Estoy fascinado con El ojo de cristal, película rodada en 1955 en Barcelona, y que atrapa calles como esta Plaza Berenguer en cuya terraza, precisamente, otro Berenguer y los autores de la revista que él editaba, El Víbora, podían dejarse caer un cuarto de siglo después (o yo mismo, a partir de 1992) a tomarse una caña desde su sede editorial a menos de cien metros de allí. Y luego meterse a la librería de cómics Continuarà, a dos pasos de esa esquina.
El filme es un estupendo policíaco basado en un cuento de William Irish, donde seguimos a un asesino y a un policía en su busca: donde no llega el policía, llegará su pequeño hijo, iniciando una aventura personal que, como en La isla del tesoro, acabará con su inocencia.
También me ha servido para conocer a una actriz cuya belleza y naturalidad interpretativa me han cautivado: Carolina Giménez, que destaca en el reparto como madre del niño protagonista, Manuel Fernández Pin, junto a un soberbio Saza como tintorero zascandil, un envarado pero entrañable Armando Moreno como el inspector de policía a cargo del caso y un villano escalofriante, encarnado con convicción por el mexicano Carlos López Moctezuma.
Rebuscando sobre Carolina Giménez he averiguado que obtuvo mayor preeminencia como actriz de doblaje (de Marlene Dietrich, entre otras), pero como siempre, es una pena que el olvido la haya devorado tras su deceso en 2016, víctima del alzhéimer, como explicaba su hijo en 2012 (1).
Las cuatro películas que he visto hasta ahora de Antonio Santillán son sólidos, y sobre todo atípicos, dramas policíacos muy interesantes, como en general lo es toda la factoría Iquino.
¿Por qué todo esto no forma parte de nuestro imaginario colectivo como las pelis de Don Siegel, los tebeos de Superman o… ugh, los Masters del Universo? ¿Tan poderoso es el complejo de inferioridad español como para enterrar este tesoro fílmico apenas dos décadas después de su existencia, con la llegada de cada nueva generación?
(1) «Soy hijo de Carolina Giménez (su nombre completo es Carlota Victoria Giménez Julve, por lo que hay gente que la conoce por diferentes abreviaciones: Carolina, Carlota, etc.), una antigua profesional de los años 50-60, que trabajó en varios campos. Apareció en algunas películas con Kubala (Los ases buscan la paz), Camilo José Cela, etc. Fue la primera locutora de los estudios de TVE de Miramar y, ya retirada de las pantallas, trabajó en doblaje en la desaparecida La Voz de España, en tiempos de Puche. Su voz de mujer fatal hizo hablar en castellano a actrices de la talla de Marlene Dietrich. Mi madre cumplió ayer 90 años. Cerrada en casa, víctima de un avanzado caso de alzhéimer, postrada en una silla de ruedas, incapaz de mantener una conversación coherente… En otros tiempos había sido una mujer de un alto grado de energía, dinámica, moderna para su tiempo, con una memoria fotográfica que tanto le ayudó en su profesión. Hoy ya no recuerda nada… Ni si quiera me reconoce; cree que soy su hermano y no hace mucho me preguntó si era su abuelo o su nieto. Pero es mi madre. La que se desvivió por mi cuando era pequeño y sabe Dios que no se lo puse fácil» (Foros El doblaje, 15 de marzo de 2012).
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