw, bajo el título de ¿Estamos de acuerdo? El único de los cara a cara -entre los dos grandes polemistas de aquel tiempo- que han llegado hasta nuestros días, y que ha sido publicado por Renacimiento en el año 2010.

En 1932, Chesterton publica su última gran biografía, Chaucer, donde ahonda en la personalidad del autor de los Cuentos de Canterbury, pero sobre todo en la gran influencia que tuvo su obra en la formación del espíritu inglés.

Chesterton murió el 14 de junio de 1936, en su casa de Beaconsfield, Buckinghamshire, Inglaterra, poco después de haber corregido las pruebas del que sería su último libro, El hombre corriente (1936).

Espuela de plata también ha publicado el teatro completo de G. K. Chesterton, compuesto por los siguientes tres títulos: Magia. Una comedia fantásticaEl juicio del Dr. Johnson y La sorpresa, esta última, publicada por Ediciones Ulises.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.