Richard Connell (Poughkeepsie, Nueva York, 1893 – Beverly Hills, California, 1949) fue un escritor, periodista y guionista de cine norteamericano, recordado principalmente por haber escrito El juego más peligroso (1924), relato de terror publicado en la revista Collier que sería llevado al cine como El malvado Zaroff.
Su protagonista, el cazador profesional Sanger Rainsford, cae al agua en el mar Caribe y logra llegar a una isla habitada por dos cosacos, el aristócrata general Zaroff y su gigante sirviente sordomudo, Iván. El anfitrión reta a su invitado a participar en el «juego más peligroso», la caza del hombre, en la que Rainsford servirá de presa.
Llevada al cine por Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, realizadores de King Kong, y rodada en los mismos escenarios de la película sobre el gran mono, El malvado Zaroff está considerada uno de los grandes clásicos del cine de aventuras y terror.
Orson Welles, en el papel de Zaroff, la llevó a la radio en 1945 con Joseph Cotten como Rainsford. Ese mismo año Robert Wise dirigió A Game of Death, una nueva versión de este relato de Richard Connell, muchas otras veces adaptado a la pantalla, la última de ellas en una teleserie de quince episodios protagonizada en 2020 por Christoph Waltz.
Autor de más de trescientos guiones, Connell fue nominado al Oscar en dos ocasiones, la primera a la mejor historia original por Juan Nadie (Meet John Doe, 1941), película de Frank Capra basada en su cuento «A Reputation» (1922), y la segunda al mejor guion original por Dos chicas y un marinero (Two Girls and a Sailor, 1944), dirigida por Richard Thorpe. Colaboró también con la revista literaria The Saturday Evening Post y algunas de sus obras han sido recogidas en relevantes antologías de cuentos de Estados Unidos.
De la introducción del editor
«El 19 de enero 1924 un escritor habitual de las revistas literarias, Richard Connell (1893-1949), publicó en el semanario Collier el relato «The Most Dangerous Game» («El juego más peligroso»), en el que un famoso cazador naufraga en una isla habitada únicamente por un extraño militar ruso llamado Zaroff, que le invita a participar en una cacería donde deberá desempeñar un papel de alto riesgo: el de presa.
El guionista James Creelman solo debía incorporar al argumento una mujer para atraer espectadoras a la taquilla y trasladar al lenguaje cinematográfico casi al pie de la letra la historia de Connell, que durante su carrera sería tentado en otras muchas ocasiones por la pantalla grande, lo que le valió dos nominaciones a los Oscar. […] En el relato original ya aparecían muchos de los elementos góticos de la película: la gran aldaba del portón de acceso a la fortaleza de Zaroff, los tenebrosos sótanos repletos de trofeos humanos, que prácticamente se eliminaron en el montaje final del film, lo que explicaría su corta duración: sesenta y dos minutos; los pantanos brumosos y mortíferos, los temibles perros de caza y hasta el gigante sordomudo Iván, tan servil con su amo como antipático con los demás.
Ernest B. Schoedsack y Irving Pichel, que debutaba en la codirección, explotaron al máximo esa atmósfera sórdida del relato, que se ajustaba a la perfección a sus intereses. La maza de la aldaba, que sirve de fondo a los títulos de crédito, representa a una mujer
yacente, sostenida en brazos por un centauro con una flecha clavada en el pecho izquierdo, el del corazón. El conde depredador, que en el relato de Connell persigue a sus víctimas con una pistola, en la pantalla lo hace con un arco de guerra mongol, herramienta más sanguinaria y primitiva, que da una idea más compleja y exacta del monstruo que se esconde tras ese refinado aristócrata cosaco que antes de soltar a sus presas brinda con champán junto a ellas al abrigo de su fortaleza.
El responsable del casting tiró de la plantilla de actores bajo contrato con la RKO para el papel protagonista, el cazador profesional Bob Rainsford —en el relato literario se llama Sanger—, que recayó en Joel McCrea. […] Supo dar justa réplica al auténtico protagonista de la película, Leslie Banks, malvado sofisticado e inquietante, que intenta escapar de uno de los peores males que acechan a la humanidad, el aburrimiento.
«La caza empezaba a aburrirme —confiesa en un momento de la película—. Cuando perdí el amor por la caza perdí mi amor por la vida… y por el amor. Incluso intenté ponerme al nivel del hombre salvaje; entonces me perfeccioné en el uso del arco de guerra mongol. Sigue siendo mi arma de guerra preferida para cazar, pero lo que yo necesitaba no era una nueva arma, sino una nueva presa. Aquí mismo en mi isla cazo la presa más peligrosa de todas». ¿Hay que explicar a quien se está refiriendo?
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