Para convertir la batalla en una serie de maniobras ordenadas, pegadas al terreno y ceñidas a buenas decisiones, la estrategia es más importante que el coraje. Los mandos, claro está, lo tienen muy presente. No desdeñan la valentía, por supuesto, pero queda claro que el análisis de cada movimiento es algo decisivo en ese tablero de ajedrez que viene a ser la guerra.
De más está aclarar que el párrafo anterior no excluye otra certeza, y es que una acción armada es siempre el fracaso de la diplomacia. Una tragedia, en cualquier caso. Pero como bien saben los historiadores, esta faceta bélica del comportamiento humano conlleva decisiones muy sofisticadas, en virtud de las cuales cambia el destino de países enteros. Es algo que viene confirmándose desde la antigüedad, sobre todo a través de sistemas estratégicos que han ido refinando cada vez más el arte de la guerra.
A la sombra de gigantes como Sun Tzu y Carl von Clausewitz, un capitán del ejército
británico, Sir Basil Henry Liddell Hart (18951-1970), teorizó un esquema bien conocido, la maniobra de aproximación indirecta, opuesta al choque frontal y a esa guerra de desgaste que tantas veces han conducido a fracasos militares.
Por decirlo de forma muy resumida, su fórmula consiste en aprovechar todas las circunstancias favorables, con acciones de distracción y avances envolventes que dispersen a las fuerzas enemigas, buscando finalmente la victoria en el punto más oportuno. Al concentrar el ataque final de una forma contundente, se escenifica eso que llamamos «guerra relámpago».
Cité antes el ajedrez, y lo cierto es que, si uno se para a pensarlo, la aproximación indirecta viene a ser una jugada ‒o mejor dicho, una serie de jugadas‒ en la que el movimiento de piezas se realiza con un equilibrio justo entre la astucia y el aplomo.
Traducida a nuestro idioma por Roberto Romero y editada con un esclarecedor prólogo de Fernando Calvo González-Regueral, esta Estrategia (1954) de Liddell Hart es un libro apasionante, no sólo por la inteligencia y la cultura histórica que afloran en cada una de sus páginas, sino por su prosa eficaz y absorbente.
Estamos ante un magnífico tratado militar que, no obstante, incluye lecciones muy válidas para la política nacional e internacional. Liddell Hart ‒a quien Kennedy envió su fotografía con la dedicatoria «Para el capitán que instruye a generales»‒ fue un intelectual en el sentido más profundo del término. Además de un historiador de altura, es un estratega capaz de descifrar el pensamiento guerrero de siglos pasados para aplicarlo a la doctrina de su tiempo. De hecho, buena parte de su ideario, sintetizado en el concepto de «pacifismo racional», no ha perdido ni un ápice de vigencia.
Sinopsis
Estrategia es un libro mítico, un clásico inencontrable en España, que inspiró a insignes militares y fue lectura de cabecera de Kennedy durante la crisis de los misiles de Cuba en 1962. Uno de los más importantes tratados militares de todos los tiempos, a la altura de El arte de la guerra de Sun-Tzu o De la guerra de Von Clausewitz. En esta obra Liddell Hart expone sus ideas sobre la estrategia de la aproximación indirecta, cuya aplicación exitosa no solo demuestra con ejemplos de siglos de combates, sino que considera válidas para el mundo de los negocios, la política o las relaciones personales.
Algunos de los más eminentes jefes militares del siglo xx rindieron homenaje a Liddell Hart con sus propias palabras:
«Yo fui uno de los discípulos del capitán Liddell Hart en materia de guerra acorazada» (General Heinz Guderian).
«Me he alimentado durante años de sus lecturas y enriquecido con sus ideas» (General George S. Patton).
«Los británicos podrían haber evitado gran parte de sus derrotas si hubieran prestado atención a las novedosas teorías expuestas por Liddell Hart antes de la guerra» (Mariscal de campo Erwin Rommel).
Sir Basil Liddell Hart (1895-1970) nació en París por ser su padre pastor metodista de la comunidad británica en Francia. Combatió y fue gaseado en la batalla del Somme durante la Primera Guerra Mundial, dejándole secuelas para toda la vida. Además de periodista, fue considerado uno de los más destacados pensadores militares su época, «el Clausewitz del siglo XX». Sus ideas sobre el arte de la guerra inspiraron las doctrinas que desembocaron en el concepto de «guerra relámpago». Al final de la Segunda Guerra Mundial tuvo la gran oportunidad de entrevistar a algunos de los principales generales alemanes, obteniendo una visión de primera mano de sus acciones durante la guerra.
Publicó una veintena de obras sobre las dos guerras mundiales o destacadas figuras militares como Escipión, Foch, Sherman o Napoleón.
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