Se logró que una película basada en una atracción y producida por Bruckheimer resultara ser uno de los films de aventuras más entretenidos de los últimos tiempos, una «película de verano» modélica. Y el mayor mérito no recayó en la notable imaginación de Gore Verbinski para crear imágenes de impacto, o en los excelentes efectos digitales, o en la autoplagiada pero efectiva banda sonora de Hans Zimmer, sino en el acertado reparto. Y siendo más específicos, en la maravillosa sobreactuación de Johnny Depp, quien en La Maldición de la Perla Negra creó un personaje icónico, cosa muy complicada y sobre todo en los últimos tiempos.
Habría que ser un productor tonto de solemnidad para no propiciar el regreso del Capitán Jack Sparrow, y aquí le tenemos, en una retorcida aventura llena hasta los topes de personajes, mcguffins, chipirones, ron, tentáculos, maldiciones y cachondeo. Algunos han dicho que se ha perdido la frescura del original, y otros que El Cofre del Muerto (el traductor del título no ha leído La Isla del Tesoro en español, o eso de El Cofre del Hombre Muerto le sonaría tan raro como a nosotros) es mejor que la anterior entrega, pero la verdad es que es más de lo mismo, lo cual me parece estupendo.
Quizá esto no diga nada a los que no han visto La Maldición de la Perla Negra, pero la verdad es que si no lo han hecho, no tiene ningún sentido ver esta secuela, cuyas tramas y personajes dependen directamente de la primera entrega.
Por volver vuelven hasta los animales: el loro, el mono no-muerto e incluso el perro de la prisión. Lo mismo pasa con secundarios como la pareja de piratas tontorrones o el Comodoro. Hasta los chistes recurrentes se prolongan (las bofetadas), de modo que la película está hecha básicamente para fans que se acuerdan de la mayoría de los detalles. Si tenemos en cuenta que casi todo el mundo vuelve (hasta el más inesperado), El Cofre del Muerto se pone como el metro en hora punta al entrar en la función gente nueva, como ese impactante capitán-mariscada que es Davy Jones (una figura clásica de las leyendas marineras, inteligente fusión del Holandés Errante, de las criaturas lovecraftianas y, como no, del mundillo de Monkey Island, verdadera e inconfesa inspiración para estas películas), el personaje virtual más «tangible» y expresivo desde Gollum, y beneficiado del buen hacer de la ILM y del siempre divertido e inquietante Bill Nighy.
Si añadimos la grotesca tripulación de Jones, la Compañía de las Indias Orientales, unos caníbales enloquecidos y una bruja vudú, la superpoblación está servida. Tanto personaje y una trama enrevesada complica la visión de la película más de lo deseable en lo que es, realmente, una comedia de aventuras cuya razón de ser es la acción y el gag.
Y pese a tener la larguísima duración estándar de los films de verano, El Cofre del Hombre Muerto vuelve a caer en los fallos de ritmo de la anterior entrega. Si bien en La Maldición de la Perla Negra el problema estaba en la alargada parte final, aquí sucede que el comienzo del film es algo atropellado, sufriendo tijerazos a mansalva para que la película no fuera tan larga como El Retorno del Rey, pero se podría haber sacrificado alguno de los múltiples ataques del Kraken en su lugar. Es solo una sugerencia.
De todos modos, este tipo de arritmias y tropiezos narrativos se ven paliados por momentos de auténtica diversión, destacando las secuencias de los caníbales, donde el mundo de Indiana Jones se une al de los dibujos de la Warner con resultados prodigiosos. Y no hay que olvidar la iconografía macabra, la guapura de Legolas o el cuello de Keira Knightley, algo más que detalles en una película como esta, donde la importancia reside en las imágenes.
¿La forma por encima del fondo? En ocasiones como estas, sí.
Sinopsis
A punto de casarse, Will Turner (Orlando Bloom) y Elisabeth Swan (Keira Knightley) son arrestados por haber ayudado a escapar al Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp). Por su parte, Jack vuelve a estar en apuros sobrenaturales, ya que el legendario Davy Jones (Bill Nighy) le reclama una deuda, y el precio es demasiado alto…
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