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«El caso Saint-Fiacre», de Georges Simenon

Misterios y sospechas aparte, acaso lo más lúcido en las novelas del comisario Maigret son sus percepciones de la naturaleza humana: los detalles más desconcertantes del alma y el mecanismo casi arbitrario que nos agita entre el bien y el mal, entre la rutina y la tragedia.

La singularidad de Simenon no estriba, pues, en su amor por el género policiaco, sino en el modo en que aplica esta fórmula a la pluralidad psicológica y moral de sus personajes, y en la sutileza con la que estudia la sociedad en la que viven.

La desdicha que se teje al comienzo de El caso Saint-Fiacre es un buen ejemplo de ello. Maigret regresa a su pueblo natal ‒Saint-Fiacre, una localidad inspirada en Paray-le-Frésil‒ tras la pista de una amenaza que las autoridades locales han transmitido a la Policía Judicial de París: «Les comunico que se cometerá un crimen en la iglesia de Saint-Fiacre, durante la primera misa del Día de Difuntos».

El comisario acude a ese oficio religioso, y en efecto, cuando la misa concluye, muere una de las asistentes, la condesa de Saint-Fiacre. Frente al presente eterno que inspira esa mujer muerta, el cerebro de Maigret se activa para resolver lo que acaba siendo un rompecabezas personal.

No les adelantaré más de la trama. Quienes hayan frecuentado la literatura de Simenon no olvidan que el detective verifica todas las opciones posibles de un crimen. En su caso, la tarea de investigar tiene algo de psicoanálisis colectivo, y este es un ejercicio metódico, que le permite desvelar los escrúpulos íntimos de cada sospechoso, y por supuesto, del culpable final.

Maigret se convierte en confidente y en sabueso, evitando los asombros momentáneos y otras trampas mentales para dar con la verdad. Una verdad que, en el fondo, modifica el pasado tal y como lo interpretábamos hasta ese momento. Y créanme, el pasado es, en esta amenísima obra, un factor decisivo a la horta de aclarar el misterio.

Escrita por Simenon en enero de 1932, esta es una de las novelas más celebradas de ese genio de la investigación que es Jules Maigret. Los seguidores del personaje saben que, además, este libro proporciona interesantes detalles sobre la vida del personaje, que a su vez remiten a reminiscencias autobiográficas del propio novelista.

A modo de complemento, si tienen la oportunidad de hacerlo, les recomiendo que completen la experiencia de esta lectura dándose el gusto de ver su adaptación cinematográfica: Maigret en el caso de la condesa (1959), de Jean Delannoy, con un reparto imponente que encabezan Jean Gabin ‒el mejor Maigret posible‒, Michel Auclair y Valentine Tessier.

Sinopsis

«Maigret revivía las sensaciones de antaño: el frío, el escozor en los ojos, la punta de los dedos helada, el regusto del café. Y después, al entrar en la iglesia, una vaharada de calor, de luz tenue; el olor de los cirios, del incienso…».

La última vez que Maigret visitó Saint-Fiacre, el pueblo en que nació, fue para asistir al funeral de su padre, que trabajó durante treinta años como administrador del castillo de los condes de la región. Ahora una carta anónima anuncia que se cometerá un crimen durante la misa del Día de Difuntos, y el comisario debe regresar a sus orígenes para evitarlo. Al terminar la misa un feligrés ha muerto, como se había anunciado: Maigret, a pesar de haber estado presente y atento, no ha visto absolutamente nada que le permita saber quién o quiénes han cometido el crimen. El mítico inspector del gran maestro de la novela negra tendrá que recurrir a su sagacidad y psicología para resolver este nuevo caso que lo obliga a volver a su patria chica y amenaza sus tiernos recuerdos de infancia.

Georges Simenon (Lieja, Bélgica, 1903 – Lausana, Suiza, 1989) escribió ciento noventa y una novelas con su nombre, y un número impreciso de novelas y relatos publicados con pseudónimo, además de libros de memorias y textos dictados. El comisario Maigret es el protagonista de setenta y dos de estas novelas y treinta y un relatos, todos ellos publicados entre 1931 y 1972. Célebre en el mundo entero, reconocido ya como un maestro, hoy nadie duda de que sea uno de los mayores escritores del siglo XX.

En esta editorial han aparecido El gato (Acantilado, 2012), Pietr, el Letón (Acantilado, 2012), El perro canelo (Acantilado, 2012), La casa del canal (Acantilado, 2012), Los vecinos de enfrente (Acantilado, 2013), Las hermanas Lacroix (Acantilado, 2013), Maigret en los dominios del córoner (Acantilado, 2013), La nieve estaba sucia (Acantilado, 2014), El círculo de los Mahé (2014), Pedigrí (2015), El arriero de «La Providence» (2015), Maigret tiende una trampa (2016), El muerto de Maigret (2016) y La noche de la encrucijada (2017).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.