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Crítica: «Smile» (Parker Finn, 2022)

Una buena película de terror ha de plantear siempre una experiencia física y moral. Más allá de la trama, lo importante es que el espectador no deje de hacerse, una y otra vez, las mismas preguntas. ¿Está a punto de suceder algo terrible? ¿Qué es lo que va mal? ¿Por que está condenado este personaje?

El director Parker Finn lo consigue en Smile. Desde su primera secuencia, el suspense no deja de crecer. La mecánica del sobresalto (pausa-perturbación-susto) está muy bien lograda. Y la suspensión de la incredulidad también funciona perfectamente, de tal modo que no solo nos identificamos con la protagonista (la magnífica Sosie Bacon, en la piel de una psicóloga clínica), sino que aceptamos la sucesión de desgracias que acarrea su tenebrosa aventura.

La plantilla narrativa de Smile no es completamente original, pero nos da la impresión de que lo es. El personaje principal, la doctora Rose Cotter (Bacon), es víctima de una pesadilla sobrenatural cuyo denominador común es siempre el mismo: una sonrisa estremecedora como anticipo de visiones inquietantes y muertes espantosas.

El espectador veterano descubrirá que esta cinta pertenece a la misma línea temática que It Follows (2014), de David Robert Mitchell, y The Ring (El círculo) (1998), de Hideo Nakata. Sin embargo, este no es el típico ejercicio de reciclaje. La impecable interpretación de Sosie Bacon y el sólido trabajo de Finn tras la cámara logran que Smile provoque un terror genuino e impactante.

Por otro lado, la película lidia con asuntos muy reales: las emociones descontroladas, el aislamiento social, la angustia inducida y la enfermedad mental. Lo que parece una maldición fantasmagórica también podría ser un delirio enfermizo o un modo de huir sin rumbo definido. Precisamente por eso, hay tramos de la cinta que nos hunden en la psique de Rose Cotter con tal intensidad que resulta difícil no identificarse con su ansiedad y su creciente paranoia.

Espeluznante y demoledora, Smile logra parecer novedosa en un ámbito tan gastado como el horror sobrenatural. No sería de extrañar que acabe convertida en una película de culto.

Sinopsis

Tras presenciar un extraño y traumático incidente con un paciente, la doctora Rose Cotter (Sosie Bacon) comienza a experimentar sucesos aterradores que no puede explicar. A medida que un sobrecogedor terror se va apoderando de su vida, Rose se ve obligada a enfrentarse a su perturbador pasado para poder sobrevivir y escapar de su espeluznante nueva realidad.

Algunas películas de miedo pretenden dar sustos sutiles al público. Otras intentan que los espectadores se retuerzan en sus asientos. Pero el cineasta Parker Finn pensaba en un objetivo mucho más ambicioso cuando se propuso escribir y dirigir su primer largometraje, Smile. “Quería hacer una película que provocara una sensación de ataque de pánico sostenido de principio a fin”, dice.

Smile, escalofriante historia de una psiquiatra clínica que comienza a experimentar sucesos espeluznantes e inexplicables tras un extraño encuentro con un paciente se inspira en un cortometraje que Finn realizó en 2020. Titulado Laura no ha dormido, el corto estaba protagonizado por Caitlin Stasey ‒que también tiene un papel memorable en Smile‒ y ganó un Premio Especial del Jurado en la categoría de Cortos de Medianoche del SXSW®. La película de 11 minutos despertó en la industria un enorme interés en torno a Finn, que consiguió presentar a Paramount Pictures y a Temple Hill Entertainment, perteneciente a los productores Marty Bowen y Wyck Godfrey, una propuesta para rodar una versión de largometraje.

Aunque se inspira temáticamente en Laura no ha dormido, Smile lleva la historia en una dirección nueva y estremecedora. Finn dice que quería explorar cómo sería el hecho de que tu mente se enfrentase a ti y te hiciese sentir experiencias espeluznantes. “¿Conoce esa sensación de pavor que siente cuando se despierta de un mal sueño? ¿Esa sensación de agonía angustiosa que persiste a pesar de ser consciente de que no era real? Quería que Smile capturara esa sensación en la pantalla”.

Aficionado de toda la vida al terror, Finn cree que uno de los ingredientes indispensables del género son los personajes que se ganan el cariño de la gente. “Las películas más terroríficas son las que funcionan primero como historias dramáticas, así que mi objetivo era crear un gran personaje principal, porque si te interesas por ella, te interesarás por su peripecia”, explica. “A partir de ese momento se puede empezar a intercalar momentos impactantes que incidan en el núcleo de los temores del público y lo dejen a los pies de los caballos, subvirtiendo sus expectativas de forma aterradora”.

Smile se centra en la Dra. Rose Cotter, una psiquiatra comprometida con su trabajo en un hospital público, cuya misión es garantizar que sus atribulados pacientes reciban la ayuda que necesitan. Pero cuando un espíritu maléfico entra en la vida de Rose, las tornas cambian y ella se ve en la necesidad de convencer a sus amigos y familiares de que la pesadilla surrealista que está viviendo es real. A medida que su ordalía por mantener la cordura y sobrevivir se vuelve cada vez más desesperada, se ve obligada a investigar el desconcertante misterio y a reunir pistas para averiguar lo que le está ocurriendo.

Para encarnar a Rose, Finn sabía que necesitaba una actriz que pudiera sacar a la luz tanto los elementos dramáticos como los de terror presentes en la película. En cuanto el equipo de producción conoció a Sosie Bacon. A Finn le pareció que la calidez innata de Bacon y su don natural para conectar con la gente eran rasgos esenciales para representar a una psiquiatra clínica empática. Y lo que es igual de importante, tenía la habilidad interpretativa para captar la emoción y la ansiedad de alguien atrapado en una peligrosa espiral descendente. “Creo que la de Sosie es uno de los debuts más asombrosos en un papel de protagonista de los últimos años”, dice el director. “Está presente prácticamente en todas las escenas, y opera con niveles extremos de estrés, temor y pánico durante la mayor parte de la película”. Mantener esa tensión emocional puede pasarle factura a un actor, pero ella está profundamente comprometida con su oficio y clavó su actuación”.

Para dar vida a los espeluznantes sustos de la película, Smile cuenta con una gran variedad de efectos prácticos y mecánicos que entusiasmarán incluso a los aficionados al género más curtidos. En lugar de recurrir en exceso al CGI, Finn prefirió desde el principio rodar todo lo que pudiera delante de la cámara. “Los efectos visuales son una herramienta maravillosa, pero yo crecí viendo películas con efectos reales, y es una de las principales razones por las que quise convertirme en cineasta en primer lugar”, dice el director. “Hay algo que no se puede explicar cuando tienes efectos reales, físicos, con los que los actores pueden interactuar. Se produce un tipo de magia que, según mi experiencia, no se puede conseguir de ninguna otra manera”.

El tiempo y el esfuerzo adicionales necesarios para trabajar con efectos reales merecieron la pena, dice Bacon. “Me alegro mucho de que no fuera una película de CGI, porque es mucho más difícil para mí reaccionar ante el vacío, cuando no tengo nada ante mí. Se me da mucho mejor cuando hay algo físico delante de mí con lo que puedo interactuar. Además, la forma en que Parker elaboró los sobresaltos utilizando efectos reales, en lugar de pantallas verdes o trajes de captura de movimiento, da a Smile una sensación visceral”.

Para ello, Finn recurrió a la ayuda del artista de efectos ganador del Oscar, Tom Woodruff Jr, que creó secuencias tan impactantes como las que diseñó para obras maestras del género como It, Aliens: El regreso y Terminator. “Tom es una leyenda cuyo trabajo siempre he admirado”, dice Finn. “ En los primeros cinco minutos de reunión, era obvio que pensábamos de forma similar y que había una afinidad creativa, por lo que estoy increíblemente agradecido de haber tenido la oportunidad de colaborar con él”.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Temple Hill, Paramount Players, Paramount Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.