Cualia.es

«El hombre que llegó a ser rey», de Rudyard Kipling

En El hombre que pudo reinar (1975), John Huston demostró que el clasicismo aún no había sido derrotado por el Nuevo Hollywood. No solo eso: en esta película había un procesado profundo de materiales que revelaba, plano a plano, una elegancia, un sentido narrativo y un modo particular de interpretar la realidad, propios de otras épocas.

En realidad, esto último es fácil de explicar. El hombre que pudo reinar era un proyecto que Huston tenía sobre la mesa desde los años cincuenta. De hecho, si la producción no se hubiera retrasado de una década a otra, los papeles encarnados por Sean Connery y Michael Caine ‒los aventureros Danny Dravot y Peachy Carnehan‒ hubieran recaído en alguno de los otros dúos previstos por el director: Clark Gable y Humphrey Bogart, Burt Lancaster y Kirk Douglas, Richard Burton y Peter O’Toole… Esa cocción lenta del proyecto también se advierte en el resultado: una película de veteranos, gozosamente adulta, que hace sentir al espectador el oxígeno de las grandes aventuras del XIX.

Aunque el estilo de Huston aparece con claridad en el montaje, lo cierto es que el realizador fue muy respetuoso con el relato original. El ajuste cinematográfico del texto de Rudyard Kipling es en este caso modélico, diría que inmejorable, y para comprobarlo, basta con acercarse a las páginas de esta nueva versión española, El hombre que llegó a ser rey, maravillosamente traducida por Amelia Pérez de Villar, con un doble complemento que aún genera mayor complicidad: el prólogo de Eduardo Martínez de Pisón y el epílogo de Ignacio Peyró.

En la adolescencia, cuando leí el relato de Kipling por primera vez, me resultó muy difícil disociar el escenario que recorren Dravot y Carnehan de los paisajes de Marruecos donde se rodó el film de Huston ‒en concreto, Uarzazat, sede de los Estudios Atlas‒. El tiempo ha pasado, y aunque esta edición también subraya esa nostalgia del mejor cine aventurero, aquí el brillo literario de Kipling me ha llegado con más nitidez. Supongo que hay una razón para ello, y es que, a estas alturas de la vida, también echo de menos la lectura juvenil de sus cuentos y novelas.

Publicado originalmente en 1888, El hombre que llegó a ser rey recupera la mitología de los casacas rojas, pero con un toque de picaresca, un innegable vitalismo y cierta melancolía. El viaje imposible de Dravot y Carnehan hasta el remoto Kafiristán provoca emociones directas, muy hondas, de las que uno no es particularmente consciente hasta que resurgen ‒y eso es lo que de verdad importa‒ en forma de sueños y recuerdos.

Sinopsis

Hubo un tiempo, en aquel mundo perdido de la infancia, en que algunos soñamos con volver a Kafiristán. Evocar su nombre, con ecos de una geografía esotérica de lugares lejanos y de difícil acceso, nos ponía en situación de comenzar una nueva y trepidante aventura. Aquellos lugares, entre la frontera del mundo conocido y el mito, pertenecen a nuestra primera educación sentimental, en la que habitan nombres de leyenda, como Danny Dravot y Peachey Carnehan, sin duda los protagonistas más emblemáticos, junto con Kim de la India, de los relatos de Rudyard Kipling. Esta es una de esas grandes historias que han llenado de sueños nuestras vidas, cuyos personajes nos han deslumbrado con sus pericias y proezas, hazañas llenas de valentía y coraje, de humor, romance y fabulosos tesoros; una de esas historias repletas de truhanes y aventureros que se ven envueltos en el «Gran Juego». Volver a Kafiristán supone adentrarse en lo desconocido, que nos atrae y fascina y donde, de seguro, nos aguardan la gloria y la fortuna, pero también la derrota y la tragedia. Del relato de Kipling no han faltado nunca ediciones, pero nos pareció necesario afrontar una nueva traducción, más rigurosa con el original, debidamente anotada y que supiese, por fin, desbrozar los jugosos matices de la prosa del escritor británico. Para ello nadie mejor que la escritora Amelia Pérez de Villar, que se atreve a romper con la tradición y ha ajustado más fielmente el título inglés al castellano. Nuestra edición se completa con el prólogo de Eduardo Martínez de Pisón, quien sabe conjugar su extraordinaria experiencia como viajero y sabio geógrafo con su pasión por el paisaje, la montaña y aquellas obras de la literatura universal –de Jules Verne Tintín– donde el mapa, el viaje y la geografía son un personaje fundamental de la narración; y el epílogo de Ignacio Peyró, reputado diarista y periodista anglófilo, que ya nos fascinó con su portentoso y enciclopédico Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa. Nuestro deseo es que ustedes se adentren con ojos nuevos en esta aventura y, de la mano de Dravot y Carnehan, vuelvan a Kafiristán, quizá para llegar a ser reyes.

Rudyard Kipling (Bombay, 1865-Londres, 1936) fue escritor de relatos, poeta y novelista. En su temprana niñez, vivió en Bombay, pero su familia, contraria a que se educase en las colonias, decidió internarlo en un instituto en Londres. De regreso a Lahore, trabajó como periodista. Viajó por Asia y Estados Unidos, donde posteriormente vivió durante un breve período. Finalmente se estableció en Inglaterra. Kipling ha sido el último poeta de masas en Inglaterra, y gozó de una fama sin interrupciones desde que –con 22 años– se declarara abierto el «Kipling furore» con El hombre que llegó a ser rey, uno de sus mejores relatos que, junto con Kim, tiene a la India Colonial británica y el Gran Juego como telón de fondo. En 1907 consiguió el Nobel más temprano de la Historia –y el primero en inglés– lo que le deparó tantas admiraciones como envidias.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Fórcola. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.