Cuenta Joseph Campbell que a sus cursos de mitología en el Sarah Lawrence College asistían personas de casi todas las confesiones religiosas. En sus muchos años de enseñanza, descubrió que todo el mundo ha sido educado en algún tipo de mito.
Cualquier tradición mitológica puede convertirse en nuestra vida: “Es bueno aferrarse al mito en el que uno fue educado porque es ahí donde, lo quiera o no, uno se encuentra. Pero lo que hay que hacer no es quedarse con la letra de ese mito, sino con su espíritu o, dicho en otras palabras, tenemos que aprender a cantar su canción.”
Ayer hacía una tarde otoñal maravillosa. Llovía. La bruma invadía, por momentos, el paisaje que caminábamos. El Museo Arqueológico Regional se encuentra en una de las zonas más bellas de Alcalá de Henares, en la llamada Plaza de las Bernardas. A escasos metros de ella, en otra plaza recoleta, se encuentra la librería de lance Domiduca.
Entramos. Sobre el suelo, se amontonaban muchos libros de la mítica Editora Nacional. El primero de la torreta, éste. Hube de llevármelo, claro está.
Continúa Joseph Campbell: “Hay una historia que refleja, en mi opinión, la imagen esencial de tener el coraje de buscar, descubrir y vivir la propia vida. Procede del romance artúrico ‘La búsqueda del Santo Grial’, escrito por un monje anónimo del siglo XIII.”
En este romance, hay un momento en el que los caballeros están congregados en la sala del banquete en torno a la Tabla Redonda. El rey Arturo no quiere que nadie empiece a comer hasta que haya ocurrido una aventura. Y la aventura se presenta, al poco tiempo: el Santo Grial se muestra a la asamblea de todos los caballeros, pero no en todo su esplendor, sino oculto tras un paño resplandeciente, para desaparecer al instante. Gawain, sobrino de Arturo, propone que vayan todos en busca de ese Grial, a fin de desvelarlo. Pero no han de ir juntos, sino uno a uno, adentrándose cada quien en el bosque por el lugar que eligiera, donde más oscuro estaba y no había camino ni sendero.
Concluye Campbell: “Es decir, uno se adentra en el bosque por su punto más oscuro, por donde no hay camino. Porque, si hay camino o sendero, se trata del camino o del sendero de otro.”
Cada ser humano es único: único, pues, debe ser el encuentro con su propio camino a la felicidad. “Conocer a los otros es sabiduría; / conocerse a sí mismo es iluminación. / Volverse maestro de otros requiere Fuerza; / volverse maestro de sí mismo / requiere la verdadera Fortaleza.” (Lao-Tzu, Tao te King, capítulo 33).
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