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Crítica: «Passengers» (Morten Tyldum, 2016)

Jim Preston (Chris Pratt) sólo quería emprender una nueva vida en otro planeta. ¿Era eso tanto pedir? Jim quería ser un colono espacial, pero acaba de descubrir que su cápsula de hibernación se ha desactivado noventa años antes de lo previsto. Para su desgracia, no puede regresar al estado de letargo y morirá de viejo antes de llegar a su destino.

En la más abrumadora soledad, observa cómo duerme en su módulo otro de los cinco mil pasajeros de la astronave, Aurora Lane (Jennifer Lawrence), que lógicamente ignora lo que a Jim empieza a pasársele por la imaginación. Algo que es fruto de la desesperación y que a nosotros, testigos de lo que le ocurre, nos parece una idea muy peligrosa.

Passengers comienza como una sublimación de la peripecia de Robinson Crusoe, oportunamente adornada con los ingredientes de la space opera. Eso sí, para que el realizador Morten Tyldum ‒autor de la magnífica The Imitation Game‒ amortice el potente presupuesto, los efectos visuales y el diseño artístico son todo lo buenos que uno espera en una producción de estas características.

Con todo, hacer una gran película no es tan fácil como parece, y en Passengers se alternan los aciertos con algunos recursos más rutinarios. Dentro de los aciertos, se incluye el primer tramo, con un solitario Jim interactuando con las atracciones de ese crucero estelar, repleto de videojuegos y restaurantes automatizados.

No es casual que el personaje principal sea un mecánico en ruta hacia un planeta donde su profesión aún es necesaria. En el futuro que imagina el film ‒y que probablemente no sea muy diferente a nuestro propio porvenir‒ las máquinas y las inteligencias artificiales han ocupado el lugar de los humanos. Incluso el barman que sirve whisky a Jim es un androide (Michael Sheen), dotado de habilidades sociales tan sofisticadas como las nuestras.

Tampoco es casualidad que Aurora sea una periodista y narradora. En este escenario que controlan las máquinas, relatar literariamente las experiencias humanas es otro quehacer muy cargado de significados.

Passengers también incide en otro aspecto interesante de ese futuro: la división de los viajeros en estratos sociales, con muy distinto acceso a los servicios y a los entretenimientos. Sin llegar al clasismo del Titanic, está claro que en esa astronave se reproducen los mismos privilegios que condicionan la vida en la Tierra, que aquí se muestra como un planeta superpoblado y con tendencia al colapso.

El guión de Jon Spaihts (PrometheusDoctor Strange) incluye un giro decisivo que inaugura el segundo acto. Se trata de una de esas alternativas morales que empujan la trama en una dirección o en otra. A partir de ahí, a la premisa inicial se incorporan los elementos habituales en el drama romántico y en el cine de acción, dos planos en los que Morten Tyldum no parece igual de cómodo, quizá porque nos empujan hacia fórmulas más típicas y previsibles en el cine de Hollywood más comercial.

En todo caso y a pesar de sus evidentes limitaciones, Passengers no llega a ser un pastiche. Al contrario. Bien rodada y con una suntuosa escenografía, la película no se sale del camino correcto y mantiene la dignidad a lo largo de todo su metraje. Sin embargo, quizá algún rasgo de valentía a la hora de acelerar el pulso de su segunda mitad habría contribuido a mejorar el balance final de esta atractiva superproducción.

Sinopsis

Jennifer Lawrence y Chris Pratt protagonizan un emocionante thriller de acción sobre dos desconocidos embarcados en un viaje de 120 años hacia otro planeta cuando sus cápsulas de hibernación los despiertan 90 años antes de lo previsto. Jim y Aurora se ven obligados a resolver el misterio detrás del fallo mientras que la nave se tambalea al borde del colapso, poniendo en peligro las vidas de miles de pasajeros en la mayor migración masiva de la historia.

Passengers trata de personajes que enfrentan situaciones extremas y deben tomar decisiones extremas y eso siempre me ha fascinado. ¿Qué habrías hecho tú? Dice Morten Tyldum, director de la película en su primera cinta tras el éxito de la nominada al Oscar® The Imitation Game (Descifrando Enigma).

En contraste con la historia de acción de alto riesgo, los cineastas plasman una historia sensible de dos pasajeros que se encuentran en este momento de peligro. Es una historia que ha atraído a Hollywood durante muchos años; el guion del escritor Jon Spaihts aterrizó en la “Black List” (lista negra) de los mejores guiones no producidos de la industria. “Una de las cosas que me atrajo de este guion fue la manera en que Jon construye una historia íntima en un escenario tan grande”, afirma el productor Neal H. Moritz. “Es una película de acción con un espectáculo grandioso, pero todo depende de estos dos increíbles personajes a los que Jen y Chris dan vida”.

El personaje de Pratt, Jim, decide dejar su vida en la Tierra por razones muy prácticas. “Es un poco de la vieja escuela”, asegura Pratt, “más bien un tipo de la clase obrera. Su profesión, ingeniero mecánico, se considera un oficio beneficioso porque ayudará a iniciar una civilización. Si algo se estropea, él lo arreglará”.

Cuando Jim y Aurora se despiertan 90 años antes de llegar a su destino, aquellas habilidades entran rápidamente en acción. “Su oficio es resolver problemas, así que intenta averiguar cómo volver a dormir o contactar a alguien que lo ayude. Y entonces, resulta que algo muy malo le ocurre a la nave”.

Chris es muy diferente a Jim”, comenta Lawrence, que interpreta a Aurora, su compañera de viaje que también ha despertado antes de tiempo. “Jim se comporta como si nunca hubiese tenido novia y, en realidad, no sabe cómo comportarse con las mujeres; es encantador y dulce, pero no se parece en nada a Chris, que está casado y es muy divertido. Fue interesante verle pasar de ser Chris Pratt a una persona tímida, romántica e insegura”.

En oposición al héroe de la clase obrera que representa Jim, Aurora forma parte de un círculo social muy diferente. Es una escritora neoyorquina con un gran encargo –hace el viaje de 120 años a Homestead II, y después hacer el viaje de vuelta a casa durante otros 120 años. Será la primera persona en la historia de la humanidad en hacer el viaje de ida y vuelta. “Es una decisión de envergadura”, explica Lawrence. “Es un viaje de 120 años –cuando llegas, todos tus conocidos estarán muertos. Tienes que empezar una nueva vida en un nuevo planeta donde nunca has estado. No puedo imaginar despedirme de todas las personas a las que conozco y quiero –Entiendo sus ganas de más, pero no creo que yo sería capaz de tomar una decisión así de permanente”.

“Los sets de rodaje eran descomunales”, señala Pratt. “Tuvimos que derribar un muro en los estudios. Miraba alrededor y era como si estuviese viendo una nave de verdad. Los sets de Guy Hendrix Dyas hicieron que la película tuviese una dimensión enorme y la historia fuese tan impactante como debe ser. Contamos con un gran equipo de efectos especiales que construyó decorados, artefactos, coches y pantallas espectaculares en todas partes. Fue realmente genial”.

“Siempre es bueno tener la oportunidad de crear tu propio mundo”, dice Tyldum, que crea una nueva visión del espacio en Passengers. “Soy gran fan de la ciencia ficción y además respeto enormemente el género por lo que quería probar algo nuevo, que no se hubiera hecho nunca.

Y explica Tyldum que los realizadores lo consiguieron “mirando tanto hacia adelante como hacia atrás”. Mirando hacia el futuro, crearon una nave espacial con un diseño trabajado que emplea la fuerza centrífuga de las aspas giratorias para crear la gravedad, poblado de robots, hologramas y otra tecnología que nos depara el futuro. A ello se le une el matrimonio lo que denomina un “diseño nostálgico” inspirado por el Art Deco, el Hollywood clásico, y los uniformes de la segunda guerra mundial. “El pasado nos acompaña, nos inspira, y quería que el pasado estuviera muy presente en la película. Pero también contiene robots, una nave inteligente, pantallas, inteligencia artificial. Al combinar ambas, a nivel puramente estético, visual, creo que el resultado es único. El estilo es muy ciencia ficción, pero también es muy terrenal, pertenece a nuestro mundo”.

Para hacer realidad esta visión, Tyldum fichó a Guy Hendrix Dyas, nominado al Óscar® y ganador de un BAFTA por su trabajo junto a Christopher Nolan en Origen, y diseñador de películas tan variadas como Elizabeth: La edad de oroSteve Jobs e Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, siente que nació para diseñar Passengers; de hecho, fue el único diseñador al que Morten Tyldum entrevistó para el puesto.

“Queríamos construir el máximo posible, porque los personajes son los que llevan el peso de la película, no es una cinta conducida por los efectos especiales”, dice Tyldum. “Claro que hay escenas espectaculares y algún que otro efecto increíble, pero el motor son los personajes y sus interpretaciones. Para conseguirlas no quería que Jen y Chris tuvieran que trabajar frente pantallas verdes, quería construir lo máximo posible para que pudieran sentir el ambiente y comprender el espacio que los rodea. Creo que al final merece la pena porque se siente más real”.

El productor Ori Marmur recuerda, “nadie implicado en esta película había visto jamás algo parecido a estos sets. Alguien entró y dijo ‘la gente va a creer que vuestro set está hecho por ordenador’; no se van a creer que habéis construido esto de verdad”.

En el cénit de producción, los sets dinámicos de Passengers ocuparon siete escenarios en Pinewood Studios, Atlanta, y un escenario de alrededor de 3700 metros cuadrados en las instalaciones de EUE Screen Gems, también en Atlanta. Tan pronto como el rodaje terminaba en cada set, este se destruía y se montaba un set nuevo en aquel espacio. Cada set era más memorable que el anterior, con construcciones como la bahía de hibernación, la cubierta de observación delantera, la enfermería, la suite Viena, la cafetería, la cabina de Aurora, la cabina de Jim, el taller de Jim, la piscina, los pasillos, el puente, el gran vestíbulo y el bar del gran vestíbulo.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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