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«El Pancronicon» («The Panchronicon», 1904), de Harold Steele MacKaye

Este libro demuestra lo rápidamente que los modelos instaurados por H.G. Wells se utilizaron para avanzar, lentamente pero con firmeza, hacia la consolidación de la ciencia-ficción como género.

Un par de hermanas solteras de New Hampshire viajan en el tiempo utilizando un artefacto alimentado por energía solar llegado al siglo XIX desde el siglo XXVII, el Pancronicon del título.

Primero se dirigen al Polo Norte, después orbitan la Tierra en sentido contrario a la rotación (como Superman en el film de 1978) y, ¡zas!, se encuentran en el siglo XVI, donde lo más importante para las chicas será echar por tierra la teoría de que Francis Bacon era el verdadero escritor tras las obras de Shakespeare.

Mientras tanto, otro de los pasajeros del tiempo, Copernicus Droop, trata de patentar en el pasado el fonógrafo y la bicicleta.

Suena divertido, pero lo cierto es que aparte de su valor como peldaño dentro de la literatura de ciencia-ficción y de los viajes en el tiempo en particular, el libro carece de valor literario alguno y no pasa de ser una intrascendente y enloquecida anécdota digna de Terry Gilliam.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".