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Crítica: «Spectre» (Sam Mendes, 2015)

Los temas principales de la nueva entrega bondiana de Sam Mendes son la venganza, la pasión a contracorriente y el peligro de unos servicios de inteligencia basados en la tecnología y no en la voluntad humana. Dicho así, parece que Spectre aspira a una reflexión de altos vuelos, pero no se inquieten. En realidad, Mendes, consciente de lo que el público espera, nos invita a subir a una montaña rusa llena de rizos, curvas y tirabuzones.

Daniel Craig sigue en plena forma en la piel de James Bond, pero lo que más destaca en la cinta son los otros dos estereotipos que definen la saga: su adversario ‒el carismático Franz Oberhauser, un villano de la vieja escuela encarnado por Christoph Waltz‒ y las mujeres que se cruzan con 007, que aquí son, por este orden, la mexicana Stephanie Sigman, la italiana Monica Bellucci ‒una maggiorata digna de la etapa de Roger Moore‒ y la francesa Léa Seydoux, quien acaba siendo la verdadera coprotagonista de la peícula.

El guión, firmado por John LoganNeal Purvis, Robert Wade y Jez Butterworth, desarrolla una trama conspirativa ‒que no les adelantaré‒, resuelta como un hilo conductor entre Casino RoyaleQuantum of Solace y Skyfall. En esta trama, como ya proclama el título de la película, tiene mucho que ver Espectra, esa fraternidad secreta que tanto nos hizo disfrutar a los seguidores del Bond clásico, y que no aparecía en un film del personaje desde que en 1971 Sean Connery rodó Diamantes para la eternidad.

Aunque el guión de Spectre asume el canon que Ian Fleming estableció en sus cuentos y novelas, nos hallamos ante un argumento original, y por encima de todo, bien armado y convincente en su desarrollo.

Mendes apuesta fuerte desde el principio. No en vano, la película se abre con un larguísimo plano secuencia rodado en el Zócalo de México D.F., con cientos de extras y una formidable dirección artística. En dicho preámbulo, como sucede en otros films de la saga, el trabajo de los especialistas y de los encargados de los efectos físicos y digitales está muy por encima de la media.

Una vez captada la atención del público, Mendes sabe retenerla, tanto en las escenas de acción como en las que transmiten lujo y elegancia (o sea, en las que conciben un resort inmensamente caro como el paraíso terrenal). Además, Craig brilla, una vez más y por anacrónico que suene en estos tiempos, como un superviviente del dandismo de los sesenta: uno de esos tipos que alternan el amor al detalle y la sofisticación ‒no todo el mundo aprecia un Vodka Martini o unos gemelos de oro‒ con los músculos pétreos y el gusto tan felizmente anticuado como el archifamoso tema musical que Monty Norman y John Barry dedicaron a 007.

Como saben, Bond es un superagente que actúa en solitario. Sin embargo, en 007 Spectre hay un mayor margen para la intervención de su jefe, M (Ralph Fiennes), y de sus compañeros Moneypenny (Naomie Harris) y Q (Ben Whishaw). También el bando de los malvados se enriquece con un matón típicamente bondiano, Mr. Hinx, interpretado por el coloso Dave Bautista, que accede a títulos de primer nivel después de dar vida a Drax el Destructor en Guardianes de la Galaxia (2014).

La clave del espectáculo es, como sospechábamos, la actualización de viejos y apreciados clichés. Ningún problema con eso. Al fin y al cabo, Spectre reproduce melodías bien afinadas, y simplemente por eso, genera simpatía y respeto. Pero es que además, al frente de esta producción tenemos a un director de primera, dispuesto a subir la temperatura emocional de cada secuencia.

Dejo para el final un apunte sobre el protagonista: si esta es la cinta con la que Daniel Craig se despide del personaje, les diré que sólo cabe elogiarle y admitir, una vez más, que el suyo es el mejor Bond que hemos tenido desde los tiempos de Sean Connery.

Sinopsis

Un críptico mensaje del pasado lleva a James Bond a una misión clandestina en México D.F. y finalmente a Roma, donde conoce a Lucía Sciarra (Mónica Bellucci), la bellísima aunque prohibida viuda de un perverso criminal. En el extranjero, Bond se infiltra en una reunión secreta y descubre la existencia de una siniestra organización conocida como Spectre.

Mientras tanto en Londres, Max Denbigh (Andrew Scott), el nuevo director del Centro Nacional de Seguridad, cuestiona las acciones de Bond y pone en duda la importancia del MI6, dirigido por M (Ralph Fiennes). Bond recluta en secreto a Moneypenny (Naomie Harris) y a Q (Ben Whishaw) para ayudarlo a encontrar a Madeleine Swann (Léa Seydoux), la hija del que fuera su archienemigo el Sr. White (Jesper Christensen).

Cuando EON Productions de Albert R. Broccoli, los estudios Metro-Goldwyn-Mayer y Sony Pictures Entertainment abordaron la vigésimo cuarta entrega de James Bond, los realizadores tuvieron interés en que la película siguiera la línea de su antecesora Skyfall, un éxito a nivel mundial que recaudó más de mil millones de dólares. Por supuesto, Daniel Craig vuelve a ponerse por cuarta vez en la piel del 007. Asimismo los personajes de Q y Moneypenny  regresan tras su reincorporación a la saga en Skyfall, además del retorno del nuevo M.

La oportunidad de explorar todas las historias de estos personajes fue de suma importancia para Sam Mendes, que se sienta por segunda vez en la silla del director. El ganador del Oscar® afirma: «Para mí todo comienza con los personajes y quería explorar toda clase de aspectos diferentes de estos que dejé atrás en Skyfall. Hemos poblado el MI6 con toda una nueva generación de personas: un nuevo M, una nueva Moneypenny y un nuevo Q. Quería que esas relaciones crecieran y se desarrollaran».

Para el actor Daniel Craig, el cometido de Spectre era aún más simple. «Queríamos que fuese mejor que Skyfall«, afirma. «Así de claro. No teníamos otra elección; teníamos que ser más grandes, mejores. Con Skyfall pusimos algo en marcha y queríamos ir más allá, experimentar un poco más».

Bond rejuveneció al final de Skyfall. «Tuvo una sensación de nuevos comienzos», continúa Mendes, y esto tuvo un gran impacto en SPECTRE. En la nueva película, el agente secreto más famoso del mundo es un personaje muy dinámico que controla su propio destino. Desde el principio tiene una misión precisa y nada ni nadie se interpondrá en su camino.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Eon Productions, Metro-Goldwyn-Mayer Pictures, Columbia Pictures. Cortesía de Sony Pictures Releasing de España. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.