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«El hombre que sabía demasiado» (Alfred Hitchcock, 1956)

«Digamos que la primera versión es el trabajo de un talentoso aficionado y que la segunda ha sido hecha por un profesional», comentó una vez Alfred Hitchcock comparando sus versiones de 1934 y 1956 de «El hombre que sabía demasiado».

En 1934, la producción de Gaumont–British fue un gran éxito de crítica y de público que ayudó a establecer la reputación de Hitchcock como un maestro del suspense cinematográfico.

El compacto y ágil guión estaba basado en una historia de Bulldog Drummond que había adaptado Charles Bennett con un redactor de periódicos, D.B. Wyndham-Lewis, haciéndose cargo de los diálogos. La historia era simple, pero llena de suspense: Una pareja inglesa de vacaciones en Suiza se entera del plan para matar a un dignatario extranjero.

Para garantizar su silencio, los asesinos secuestran a su hija. El rescate de la niña, en el famoso Albert Hall, requería una filmación espectacular, que se inspiró en el recordado sitio de la calle Sidney, a principios de siglo, cuando una banda de anarquistas fue descubierta en su guarida por Winston Churchill.

Durante años, Hitchcock había querido volver a hacer el film. En 1941, bajo contrato con David O. Selznick, había considerado seriamente retrabajar la historia para darle un escenario norteamericano, pero no pudo resolver el ángulo político. Cuando volvió a revivir el proyecto a mediados de los 50, decidió retener la línera general de la historia, pero apartarse del aspecto decidido de «thriller» y localizarse en el drama de la familia.

En mayo de 1955 comenzó la producción de la segunda versión de «El hombre que sabía demasiado». Por fin Hitchcock tenía la oportunidad de hacer algo que siempre había querido: Mejorar su propio trabajo.

«El hombre que sabía demasiado» de Alfred Hitchcock es una presentación de Universal Classics que tiene por protagonistas a James Stewart y Doris Day. Producida y dirigida por Alfred Hitchcock, el guión era de John Michael Hayes y Angus McPhail a partir de una historia de Charles Bennett y D.B. Wyndham–LewisRobert Burks fue el director de fotografía.

Al modernizar la historia, John Michael Hayes, quien también escribió «La ventana indiscreta» («Rear Window»), «Atrapa a un ladrón» («To Catch a Thief») y «Pero ¿quién mató a Harry?» («The Trouble with Harry») para Hitchcock, contribuyó muchas vueltas de tuerca a la ya rica textura narrativa. Al enriquecer a los personajes, disminuyó el estrafalario humor del original y puso el énfasis en los sentimientos de los padres. Hitchcock y Hayes sentían que la verdadera preocupación debía ser el secuestro y no el proyecto de asesinato, Este último debía ser una cuestión igual de misteriosa pero menos importante que pusiera la acción en marcha.

En vez de comenzar en St. Moritz, el nuevo film empezaba en Marruecos, lo cual otorgaba una atmósfera más exótica y peligrosa. Leslie Banks fue reemplazado por James Stewart (en su tercer trabajo para Hitchcock después de «La soga» («Rope») y «La ventana indiscreta» y antecediendo a «De entre los muertos» («Vertigo») y Edna Best por Doris Day.

El contratar a Doris Day, a quien Hitchcock admiraba mucho en su personajes sin canciones de «Storm Warning)), hasta entonces su única interpretación dramática, demostró ser una inspiración para el film. Su carrera como cantante fue introducida convincentemente en el guión. Ya no era la mujer de buena puntería que salvaba a su hija matando al villano como en la versión de 1934.

Ahora la madre se descubría como una ex–estrella musical, cuyas dos canciones en la película servían para que avanzara la trama. Una de ellas, «Qué será, será» ganó el Oscar como mejor canción de 1956; la otra melodía se llama «We’ll Love Again», Los exteriores se rodaron en Marruecos y Londres, aunque la mayor parte del film utilizó los platós sonoros de los Estudios Paramount. E incluso aunque el film se estaba rodando, el guión seguía sin estar terminado. «Continuaba escribiendo 8 o 10 páginas por día en Hollywood y éstas eran enviadas por correo aéreo al lugar de rodaje», ha dicho el guionista Hayes.

La historia continuaba siendo intrigantemente simple: Durante unas vacaciones familiares, Ben MacKenna (Stewart) se ve envuelto en una intriga internacional cuando se entera accidentalmente que se está por matar a un dignatario extranjero mientras asiste a un concierto. Lo que había comenzado como una algo monótona vacación para MacKenna, su mujer Jo (Day) y su hijo de diez años Hank (Christopher Olsen), se convierte en algo más de lo que nadie hubiese esperado: Ben MacKenna es un hombre «que sabe demasiado».

En la primera película, la dramática secuencia del teatro en el Albert Hall, donde tienen lugar el concierto y el intento de asesinato, fue realmente rodada en los Estudios Lime Grove, con la mayor parte del público consistiendo en unas pinturas de Fortunio Matania que se reflejaban a través de espejos en las lentes de la cámara.

Esta vez, la escena fue filmada en el auténtico Albert Hall y el compositor del film, Bernard Herrmann dirigía «The Storm Cloud Cantata» de Arthur Benjamin con la Orquesta Sinfónica de Londres y el coro de 350 personas del Covent Garden.

El momento climático del film se centra en el instante en que se entrechocan los platillos de la orquesta. Justo ahí, cuando ellos suenan, se debe disparar un tiro, apuntado directamente al diplomático.

De esta forma, los platillos ahogan el sonido del arma de fuego. La música toma un nuevo significado mientras los personajes –y el público– esperan la sonora nota. Y como uno puede espera de Hitchcock, lo que más disfrutó fue la construcción de ese suspense. El director se tomó su tiempo y gran esfuerzo para asegurarse que el público entendiera y aguardara el papel de los platillos.

En los títulos de presentación, se ve al músico sosteniéndolos mientras un letrero sobreimpreso señala que «un simple entrechocar de platillos » puede «destruir la vida de una familia norteamericana ».

Más tarde, los conspiradores ensayan su plan de asesinato escuchando la cantata preparándose para el momento fatal y, más tarde aún, Hitchcock hace que la cámara recorra la partitura del músico para señalar de cerca la única nota que debe tocar. Hitchcock sentía que la escena musical de doce minutos sin palabras, demostraba la mínima importancia del diálogo para construir tensión dramática.

Los Mackenna saben sobre el plan de asesinato pero los asesinos tienen a su hijo, así que están desarmados. Cuando crece la tensión, la cámara se focaliza de Doris Day al asesino y a los platillos, con Hitchcock prolongando la agonía de la actriz tanto como pudo. Atrapada en el medio de una confrontación, la angustiada madre se convierte en el centro emocional de toda la secuencia, con su inquietud íntima y el «crescendo» musical yendo ambos hacia un poderoso climax.

No obstante, Doris Day salva la situación porque grita en el último minuto, evitando el asesinato del diplomático. Agradecido, él invita a la familia a una recepción en su embajada, donde, sin que ellos lo sepan, tienen secuestrado a su hijo. Luego le piden a ella que cante y elige «Que será, sera». Hank, el hijo, la escucha y comienza a silbar la melodía, guiando así a su padre hacia donde él se encuentra. Una vez más las palabras se demuestran inútiles y la música sigue siendo el único medio de comunicación disponible para la familia. Ya no más los aburridos turistas de una excursión, los MacKenna se han convertido en activos participantes de una intriga mundial. Sin ayuda de los demás, de alguna forma han cambiado el curso del destino.

Los personajes –y nuevamente el público– sienten que han triunfado. «No se puede transmitir una emoción al publico a menos que uno también la sienta», ha dicho Hitchcock. Mientras atrapaba a sus personajes en una situación / de pesadilla, es obvio que él se preocupaba profundamente por ellos. Por cierto, que provocan más simpatía que sus contrapartes en la anterior versión inglesa. Un mes antes de comenzar a rodar esta «remake », Hitchcock se había convertido, por fin, en ciudadano norteamericano. Por consiguiente, no es disparatado ver a esta segunda versión de «El hombre que sabía demasiado» como el tributo del director a su segunda patria.

«En 1956 –escribe Miguel Marías– se distribuyó en el mundo –aunque en España tardó cuatro años en estrenarse– la versión americana, en color, de ‘El hombre que sabía demasiado’. Obtuvo un considerable éxito de público, pero fue poco apreciada por la crítica: Aún faltaba mucho para que la grandeza de Hitchcock fuese admitida; sus defensores –GodardTruffautRivette– se agazapaban en las páginas de Cahiers du Cinéma y el semanario ArtsRohmer y Chabrol no habían acabado su libro sobre Hitchcock. A éste se le consideraba, en el mejor de los casos, un hábil ilusionista, un ameno narrador de intrigas policiacas, «el mago del suspense», una especia de Agatha Christie del cine al que se podía encontrar «divertido», «entretenido » o «ingenioso», pero no tomar en serio: compararle con Murnau, EisensteinClair o Wyler hubiera sido una herejía».

Sinopsis

Después de asistir a un congreso médico en París, el Dr. Ben MacKenna (James Sterwart) lleva a su mujer Jo (Doris Day), una cantante retirada, y a su hijo de diez años Hank (Christopher Olsen), a una extensa vacación en Marruecos. El cirujano no desconoce por completo el lugar, dado que ha servido en un hospital del ejército en Casablanca durante la Segunda Guerra Mundial.

En viaje hacia Marrakech en autobús, la familia norteamericana se hace amiga de un afable francés, Louis Bernard (Daniel Gelin) quien les hace una serie de preguntas personales nada frecuentes. Una vez en Marrakech el extraño Bernard cancela en último momento una cena a la que los había invitado.

Los MacKenna terminan compartiendo la velada con una pareja inglesa el señor Y la señora Drayton (Bernard Miles y Brenda de Banzie). El señor Drayton dice que es un agrónomo que trabaja para las Naciones Unidas. De alguna forma, Ben y Jo se sienten incómodos cuando ven llegar al restaurante a Bernard con una joven y pretende ignorar Su presencia. Al día siguiente, en la plaza del mercado, un árabe es apuñalado por la espalda. Se derrumba junto a Ben quien descubre que es Bernard disfrazado. El agonizante le susurra un crítico mensaje sobre el inminente asesinato de un dignatario extranjero en Londres.

En la comisaría, Ben se da cuenta que Bernard, un agente del servicio, secreto francés, se ha hecho amigo suyo para pedirle su ayuda. También se entera que su hijo ha sido secuestrado cuando recibe una llamada anónima de sus raptores. Amenazan con matar a Hank si Ben revela la información a las autoridades francesas.

Más tarde, al regresar al hotel, le dicen que los Drayton han regresado a Inglaterra en un avión privado. Ben y Jo corren a Londres. Negándose a cooperar con el inspector Buchanan de Scotland Yard por miedo a poner en peligro la vida de su hijo, comienza una investigación por su cuenta. La única pista que tienen es «Ambrose Chappell». Después que Ben ha seguido un camino erróneo hacia un taxidermista que tiene ese nombre Jo deduce que Bernard se debe haber referido a un lugar y no a una persona. La pareja llega a una pequeña iglesia protestante donde encuentran a los Drayton como si fuesen el vicario y su mujer.

Hank, que está cautivo arriba, será llevado pronto a una embajada extranjera. Mientras Jo va a buscar ayuda, Ben es golpeado y dejado inconsciente en la capilla. Siéndole imposible entrar por las ahora cerradas puertas de la iglesia, Jo trata de localizar al inspector Buchanan.

Se entera que está destinado a proteger a un primer ministro extranjero en el Royal Albert Hall donde la Orquesta Sinfónica de Londres está interpretando la Cantata «Storm Cloud». En la sala de conciertos, Rien el asesino, se acerca a Jo y le advierte que no arruine sus planes si quiere ver vivo a su hijo. Rien tiene instrucciones de disparar en el momento preciso en que la partitura musical, hace sonar los platillos. Sintiendo que algo terrible esta por ocurrir, Jo grita un segundo antes de los platillos. Su grito salva la vida del ministro.

Ben, que se ha escapado de la capilla, entra al palco del asesino y éste intentando huir, cae hacia el patio de butacas. Ignorando que su propio embajador y gobierno están envueltos en el intento de asesinato, el agradecido ministro invita a los MacKenna a una recepción en su embajada.

Le piden a Jo que cante su canción más popular. El sonido de la melodía llega hasta la habitación en la cual Hank está durmiendo. El niño reconoce la canción. Sabiendo que los conspiradores están preparándose para matar al chico, la maternal señora Drayton le pide que la silbe. Al escuchar a su hijo, Ben se las arregla para irse del salón donde transcurre la fiesta y corre escaleras arriba para rescatarlo. De pronto, aparece el señor Drayton revolver en mano…

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