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Hamlet, detective

En la presentación de No tan elemental: Cómo ser Sherlock Holmes junto a Carlos García Gual en la librería Rafael Alberti, uno de los asistentes nos hizo una pregunta muy interesante acerca de Hamlet como detective.

PREGUNTA: Quería preguntarles sobre esto que están diciendo… Yo he estudiado filosofía también [un momento antes yo había dicho que estudié filosofía] ¿Y no creen que a la raíz de la fascinación que causa en el público en general la novela policíaca o las investigaciones del tipo Sherlock Holmes está en el fondo un descubrimiento del sentido último de la realidad…

CARLOS: Sí, yo no sé si…

DANIEL: …de que la realidad tiene sentido… de que hay un orden en lugar de un caos…

CARLOS: De que hay una coherencia, digamos, un crimen es un poco la rotura de la realidad y luego al final sabemos por qué.

DANIEL: …y nos puede tranquilizar el pensar que encontramos ahí esa solución…. que normalmente no la encontramos.

PREGUNTA: Por ejemplo, hay quienes retrotraen la figura del detective a Hamlet, por ejemplo, que encuentra que algo huele a podrido en Dinamarca, y en ese restablecer el orden, ¿no?, del rey impostor que está dominando el reino, hay un descubrimiento de lo que está pasando, ¿no?

DANIEL: No, Hamlet es interesante porque… yo ahora te diría, así improvisando, te diría que Hamlet se comporta como un verdadero científico porque el va más allá de lo que suele ir Sherlock Holmes, porque hace un experimento. Es decir, el encarga a los actores que representen una obra en la que un hombre mata al rey para ver si así el usurpador empieza a temblar en ese momento y a ponerse nervioso y entonces se revela su crimen… hace un experimento casi igual en un laboratorio, cuando pones esto y esto y esperas a ver qué pasa… lo que pasa con Claudio cuando vea la escena. Es muy curioso…

Aunque había pensado en Hamlet como detective, no había caído en la cuenta de este aspecto absolutamente experimental de Hamlet, cuando tiende la trampa al usurpador Claudio. Recordemos que se trata de una obra de teatro dentro del teatro, llamada “La ratonera”, porque es la trampa para una rata, para Claudio, el usurpador, para poner a prueba su reacción, como él mismo explica a Polonio:

HAMLET: Esta noche se presenta una obra delante del Rey. Una de sus escenas contiene circunstancias muy parecidas a las que te platiqué, respecto a la muerte de mi padre. Te encargo que cuando este acto se represente, observes a mi tío con la más viva atención. Si su oculta culpabilidad no se descubre por sí sola al ver uno de dichos lances, significa que es un espíritu infernal lo que vimos y que mi imaginación está tan ennegrecida como los yunques de Vulcano. Examínalo cuidadosamente. Yo también fijaré mi vista en su rostro y después uniremos nuestras observaciones para juzgar su comportamiento.

Cuando el propio usurpador Claudio pregunta a Hamlet por el título de la obra, el responde:

REY: ¿Cómo se llama la obra?

HAMLET: «La ratonera». ¿Por qué? … Es un título metafórico. Esta obra trata de un asesinato cometido en Viena. El duque se llama Gonzago y su mujer Baptista. Ya lo verá. ¡Es un enredo maldito! Pero, ¿qué importa? A Su Majestad y a mí, que tenemos almas inocentes, no nos puede incomodar. Al potro que esté lleno de mataduras le dolerá; pero nosotros no tenemos desollado el lomo.

Y el experimento tiene éxito, pues la reacción de Claudio revela su manifiesta culpabilidad cuando ve lo que hace Luciano, su alter ego en la escena:

LUCIANO: Negros pensamientos, manos dispuestas, veneno preparado, tiempo y clima favorables; y nadie que observe. Tú, pócima fatal, extraída en el silencio de la profunda noche, compuesta de mortales hierbas; infectadas tres veces y otras tantas exprimidas después, sirve a mi intento; pues tu magia natural y terribles propiedades, a la saludable vida pone fin inmediatamente. (Vacía el veneno en el oído del que está durmiendo).

HAMLET: Lo envenena en el jardín para usurparle el cetro. Su nombre es Gonzago. La historia es cierta, y está escrita en muy buen italiano. Pronto verán cómo el asesino consigue el amor de la esposa de Gonzago.

POLONIO: Detengan la obra.

REY.- Traigan luces. ¡Vámonos de aquí!

OFELIA: ¡El Rey se levanta!

HAMLET: ¡Qué! ¿Se asusta con un falso fuego?

REINA: ¿Qué sucede, mi señor?

La última curiosidad es que La ratonera es el título de la obra escrita por una creadora de detectives tan importante como Agatha Christie. Esa obra, según tengo entendido es la que más años seguidos ha permanecido en cartel en Londres e incluso en la escena mundial. Christie puso ese título a la obra por sugerencia de su familiar Anthony Hicks, que recordó la respuesta de Hamlet a Claudio cuando le preguntó el título de la obra (en realidad, la obra representada ante Claudio se llama El asesinato de Gonzago).

El tema de Hamlet como detective, como he podido comprobar en un rápido vistazo en internet, por lo que supongo que, tras leer alguno de esos estudios, me ocuparé de nuevo de este tema tan interesante, que, como es obvio, no afecta solo a Hamlet, sino a cualquier obra que contenga un misterio, como el Edipo rey de Sófocles. Pero a mí me interesa en particular el hecho de intentar resolver el misterio más que mediante una trampa (que es un efecto frecuente en cualquier novela policíaca) casi mediante un experimento.

Imagen superior: Benedict «Sherlock» Cumberbatch como Hamlet

Copyright del artículo © Daniel Tubau. Reservados todos los derechos.

Daniel Tubau

Daniel Tubau inició su carrera como escritor con el cuento de terror «Los últimos de Yiddi». Le siguieron otros cuentos de terror y libro-juegos hipertextuales, como 'La espada mágica', antes de convertirse en guionista y director, trabajando en decenas de programas y series. Tras estudiar Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, regresó a la literatura y el ensayo con libros como 'Elogio de la infidelidad' o la antología imaginaria de ciencia ficción 'Recuerdos de la era analógica'. También es autor de 'La verdadera historia de las sociedades secretas', el ensayo acerca de la identidad 'Nada es lo que es', y 'No tan elemental: como ser Sherlock Holmes'.
Sus últimos libros son 'El arte del engaño', sobre la estrategia china; 'Maldita Helena', dedicado a la mujer que lanzo mil barcos contra Troya; 'Cómo triunfar en cualquier discusión', un diccionario para polemistas selectos. Además, ha publicado cuatro libros acerca de narrativa audiovisual y creatividad: 'Las paradojas del guionista', 'El guión del siglo 21', 'El espectador es el protagonista' y 'La musa en el laboratorio'.
Su último libro es 'Sabios ignorantes y felices, lo que los antiguos escépticos nos enseñan', dedicado a una de las tendencias filosóficas más influyentes a lo largo de la historia, pero casi siempre ignorada o silenciada. A este libro ha dedicado una página que se ha convertido en referencia indispensable acerca del escepticismo: 'Sabios ignorantes y felices'.
En la actualidad sigue escribiendo libros y guiones, además de dar cursos de guión, literatura y creatividad en España y América.

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