Vicente DíazPelícula inspirada en el caso real de Manuel Romasanta (Julian Sands), psicópata conocido como “el hombre-lobo de Allariz”, asesino y caníbal que acabó con más de 15 personas en Galicia a mediados del siglo XIX. Culto y atractivo, Romasanta se dedica a seducir mujeres para poder quedarse con sus propiedades. Uno de sus objetivos es Bárbara (Elsa Pataki) quien descubre su secreto y decide acabar con él.
Filmax continúa a todo trapo con su labor de crear industria cinematográfica en nuestro país gracias a proyectos como la Fantastic Factory. En esta ocasión, y aunque con versión original en inglés, la productora se mete de lleno en la mitología patria para hablar de uno de nuestros monstruos más célebres, pero hay trampa.
Mediante una campaña de publicidad algo engañosa, sobre todo en lo que respecta al cartel de la película, lo cierto es que no es ésta una película de hombres-lobo, o al menos de los licántropos que uno esperaría en un producto de esta comercialísima (en el buen sentido de la palabra) productora.
Aunque a mitad de película se puede disfrutar de la cronenberguesca transformación de un lobo en hombre (o en Julian Sands, mejor dicho), Romasanta se plantea más como una mezcla de thriller y drama en el que se pretende dar una visión de la licantropía desde una perspectiva psicológica y moral que, la verdad sea dicha, no resulta nada novedosa ni profunda y mucho menos entretenida.
Con una alarmante carencia de ataques lobunos (la mayoría en frustrantes elipsis), el fan del género de terror se sentirá algo timado y solo podrá disfrutar de una buena escena como la del poético y espeluznante asesinato de la niña, en donde resuenan los ecos de James Whale.
Los amantes de la psicotronía no pueden perderse al mito de la infamia interpretativa (protagonista, sin embargo, de la maravillosa Warlock) encarnando a uno de los psicópatas ibéricos más famosos de la Historia. Resulta especialmente llamativo el momento en que Sands enjabona a Elsa Pataki, convertida ya en nuestra scream queen nacional. En todo caso, lo cierto es que tanto Sands como Pataki hacen un trabajo más que digno en la película, gracias a ese gran director de actores que es Paco Plaza, quien no termina de cuajar en sus intentos de realizar un cine de terror serio y psicológico, aunque sin llegar a caer en el ridículo ni con Romasanta ni con su anterior trabajo El segundo nombre (un remake involuntario de Los creyentes, de John Schlesinger).
El mayor problema de la película radica en un guión que parece componerse exclusivamente de una sucesión de planteamientos que no terminan por desarrollarse, comenzando como una película de terror, más tarde como un thriller sentimental, continuando como una película de venganzas (sugiriendo una Elsa Thurman que nunca llega a cuajar) para acabar en una especie de intento de cine judicial.
Cualquiera de estos planteamientos argumentales hubiera sido una interesante senda para que caminase la película, pero al llegar al final, la historia no ha terminado de decidir por dónde quería ir.
Los amantes del terror no fantástico quizá aprecien mejor esta película que los aficionados a los caninos desatados, aquellos que prometía el cartel y ese subtítulo de La caza de la bestia.
Ideal para un programa doble con El bosque del lobo, de Pedro Olea, aunque la comparación entre el gran López Vázquez y Julian Sands puede resultar demasiado cruel.
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Guzmán Urrero
