Mientras Fleetwood Mac grababa el álbum Rumours (Warner Bros Records, 1977), el grupo se venía abajo, golpeado por las rupturas sentimentales entre las dos parejas que lo integraban (la formación se completaba con el inefable y carismático batería Mick Fleetwood). Por una parte, el matrimonio de John y Christine McVie estaba llegando a su fin; por otra, la relación entre Lindsey Buckingham y Stevie Nicks había caído en la toxicidad y la amargura.
Con semejante panorama (al que se añadía el consumo generoso de drogas), puede uno imaginarse el malestar durante las sesiones de grabación en los estudios Record Plant, en Sausalito, California. Pero gracias en buena medida a los desvelos de los productores Richard Dashut y Ken Caillat, los integrantes de la banda pudieron canalizar todo su resentimiento y tristeza a las canciones.
Así, todo el álbum Rumours acabó siendo una carta de despedida de unos miembros a otros. Pero una canción en concreto, “Go Your Own Way”, es la más dura de todas. Stevie Nicks comentó en una entrevista a la revista Q en junio de 2009: «Ciertamente, era un mensaje dentro de una canción. Y no uno muy agradable”. Y es que, efectivamente, Lindsey Buckingham la escribió expresamente para Nicks, describiendo su separación con frases como: “Hacer las maletas, saquearme, es todo lo que quieres hacer”, y concluyendo que él está mejor sin ella. En lo que a él concierte, ella puede “seguir su propio camino”. Stevie insiste en que nunca saqueó a ninguna de sus parejas. Le pidió a Lindsey que retirara esa palabra, pero él se negó.
“Go Your Own Way” es una de las mejores canciones de ruptura de toda la historia del rock. Viene complementada por otro tema del mismo álbum, “Dreams”, escrito por Stevie Nicks. Ambas ofrecen, por tanto, visiones diferentes de una misma relación.
Sin embargo, la amargura que destila la letra de “Go Your Own Way” a menudo suele pasar por alto gracias a un potente y alegre estribillo que sugiere aventura e individualidad.
Esta interpretación sería la que, en años posteriores, elegiría subrayar Fleetwood Mac, cuando la canción se había convertido en un tema que el público de estadios enteros cantaba en sus actuaciones en directo, ya sin rastro del resentimiento que impulsó originalmente su composición.
A Fleetwood Mac no se le suele recordar por sus solos de guitarra, pero en esta canción, Lindsey Buckingham hace uno sobresaliente. En particular, el que ofreció al público de su actuación del 23 de mayo de 1997, en los estudios de la Warner Brothers en Burbank, California, recopilada en el CD y DVD The Dance (Reprise, 1997). Absolutamente maravilloso.
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