Supongo que la mayoría de los lectores saben que esta película formaba parte de una gamberrada de Rodríguez y Tarantino, consistente en recrear el espíritu de las sesiones dobles de los cines de barrio de los setenta.
Grindhouse, que así se llamaba el invento, constaba de dos mediometrajes, varios trailers falsos (dirigidos por nuevos directores-estrella del género) y algún que otro anuncio de restaurantes cutres. La idea es curiosa, aunque tampoco el colmo de la originalidad, ya que hace varios años el director Jonathan Morgan hizo básicamente lo mismo en Double Feature, un graciosísimo porno, conocido en estas tierras como La noche de los zombies calientes.
El caso es que Grindhouse ha resultado ser un producto demasiado arriesgado, pese a su moderado presupuesto. Básicamente, estaba destinado a lectores de Fangoria o conocedores de la serie B (de esos que se saben de cabo a rabo Mondo Macabro), con lo cual el público de los multicines solía irse al acabar la primera película sin tener ni idea de que había otra película después de la de Rodríguez, y sin entender la mayoría de los chistes y referencias.
La triste acogida por parte de la audiencia palomitera alteró a los productores, los hermanos Weinstein, quienes, como ya hicieron con Kill Bill, dividieron la película en dos para poder sacar el doble de dinero a los fans.
De esta manera, en España tuvimos que ver las dos películas sacadas fuera de contexto. Algo así como cuando vemos un film en 3D transformado a bidimensional para emitirlo por televisión. Si en Los crímenes del museo de cera no comprendemos muy bien a qué viene la escena de la paleta de ping pong, algún espectador se extrañó ante los efectos de postproducción de Planet Terror que, mediante efectos como rascaduras o «pérdidas» de rollos, tratan de imitar el aspecto de las copias de escasa calidad que se proyectaban en las sesiones dobles.
Si bien Tarantino ha logrado imitar a la perfección la textura visual de los films baratos de los setenta en Death Proof (la otra película de Grindhouse), en el fim de Rodríguez este deterioro de la imagen resulta ligeramente más artificioso, demasiado digital.
En todo caso, los seguidores del género de terror disfrutarán de un buen puñado de homenajes a las películas de culto, especialmente las de John Carpenter (la banda sonora o la secuencia de los zombis acosando con parsimonia a Jeff Fahey) o el terror italiano de Fulci y compañía (esos zooms brutales o los purulentos efectos de maquillaje). Eso por no hablar de un reparto en el que aparecen figuras tan queridas por el aficionado como Michael Biehn o Tom Savini.
Por supuesto, Planet Terror incluye el obligatorio guión lleno de absurdas estupideces, las secuencias de violencia gratuita y los asquerosos efectos gore: elementos necesarios en cualquier película de explotación, al igual que el sexo.
Respecto a los detalles picantes, es cierto que en el film aparecen mujeres impresionantes, pero Rodríguez (como Tarantino), es algo tímido al respecto, y se limita al erotismo más liviano, con una escena de sexo en la que apenas se ve nada. Por lo demás, el director chicano sigue fiel a su identidad, y nos vuelve a regalar otra escena de baile sexy, en esta ocasión interpretado por Rose McGowan, quien sucede a la Salma Hayek de Abierto hasta el Amanecer y a la Jessica Alba de Sin City.
Y es que sí, esto es un homenaje al cine de explotación, pero también es una clásica película de Robert Rodríguez. ¿Acaso no son todos los films de Rodríguez herederos del cine de explotación más tonto y efectivo? La legión de cinéfilos que aborrece a este individuo por chapucero y falto de talento tiene un argumento más para seguir en sus trece. Pero el aficionado que se deje contagiar por la alegría con las que este creador realiza sus obras tiene la oportunidad de gozar con un film realmente divertido, con algunas imágenes que tienen todas las papeletas para convertirse en iconos de la serie B. Por ejemplo, el derretimiento del miembro viril de Tarantino o la pierna ametralladora de la McGowan.
Sí, es una de esas películas.
Sinopsis
El matrimonio de doctores William y Dakota Block (Josh Brolin y Marley Shelton) descubren que las calles de su pueblo se han inundado de habitantes afectados de espantosas erupciones gangrenosas y una mirada sospechosamente vacua en sus ojos.
En un hospital está Cherry (Rose McGowan), una go-go cuya pierna le fue arrancada durante un ataque en la carretera. Wray (Freddy Rodríguez), su anterior pareja, está a su lado e intenta ayudarla. Puede que Cherry esté en el suelo, pero no ha llegado aún la hora de su último baile.
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