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«El último hombre sobre la Tierra» (1964), de Ubaldo Ragona y Sidney Salkow

La primera versión cinematográfica de la novela Soy leyenda, de Richard Matheson, tiene una historia bastante azarosa. En 1957, la productora británica Hammer adquirió los derechos de la novela, y contrató al propio autor para escribir el guión. Dicho proyecto llevaba el título de Night Creatures e iba a contar con Val Guest como director.

Sin embargo, el British Board of Film Censors, el organismo oficial de censura previa donde eran remitidos los guiones antes de la filmación, sentenció que si el guión se filmaba tal cual, la película sería prohibida en el Reino Unido.

La productora, que ya había tenido bastantes problemas con las cintas Drácula y La maldición de Frankenstein, optó por abandonar el proyecto. Debió de ser muy frustrante para Matheson. Años después, se lamentaba de lo sucedido en una entrevista a la revista Fangoria: “El censor –decía– lo rechazó por ser demasiado violento. Nunca he podido entenderlo, especialmente a la luz de algunas cosas sangrientas que la Hammer estaba haciendo entonces”.

Sin embargo, el guión no desapareció en el limbo, sino que fue vendido por la productora británica en 1962 a la productora AIP de Samuel Z. Arkoff. El productor Robert Lippert contrató a Matheson para trabajar de nuevo en el guión. Según el escritor, Lippert le dijo que el director sería Fritz Lang.

Hubiera sido un cineasta idóneo para adaptar Soy leyenda. Por desgracia, este es un hecho que no llegó a producirse, ya que el encargado de la dirección fue Sidney Salkow. Y si el novelista no estaba contento con el cambio de director, menos lo estuvo cuando Arkoff contrató a William Leicester para reescribir el guión.

De hecho, tras ver la cinta, sustituyó su nombre de los créditos por el seudónimo de Logan Swanson, en desacuerdo con los cambios hechos al guión original, debidos en parte a otro realizador que acabó tomando los mandos, el siciliano Ubaldo Ragona.

La cinta se rodó en régimen de coproducción con Italia, país donde se rodó y de donde procedía la casi totalidad del reparto y del equipo técnico. Como protagonista fue elegido Vincent Price, que ya era considerado una estrella del cine de terror. Según algunas fuentes, el director, Sidney Salkow, era el mismísimo representante de Price.

Sin embargo, pese a todas esas vicisitudes, se trata de un largometraje muy estimado. Es más: suele figurar entre esas rarezas que atraen a una legión de seguidores.

The Last Man on Earth (1964), que así fue titulada, tiene estatus de película de culto. Algo así como una pequeña obra maestra, casi desconocida debido a la poca difusión que ha conocido, ni en el momento de su estreno ni con el paso del tiempo, en los distintos soportes tecnológicos existentes. Desgraciadamente, todo es pura leyenda.

En realidad, es una producción barata, donde constantemente se puede apreciar lo magro del presupuesto. Para empezar, falla al querer hacer pasar una ciudad italiana por una localización estadounidense. Es llamativo el flashback donde Price conduce un gran coche americano y se cruza constantemente con Fíat 500 y 600. Lo mismo sucede con el estilo de los edificios de uno y otro país.

En el ámbito artístico, carece de una dirección dinámica o inspirada. A juego con las interpretaciones, entre las que no destaca especialmente la intervención del gran Vincent Price.

La novela posee una vena intimista que la cinta ha recogido en forma de ritmo lento y tedioso. Además, la elección de Price para el papel protagonista no fue acertada. Recordemos que el protagonista es un hombre de la calle, no un científico que busca una cura para la plaga, como sucede en la cinta. Price posee unas facciones y una gestualidad demasiado aristocráticas para representar a un anónimo hombre de a pie.

Para colmo de males, aquí su actuación es un tanto histriónica. Se recrea en aspavientos propios de esos personajes de Poe a los que había interpretado en las cintas dirigidas por Roger Corman. El propio Matheson era el guionista de esas cintas del ciclo Poe, y siempre ha tenido buenas palabras para el actor. Pero en este caso, tampoco le convenció su actuación.

¿Cuál hubiera sido el reparto ideal? Para el escritor, el actor idóneo para dar vida a este solitario superviviente era Jack Palance. El destino quiso que sus caminos se cruzasen diez años después, cuando Matheson escribió el guión del telefilme Drácula (1973), donde Palance encarnó al conde vampiro.

¿No hay nada de interés en la producción de Salkow? Como punto a su favor, convengamos en su relativa fidelidad a la novela. Al menos, en un 80% del argumento… Aunque en modo alguno sea fiel al espíritu del original.

Me interesa la acertada fotografía en blanco y negro. También es adecuada la caracterización de los vampiros, unos merodeadores nocturnos de movimientos lentos y vacilantes…

Sé que The Last Man on Earth es juzgada por otros autores como una obra maestra del horror y la ciencia-ficción. Y eso sucede por el mero hecho de que poca gente la ha visto. En resumen, su prestigio es artificial, ya que se trata de una película barata, mal dirigida y con pobres interpretaciones, en la que, no obstante, se pueden salvar algunos elementos acertados.

Copyright del artículo © José Luis González. Reservados todos los derechos.

José Luis González Martín

Experto en literatura, articulista y conferenciante. Estudioso del cine popular y la narrativa de género fantástico, ha colaborado con el Museo Romántico y con el Instituto Cervantes. Es autor de ensayos sobre el vampirismo y su reflejo en la novela del XIX.