Cualia.es

Federico García Lorca, una víctima más

Llega el 18 de agosto de cada año y las redes sociales se llenan de imágenes y poemas de Federico García Lorca. Nada mejor, en este país nuestro, que hagan de ti un mártir. Mejor, aún, si eres poeta y hay versos tuyos para reproducir a espuertas. Y más mejor todavía si un historiador irlandés hace de ti su objeto de estudio y dedica su vida entera a vivir de los réditos de publicar un libro tras otro, con pocas variaciones entre sí en cuanto a datos y novedades. El señor historiador cumple años. Y más años… tantos como 83. Y ve que no va a poder publicar su obra definitiva, con una portada en la que luzca su persona junto a la ansiada placa en la que diga: aquí yacen los restos del poeta… Y, entonces, enfurecido, escribe una carta, en la que acusa a la sobrina del poeta de no querer buscar los restos de su tío. Es más: se permite el lujo de insinuar que sabe (la sobrina, la familia) dónde están y, al no decirlo, fomentan el triunfo de la ultraderecha española, que es la mitad (más o menos) de todo el arco parlamentario y sus correspondientes votantes. Es decir: lo de siempre, las dos malditas Españas.

Leída la carta del historiador, al que llaman hispanista porque es irlandés (insisto), no puedo evitar sentir lo mismo que siento cada vez que me acerco al tratamiento que la historiografía académica (y no tanto) de izquierdas hace de la guerra civil, sus prolegómenos y sus largas herencias: asco. Y me da asco porque aborrezco esos muertos y exiliados de primera, de segunda, de tercera y hasta de quinta categoría. Odio esa necesidad de hacer memoriales personalistas, de crear lugares dedicados al culto de un único mártir.

Porque Federico García Lorca no fue, no es, un mártir del fascismo. Es una víctima. Un asesinado más, como tantos otros cientos de miles que lo fueron en aquellos días negros, negrísimos, del verano de 1936. Y del otoño. Y de los tres años siguientes. Y de los que continuaron.

Federico fue hijo de un latifundista de la vega granadina. Uno más de tantos otros latifundistas de aquellas tierras ricas. Unas tierras en las que prosperaba, entre otros, el cultivo de la remolacha azucarera. Una remolacha que atrajo la atención de químicos belgas, que se trasladaron a finales del siglo XIX, creando pequeñas industrias locales de destilación. El hijo de uno de aquellos belgas, amigo y conocido de los García Rodríguez, tenía que pagar, a principios de aquel terrible agosto, las peonadas a sus trabajadores. Era el capataz. Tenía tres hijos pequeños; el menor, un bebé de pocos meses. Todos le dijeron que no acudiera a pagar, que era peligroso. Lo mismo que le dijeron a su amigo Federico: no vuelvas a Granada, Federico, es peligroso. ¿Qué tengo que temer?, dicen que dijeron ambos: voy a mi tierra, con mis gentes. Y ambos encontraron la muerte. Federico, fusilado. Su amigo, muerto a hachazos, a manos de dos individuos que se decían sindicalistas, pero eran unos asesinos.

Las viejas familias de Granada, las viejas estirpes de latifundistas, liberales unas, conservadoras otras, saben dónde está Federico. Lo que dejaron de él. Claro que lo saben. Los rumores son muchos. Alguno de ellos esconderá la verdad. ¿Qué más da? Nadie va a recuperar el genio de Federico. Su duende. Los años que le fueron robados.

Imagen superior: Federico y sus hermanos en el río Cubillas.

Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.

Mar Rey Bueno

Mar Rey Bueno es doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó su tesis doctoral sobre terapéutica en la corte de los Austrias, trabajo que mereció el Premio Extraordinario de Doctorado.
Especializada en aspectos alquímicos, supersticiosos y terapéuticos en la España de la Edad Moderna, es autora de numerosos artículos, editados en publicaciones españolas e internacionales. Entre sus libros, figuran "El Hechizado. Medicina , alquimia y superstición en la corte de Carlos II" (1998), "Los amantes del arte sagrado" (2000), "Los señores del fuego. Destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias" (2002), "Alquimia, el gran secreto" (2002), "Las plantas mágicas" (2002), "Magos y Reyes" (2004), "Quijote mágico. Los mundos encantados de un caballero hechizado" (2005), "Los libros malditos" (2005), "Inferno. Historia de una biblioteca maldita" (2007), "Historia de las hierbas mágicas y medicinales" (2008) y "Evas alquímicas" (2017).