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«Estabulario», de Sergi Puertas

Leyendo Estabulario, de Sergi Puertas, me he dado cuenta de que lo único que echo de menos de España –familia y amigos aparte– es el programa Sálvame y Tele 5. Porque en esa programación uno puede asomarse a cómo es el pueblo real, sin el maquillaje de las buenas intenciones y el postureo clasista, sin postales utópicas de cómo debiera ser nuestro atavismo y cultura ideales: no me pongáis presentadores con entrecejo marcado de seriedad concienciada –y copiada, ja, de los USA– vendiéndome con falso compadreo una España que no es; ponedme esa aglomeración de gentuza telebasurera, esa bacanal ibérica llenándose la boca de piscolabis y echando mierda del corazón para todo el mundo.

Ésa es la realidad y es lo que uno ha de mamar para conocer la naturaleza humana, el magma animal en el que me hice hombre: siempre que vuelvo a mi pueblo me siento en el sillón orejero, con los pies metidos en un barreño de agua con vinagre y un balde al lado para vomitar cada dos por tres lo que atisbo en esa parada de monstruos de la pequeña pantalla. Por supuesto, llega un punto que he de desconectar, antes de perecer deglutido por la mugre y mi sucia vocación de bulímico catódico. Parafraseando a Manuel Alejandro, yo diría: ¡Que no me salve esa chusma, por favor, que no me salve!

Con todo, prefiero las referencias culturales de Tele 5 (la Pantoja, María Teresa, Concha Velasco, Los Morancos) al rollito cool de otras propuestas televisivas, pues me pavimenta y hace peatonal un terraplén sin asfaltar que siento común al de mi madre, que ahora como emigrante la veo muy poco, proporcionándonos conversación folclórico-obrera para un buen rato: y la verdad, agradezco ese oleísmo rural del que renegar me convertiría en un enterao modernito más. Sólo por eso me quedo con esa cadena por encima de las “comprometidas”. O sea, las de gente que gana tanto dinero como Jorge Javier Vázquez y juega con sus mismas reglas, pero se siente obligada a justificarse moral e intelectualmente mientras tararea sombra aquí y sombra allá… ¡y que para más inri también nos quiere salvar! Elijo la caspa a sus denunciantes, que a fin de cuentas sólo quieren pasar por neoyorquinos y luego acaban diciendo que mola Stan Lee, como si por las reglas talibanes que imponen intramuros no fuera el Sáenz de Heredia de Hollywood. Sólo lamento no ser gay para poder revestir de legítima mi defensa cañí, pero también celebro que el futuro de la cultura española será gay o no será, porque son los únicos que pueden decir que les gusta la Dúrcal y seguir molando a ojos de la aristocracia alfa y decadente. Hasta en eso han sido pioneros y valientes. Aunque en España se morirá Julio Iglesias y el Rock de Lux empezará a hablar bien de él… ¡Los esnobitas siempre caen de pie!

Así que yo también, como ese pueblo del que todos decimos sentirnos parte pero que en el fondo despreciamos a tope y al que lanzamos lapos verdes como si fueran rachas de genio, me quedo con el circo popular: la prostituta off-Broadway y chismosa, el mánager coquero y joputa, la cincuentona rajona de piel y lengua, el macarra chuloplaya y sentimentaloide, la bruja acidulante y ponzoñosa, el marica fumao y manchú… Son peores personas que nadie, pero no lo disimulan. O sea, en cierto modo son un poco mejores. Me dan lo que a los demás varones les da el fútbol, que a mí me asquea, y así en el mismo lodo todos manoseados, revolcados en estas bajas pasiones, negocios turbios y guerras garrulas sin, eso dicen, muertos que reportar.

Creo que Puertas ha hecho lo mismo con la realidad cotidiana y su extrarradio: meter la cabeza en sus intestinos y olerle toda la mierda. Y él ha vomitado un cuanto en unas páginas gloriosas.

No tengo noticia de ningún autor español que en ese terreno le llegue a la altura de los talones ocultos por el estercolero –¡la vida real!– que explora y describe con un rigor que sólo el cifi permite, aunque seguro que alguno se habrá acercado y yo lo ignoro: le pido perdón. Y pese a las otras nobles referencias que se manejan en la promoción editorial (Ballard, Cronenberg, Lem… yo añadiría el único escritor a cuyo imperio hemos abierto Puertas y yo las nuestras de par en par a la vez, compartiendo veneración y euforias casi venéreas: Vonnegut, claro), me da que mucha crítica y mucha prensa no están tan puestas ni dan para tanta lucidez marciana. Ay, ojalá me equivoque y vista escribir bien de Estabulario. Ojalá se ponga de moda y alcance la cumbre de lo más in. Ojalá un montón de urbanitas figuretis digan que es requeteguay que te cagas. Que el Babelia, que ya sabemos que es el odiado establishment pero cómo lo laiqueamos cuando nos sacan a los colegas y presumimos si nos sacan, afirme que representa la nueva voz de su generación.

Pero no sé, no sé: su escritor no ha sacrificado un ápice de integridad en aras de una miaja de marmolito con que plantarle su pedestal frente al escaparate de la moda de los señores serios. Le leo desde hace veinte años y algo lo calo.

En cambio, ha vomitado la realidad nacional y nos ha obligado a enfrentarla a través de un espejo negro, que el suyo sí es negrísimo y no el britis, nos ha jodido, por goyesco y buñuelesco por más que tecnifiquemos, y cuando intentamos no ahogarnos en esa contemplación, en la contemplación de nosotros mismos que él propone y dispone, da media vuelta y se nos larga torero, sin lanzarnos cual montera un miserable flotador que nos salve del naufragio de este mar de heces.

Y de ahí, de ese reflejo impreso que ha creado con nuestra catadura y nuestro hedor, sí que no nos salva nadie. Ni Sálvame ni los vídeos de gatitos ni las buenas obras.

Dios me dé fuerzas para seguir leyendo, disfrutando y confesando mi admiración y envidia al talento de Sergi Puertas cuando las altas esferas literarias se apropien de su valía y reivindiquen su quijotesca y descomunal figura.

Sinopsis

Estabulario es un libro de relatos dotado de un increíble talento creativo que auna referencias a J. G. Ballard, Stanisław Lem, Rafael Chirbes y David Cronenberg, y al universo de series como Black Mirror y Twilight Zone.

Dos chicas que charlan por el móvil mientras esperan a los invitados. En la calle se escuchan disparos y explosiones; hasta que un día la televisión empieza a hablarles, animándolas a que huyan. Un pobre diablo que sirve mesas disfrazado de Buda, gracias a una tecnología de quita y pon que te echa cien kilos encima y se que fusiona con tu carne a nivel ADN; el problema llega cuando el software que administra su traje de carne deja de funcionar y el servicio técnico te deja en espera. Un ministro que recibe instrucciones para perpetrar un chanchullo urbanístico que a la postre resulta ser otra cosa, mucho más oscura. Los drenados, individuos que tras ser enchufados a una computadora generan audiovisuales basados en sus vivencias, y protagonizan una producción televisiva ambientada en una Andalucía soberana que tras una guerra fratricida se ha convertido en una combinación de Marruecos con Corea del Norte. Dos homosexuales en estado de narcosis, en eterna búsqueda de un significado, tirados en la cama, mirando una caja de opciones.

Estabulario es como el hábitat controlado en el que se experimenta con las ratas en los laboratorios. Una colección de seis relatos largos que, si tuviera su propia nube de keywords, serían Televisión, Alucinógenos, Software, Telefonía móvil, Religión, Sexo, Internet, Islamismo, Franquicias, Sociedad 2.0 y Apocalipsis.

Sergi Puertas nació en Barcelona en 1971. Novelista, periodista, poeta, músico y guionista de novela gráfica, y ha trabajado en la editorial La Cúpula y, en su etapa final, ha sido redactor jefe de Kiss Comix, y más tarde director de la revista El Víbora, hasta su desaparición en 2005. Es dueño de un estilo poderosísimo, de increíble calado literario. Actualmente vive en Barcelona.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.

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Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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