Abundantes y, en ocasiones, brillantes, fueron los tenores que intentaron continuar la obra de Enrico Caruso.
Sin duda, para toda una época Caruso fue sinónimo de tenor y no parecerse al Commendatore podía pensarse como una minusvalía. Entre aquellos de primera calidad cuenta Alfred Piccaver (1884- 1958), inglés de nacimiento, con antepasados españoles y educación norteamericana, que se impuso, especialmente, en el mundo germánico, más concretamente en la Viena imperial, y que supo expedirse en italiano y francés.
Piccaver tenía, por naturaleza, una notoria afinidad tímbrica con Caruso y esto le permitía coincidir en ciertas inflexiones. Pero, sobre todo, contaba, al igual que el glorioso napolitano, con un registro central mórbido y ancho, fácil a todos los lirismos, a la vez que un agudo punzante y relumbrón, que lo habilitaba para papeles de empuje. Así es como Piccaver resolvió partes líricas (Duque de Mantua, Rodolfo, Enzo Grimaldo, Cavaradossi, Fausto, Pinkerton, Loris Ipanoff) y de carácter (Radamés, Turiddu, Canio, Don José, Johnson, Des Grieux, ésta supervisada por el mismo Puccini).
En todos estos roles puede juzgarlo el aficionado gracias a estas tomas de los años veinte, plena madurez de las facultades vocales y expresivas de Piccaver, quien despidió su larga carrera con un concierto, en 1955.
Disco recomendado: Recital Alfred Piccaver (1884-1958): Arias de Don Sebastiano, Rigoletto, Il Trovatore, Un ballo in maschera, Aida, Faust, Carmen, La Bohème, Cavalleria, I Pagliacci, Fanciulla, etc / PREISER / Ref.: 89601 (1 CD)
Copyright del artículo © Blas Matamoro. Este artículo se publica en Cualia por cortesía del autor y de Diverdi. Reservados todos los derechos.