Leslie Purnell Davies fue uno de esos oscuros escritores de los que hoy resulta casi imposible averiguar nada aun cuando en su momento gozara de cierta popularidad. Por algún motivo, su trabajo no ha gozado nunca de la atención que críticos y comentaristas han dedicado a autores de similar categoría.
De nacionalidad inglesa, Davies fue dependiente en una tienda, optometrista, cartero, conductor de ambulancias militares, pintor y, finalmente, escritor de moderado éxito en los sesenta y primeros setenta del pasado siglo. Tras publicar dos docenas de novelas y unas sesenta narraciones cortas, acabó sus días retirado en Tenerife, alejado de toda actividad creativa y convertido en una figura tan elusiva y misteriosa como muchos de los protagonistas de sus historias.
Sus libros puede clasificarse fácilmente como adscritos a uno o varios de los siguientes tres géneros: ciencia-ficción, suspense o terror. Sus temas más frecuentes eran el carácter engañoso de la realidad, la falibilidad de los sentidos y la memoria humanos y los trastornos de la propia identidad, ejemplificados en protagonistas afectados por amnesia y argumentos que giran alrededor de la búsqueda de su auténtico yo o bien del verdadero rostro de la realidad y el papel que juegan en ella.
Novelas de Davies que giran alrededor de esos temas son El hombre artificial, ¿Quién es Lewis Pinder, Devuélveme a mí mismo, Génesis Dos, Viaje al crepúsculo o El alienígena, en la que se dan cita el misterio con la ciencia-ficción y que nos propone el enigma sobre un hombre hospitalizado y su posible origen extraterrestre. El alienígena fue reeditado como The Groundstar Conspiracy, título que compartió con la película que en 1972, dirigida por Lamont Johnson y protagonizada por Michael Sarrazin y George Peppard, se rodó basada –muy libremente– en el relato de Davies. Otros dos de sus libros adaptados al lenguaje cinematográfico fueron The Paper Dolls (para la efímera serie televisiva Journey Into the Unknown) y The Artificial Man, convertida en Project X para el cine y dirigida por William Castle.
Las preocupaciones temáticas de Davies (identidad, estados mentales exaltados, la manipulación o pérdida del control sobre la propia mente) fueron las mismas que las exploradas por Philip K. Dick en muchos de sus mejores trabajos, pero el estilo prosístico de éste era claramente superior al de Davies. Mientras el uno era un genio atormentado que confundía y sorprendía al lector llevando sus relatos al campo de la alucinación psicotrópica, el otro era un aplicado artesano mucho menos extremo en sus planteamientos y resoluciones. Es por ello por lo que Dick se convirtió en un maestro de la ciencia-ficción universalmente apreciado mientras que Davies nunca ha escapado de la etiqueta de escritor de culto. No resulta fácil hacerse con su obra –sus libros ya no se reeditan siquiera en inglés– pero es sin duda un escritor que merece la pena ser recuperado.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.