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«El terror no tiene forma» («The Blob», 1988)

La conexión entre la década de los 50 y la de los 80 es un hecho tan curioso como evidente. Muchos dicen que fue algo planeado por la administración Reagan, que quiso restituir los valores tradicionales de mediados del siglo XX después de los excesos y revoluciones de los 60 y los 70.

Otros creen que fue un movimiento nostálgico de los adolescentes y niños criados después de la Segunda Guerra Mundial –la generación del célebre baby boom–, ya crecidos, con cineastas como el por entonces todopoderoso Steven Spielberg a la cabeza.

Los efectos de este revival fueron múltiples: el resurgimiento del rock clásico –temas de Jerry Lee Lewis o Fats Domino se metían en las listas de éxitos–; la aparición de restaurantes temáticos al estilo 50´s; el éxito de películas como Regreso al Futuro (Robert Zemeckis, 1985), Peggy Sue se casó (Francis Ford Coppola, 1986) o El terror llama a su puerta (Fred Dekker, 1986); novelas como It (Stephen King, 1986) o la abundancia de remakes de clásicos de la serie B, como La Cosa (John Carpenter, 1982), La Mosca (David Cronenberg, 1986), Los Invasores de Marte (Tobe Hooper, 1986) o la cinta que hoy nos ocupa, una nueva versión de La masa devoradora (The Blob, 1958), dirigida en esta ocasión por Chuck Russell.

Si el film original es apreciado por el protagonismo de Steve McQueen y por ser la película de drive-in por excelencia, el remake es el ejemplo perfecto de film de terror adolescente de los 80: efectos especiales, humor, protagonistas jóvenes, militares aviesos e impecable puesta en escena.

El terror no tiene forma, hay que admitirlo, apoya la mayor parte de su peso en sus excelentes efectos especiales, algunos de ellos superados hoy en día, pero en su mayoría realmente ingeniosos e sorprendentes.

Al igual que su modelo de 1958, la película busca el impacto fácil y la diversión, y lo logra con un amplio catálogo de escenas repulsivas, en las que la especie de ameba extraterrestre protagonista ataca y digiere a un buen número de humanos.

La mayor parte de esas imágenes remiten claramente a los viejos cómics de terror y ciencia-ficción de los 50 de la editorial E.C.

Pero El terror no tiene forma no es sólo un repertorio de efectos visuales y de maquillaje. Posee, además, un ritmo perfecto y unos personajes sencillos, entrañables y divertidos. El mérito se debe al director Chuck Russell y a Frank Darabont, coautor junto a Russell de un guión repleto de humor satírico y amor al viejo cine de serie B.

Darabont es, posiblemente, uno de los guionistas y directores que mejor entienden el género de terror y sus posibilidades. Se curtió en cine y televisión con películas como Pesadilla en Elm Street 3 (también dirigida por Chuck Russell en 1987) o series como Historias de la Cripta y El joven Indiana Jones, y brilló posteriormente como el mejor adaptador de Stephen King con sus películas Cadena perpetua (1994), La Milla Verde (1999) y La niebla (2007).

Un habitual en la obra de Frank Darabont –incluyendo el éxito televisivo The Walking Dead– es Jeffrey DeMunn, que en El terror no tiene forma interpreta al sheriff de la pequeña localidad atacada por el organismo extraterrestre.

A pesar del gran número de personajes, el protagonismo recae en Kevin Dillon –hermano de Matt–, en el papel de héroe rebelde y motero, acompañado de la atractiva Shawnee Smith, una de las musas de los amantes del cine de terror gracias a su aparición en películas como ésta o las de la saga Saw.

A pesar de no ser tan famosa como otros films de la época, El terror no tiene forma trasciende su naturaleza de remake y goza de una personalidad propia y efectiva. Es una película muy bien ejecutada, y uno de los más entretenidos films de género de una época plagada de pequeñas joyas.

No en vano, la legendaria revista Fangoria la incluye en el octavo puesto de su lista con las 101 mejores películas de terror de la Historia.

Copyright del texto © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Palisades California Inc., TriStar Pictures. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).

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