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Crítica: «Superlópez» (Javier Ruiz Caldera, 2018)

Considerada por muchos una de las obras más logradas del último periodo de Bruguera, Superlópez se debe al talento gráfico y narrativo de Jan y al guionista que dio un impulso definitivo a la serie, Efepé (Francisco Pérez Navarro).

El personaje debutó en 1973, pero su fama surge de una etapa excepcional: la que comienza con El Supergrupo (1979) y se prolonga hasta La gran superproducción (1984). Son los títulos de ese periodo los que más han impactado en el ánimo de los aficionados, y también los que sirvieron para perfeccionar una fórmula en la que se combinaron el humor, la sátira social, el costumbrismo español y los tópicos superheroicos.

Como es evidente, a la hora de ver la adaptación de Javier Ruiz Caldera, la primera tentación es apreciar en qué medida la película es un fiel tributo al tebeo de Jan.

Supongo que el punto de partida para esta comparación tienen que ser títulos como los que acabo de citar, y no los correspondientes a etapas bastante menos acertadas de su creador. En todo caso, no pasa mucho tiempo antes de que comprendamos que lo que aquí cuenta no es la exactitud, sino el respeto y el cariño que demuestra Ruiz Caldera. (Claro que en esto también tiene mucho que decir la retromanía en la que nos hemos instalado de un tiempo a esta parte. Para los que querrían un calco de las viejas aventuras de Superlópez, la originalidad camina de puntillas y todo se resume en una palabra: nostalgia. En lo que se refiere a la cultura pop, el radar generacional funciona así, como si el cine tuviera la obligación de recordarnos a todas horas la buena onda de los setenta y los ochenta.)

Inevitablemente, Superlópez avanza por este camino de comparaciones y homenajes. Pero lo que de verdad me parece rescatable es la simpatía de esta comedia blanca, sencilla, bastante mejor resuelta que otros intentos recientes de llevar un cómic español al cine.

Puestos a pedir, hubiera sido deseable que dos tipos tan brillantes como Borja Cobeaga y Diego San José redondearan del todo el guión, equilibrando algunas vibraciones que no oscilan como es debido (No me lo recuerden: reprocharle algo al guionista sin leer el libreto original, antes de que este pase por las manos del director, es una de las grandes injusticias de cualquier crítica).

A la hora de mencionar los aciertos del film, aparte de su acertada dirección artística, toca elogiar al elenco que pelea en primera fila por este producto, y que además, logra sacarlo a flote.

La naturalidad y la inocencia que transmite aquí Dani Rovira resultan, a la larga, beneficiosas para las intenciones de la película. Alexandra Jiménez, con quien el protagonista ya coincidió en 100 metros (2016), también despliega su inteligencia para el humor, justificando por qué Ruiz Caldera ya contó con ella en Spanish Movie (2009), Promoción fantasma (2012) y Anacleto: Agente secreto (2015).

Julián López se mueve en terreno conocido: en 2010 ya trabajó con Alexandra Jiménez en No controles, bajo la dirección de Cobeaga. En esta ocasión, su comicidad está bien dosificada y funciona con la debida fluidez.

Maribel Verdú interpreta a Ágata, una villana intergaláctica cuya grandilocuencia contrasta con el tono entrañable de los padres de Superlópez en la Tierra, encarnados estupendamente por Pedro Casablanc y por Gracia Olayo.

Por estas y otras razones, aunque uno se obstine en subrayar sus defectos ‒que los tiene‒, Superlópez acaba ganándose al espectador gracias a su factura de tebeo dominical y a una disfrutable ingenuidad.

Sinopsis

Con superpoderes es difícil no destacar. Poder volar, tener súper-visión o detener un convoy del metro para que no descarrile… y regresar luego a la oficina, esforzándose en ser un tipo normal, no ha sido fácil para Juan López… o quizás sí, porque Juan no necesita más que su cruasán matinal para ser feliz…

…y porque Juan no sabe que es el portador de un vital secreto que salvará a su planeta, Chitón, del malvado Skorba y de su sibilina hija, Ágata. Un secreto que corre peligro de desvelarse cuando en la ordenada vida de López aparece Luisa, un antiguo amor de juventud. Ya no es momento de pasar inadvertido. Juan debe llamar su atención, sin saber que eso hará que Skorba y Ágata puedan por fin localizarle, darle caza y destruir Chitón.

Ha llegado el momento de convertirse en… ¡SUPERLÓPEZ!

Notas del director Javier Ruiz Caldera

Me gustan los cómics, mi filmografía me delata. Y Superlópez ha sido siempre el cómic que más he deseado adaptar a la gran pantalla. Su mezcla de géneros, con aventuras, fantasía, humor y costumbrismo me sigue pareciendo magistral.

Nunca se había hecho una película así en nuestra cinematografía. Una comedia de superhéroes, con efectos especiales nunca vistos hasta hoy, peleas con robots gigantes, supervelocidades, y con un señor que vuela por toda la ciudad y aterriza pegándose unos trompazos espectaculares… La única manera de hacerlo posible ha sido contando con los mejores profesionales del mundo, esos que lo mismo te hacen la ola de Lo imposible que los dragones de Juego de tronos.

Superlópez no tiene nada que ver con los demás superhéroes que conocemos. Es un mileurista con poderes. Porque salvar el mundo es toda una movida pero también lo es llegar a fin de mes, con la hipoteca y la declaración trimestral del IVA. Superlópez es el único superhéroe que ante una aventura intergaláctica se pregunta quién le va a dar de alta en la Seguridad Social. Y es que todo le viene grande, incluso el traje.

Para encarnar a este carismático personaje todos tuvimos claro que Dani Rovira era el actor ideal. Tiene esa mezcla de comedia, naturalidad y ternura que necesitábamos. Alguien con la capacidad de retratar el patetismo de López, y la épica de Superlópez. Y qué bien le queda el bigote. En un encuentro posterior que tuve con Jan, el autor original del cómic, él mismo me confirmó que veía a Rovira perfecto para el personaje, íbamos por buen camino.

Para construir la historia, junto con los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José, dos superdotados para la comedia, vimos que lo más interesante era explicar algo que en los cómics nunca se contó. Esto nos permitiría distanciarnos y evitarnos cualquier comparación, que siempre son odiosas, y aportar algo nuevo al personaje. Apenas existen unas pocas páginas que explican como empezó todo, los inicios del héroe. Sabemos que Superlópez viene de Chitón, aterriza en la tierra por accidente y luego por elipsis ya le vemos trabajando en una oficina gris y con una novia con mucho carácter que se llama Luisa Lanas. Pero… ¿Cómo se enamoraron López y Luisa? Y Jaime, su insoportable compañero de trabajo, ¿de dónde viene su relación de amistad y competencia? Y volviendo a nuestro héroe ¿de dónde sale ese traje tan mal hecho? ¿Y cómo aprendió a volar? Se nos acumulaban las preguntas, y nos divertían mucho las respuestas que se nos ocurrían. Además, en este tipo de películas los orígenes siempre me han parecido muy interesantes dramáticamente. Ese momento en que uno descubre los poderes, aprende a usarlos y tiene que lidiar con ellos.

Nuestro protagonista se tendrá por tanto que enfrentar a sus miedos y frustraciones, aceptar su condición de superhéroe y atenerse a las consecuencias. Y por supuesto, todo esto con una gran villana a la altura, interpretada por una actriz mítica, Maribel Verdú.

El reto era hacer una película para volver a sentir esa emoción que sentíamos cuando leíamos los cómics. Una aventura con un personaje maravilloso y divertido, con acción de primer nivel, para todos los públicos, espectacular, emocionante, épica y patética a la vez. Con romance, risas y sustos. Creo que lo hemos conseguido. Superlópez se lo merece.»

Notas de los guionistas Diego San José y Borja Cobeaga

«Lo primero, respeto. Superlópez es uno de los tebeos con mayor número de seguidores en nuestro país. La infancia de muchos españoles está marcada por La gran superproducción o La semana más larga. Es algo que impone cuando abordas una adaptación al cine que lleva siendo esperada muchos años. ¿Qué hace especial a este personaje? Quizás que si Clark Kent es un pardillo que deja atrás todas sus debilidades cuando se convierte en Supermán, Superlópez es tan perdedor en su versión López y su versión superheroica.

Hemos sido respetuosos pero también nos gusta jugar. Si Jan concibió Superlópez como la parodia ibérica del hombre de Krypton, nosotros también hemos querido fijarnos en las aventuras para la gran pantalla del Hombre de Acero. Las historias más divertidas son las de orígenes, como demuestra que en los últimos años hemos visto varias veces a una araña picar a Peter Parker y convertirlo en Spiderman. A la hora de relatar el génesis de Superlópez Jan fue breve pero eso nos ha servido como punto de partida para nuestra trama. Sí, nace en Chitón. Sí, viaja en una cápsula hasta el planeta Tierra. Sí, es adoptado por el matrimonio humano López. La película Superlópez narra ese origen pero también la peripecia de un oficinista gris que se convierte en un campeón de la justicia.

Como director, Javi Ruiz Caldera siempre nos animó a poner una taza de fidelidad y otra de libertad, porque ama los cómics de Superlópez y porque además de una adaptación fiel quería una película divertida, épica, moderna y para el disfrute de toda la familia. Javi era el primero en señalar que el café, el cruasán, el mecachis o el medianía debían figurar en el guion pero también el que nos permitió lanzarnos a imaginar una aventura que no estaba en los tebeos originales. Sobre todo para potenciar lo que diferencia a Superlópez de las muchas películas de superhéroes que se estrenan al año: ninguna tiene como protagonista a un españolito de a pie, mileurista, con bigote, que básicamente quiere dormir cinco minutitos más cada mañana».

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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