La imagen de ese Matt Damon empequeñecido, dispuesto a reinventar su vida en una ciudad liliputiense, puede ser interpretada como una metáfora de su propia crisis existencial. Por otro lado, esta fábula de Alexander Payne, bajo su apariencia de comedia de ciencia-ficción, sugiere también una identificación entre esos seres reducidos al tamaño de duendes y la única salida que le queda al ser humano para escapar de una catástrofe económica o medioambiental: buscar la euforia sin hacerse notar, reducir los gastos… En definitiva, decrecer.
Por supuesto, esas lecturas pueden obviarse en un primer visionado. Al fin y al cabo, la película aborda una trama que puede disfrutarse con una sonrisa, sin necesidad de que nos pongamos a filosofar.
El matrimonio que forman Paul y Audrey Safranek, interpretados por Kristen Wiig y un excelente Matt Damon, pasa por un momento pésimo en sus finanzas. Animados por una pareja que ya pasó por la experiencia (Jason Sudeikis y Maribeth Monroe), los Safranek deciden aprovechar un prodigioso avance científico que permite reducir a los seres humanos de tamaño.
La tentación es casi irresistible: lo que en el mundo real es un lujo, en las nuevas colonias, construidas a escala Playmobil, se convierte en un capricho accesible. Además, como los minihumanos consumen infinitamente menos, ese nuevo bienestar lleva aparejada la conservación del planeta.
No quiero avanzarles más detalles del argumento. Quédense con esta idea: el mundo bonsai al que accede el protagonista no es una utopía, y refleja, a pequeña escala, muchos de los dramas y tragedias a los que hoy nos enfrentamos. Esa miniaturización, como verán, se convierte en un reto con infinitas implicaciones.
La cinta incluye a personajes sorprendentes que nos permiten descubrir otras facetas de este microcosmos, como Dusan, un playboy corrupto, encarnado con mucha gracia por Christoph Waltz, o Ngoc Lan, la disidente vietnamita a quien da vida la enérgica Hong Chau.
Por suerte, esta no es una película sencilla o acomodaticia. Al contrario, este es un producto inteligente y adulto, en el que Payne, por medio de varias subtramas, solapa géneros difíciles de mezclar, desde la comedia negra al drama social, pasando por la distopía tecnológica y el humor costumbrista (en su variante «pez fuera del agua»).
No esperen, por tanto, una actualización de Cariño, he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989). Lo que nos ofrece Alexander Payne es una sátira bastante audaz, con resonancias políticas y sociales muy claras, que al final no deja títere con cabeza.
Divertida, insólita, a veces conmovedora, Una vida a lo grande está narrada con solvencia, apoyándose en un sólido reparto y asimismo en un guión sin concesiones, que se toma en serio la tarea de hacer una radiografía de nuestro tiempo.
Sinopsis
Una vida a lo grande narra las peripecias de Paul Safranek (Matt Damon), un tipo corriente de Omaha, que, junto a su mujer Audrey (Kristen Wiig), sueña con una vida mejor. En un momento en el que el mundo se enfrenta a una crisis de superpoblación, los científicos descubren una solución radical que permitirá reducir a las personas a una altura de cinco pulgadas. La población no tarda en descubrir que el dinero da mucho más de sí en un mundo a escala reducida, y ante la promesa de un estilo de vida más lujoso del que nunca habían podido soñar, Paul y Audrey deciden correr el riesgo de someterse al controvertido tratamiento y embarcarse en una aventura que cambiará sus vidas para siempre.
Alexander Payne (Director)
Nativo de Omaha, Nebraska, Alexander Payne obtuvo su Master en Artes Cinematográficas en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Su primer largometraje como director fue Citizen Ruth (1996), seguido por Election (1999), que ganó el premio al mejor guión del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos y del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York, además de una nominación a los Oscar como Mejor Guión Adaptado. A propósito de Schmidt fue estrenada en la sección a concurso del Festival de Cine de Cannes y fue la película de la sesión de apertura del Festival de Cine de Nueva York. Entre copas (2004) y Los descendientes (2011), consiguieron sendos premios Oscar al Mejor Guión Adaptado, y fueron nominadas a otros cuatro premios de la Academia, entre ellos, el de Mejor Película y Mejor Director. Nebraska (2013) se estrenó en la sección a concurso del Festival de Cine de Cannes de 2013, en el que Bruce Dern ganó el Premio al mejor actor. La película también fue nominada a seis Oscar de la Academia y cinco Globos de Oro.
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