Hernán MigoyaEl año que nací yo no nacieron todas las flores… más bien se representó cómo se marchitaba una para renacer como ángel de venganza: aquí tenemos otra historia de chica violada que se toma la justicia por su mano, esta vez guiada por las enseñanzas de un cazarrecompensas.
Dirigida por Burt Kennedy, lo que antes llamaban un «artesano» del cine al que le tocó vivir la primera decadencia crepuscular del género, Hannie Caulder es una obra estadounidense que bebe de la interpretación europea del género, pero cambia a Franco Nero o Charles Bronson por una mujer. Y qué mujer…
La película es una de las principales fuentes de inspiración de Kill Bill y tiene dos bazas incontestables: Raquel Welch y Robert Culp (¿os acordáis de Bill Maxwell, el agente facho de aquella maravillosa serie de los 80, El gran héroe americano). Un gran actor que no mereció el olvido de sus últimos años (murió en 2010) y que ejerce con clase de mentor y maestro de armas de la sensual heroína.
Hannie Caulder es además una de esas películas que abrazan sin pudor su vocación de cultura basura, al enfocar con apropiado ánimo de denuncia la violación de su protagonista pero al mismo tiempo inmortalizarla en una icónica imagen de la Welch desnuda bajo un poncho, desvestida para matar, explotando, como se ha hecho tantas veces, sus atributos sexis.
Es decir, usando una coartada social (la condena de un acto aberrante como la violación) para finalmente comercializar carne femenina.
Eso sí, dudo que jamás haya habido una mujer vengativa tan hermosa como ella.
Imagen superior: Paco de Lucía en una escena de la película.
Sinopsis
Hannie (Raquel Welch) consigue que el cazador de recompensas Tom Price (Robert Culp) le enseñe a ser una pistolera y así poder dar caza a los tres hombres (Ernest Borgnine, Jack Elam y Strother Martin) que la violaron y mataron a su marido
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José Luis González Martín
